| quería meditarsentarme y ser uno con la paz
 pero,
 el mundo me arañaba,
 incitaba a la cotidianidad
 de un sin sabor,
 de momentos no completos...
 
 me vestí en un tris,
 salí con el alma desnuda y sucia...
 había que hacerlo
 y cuando estuve frente a la realidad
 un copo de nieve cayó sobre mi frente.
 
 tuve frío y un sentimiento
 le dije al día:
 ¡buenos días!
 pero ella siguió marchando
 así como el aire,
 los árboles
 y la gente que miraba no sé hacia adónde...
 
 seguí la marcha de los seis cientos
 y con las manos frente a una puerta,
 la puerta del presente,
 la toqué con suavidad...
 
 esta se abrió de lado a lado
 y entré con un copo de nieve en la frente
 de pronto todos saludaron:
 ¡buenos días, buenos días...!
 callé y entré a mi oficina
 había mucho que laborar
 mientras los ojos de todo el personal
 miraban sus trabajos,
 pensado en una mañana que se iba,
 así como la arena entre las manos...
 
 ya cerca de la muerte de aquel día
 tuve un sentimiento,
 que debía parar un instante
 y besar el copo de nieve caído en mi frente
 
 la quise coger
 pero el tiempo se lo había llevado,
 así como el día
 que se iba con la tarde...
 ¡buenas tardes!, le dije
 pero ella siguió andando
 rumbo hacia la noche
 sin dirigirme una mirada,
 un soplo de vida,
 nada,
 nada de nada...
 
 me apoyé sobre mi escritorio,
 tan solo un momento,
 y sentí que un sudor me tocaba como un beso,
 salté y con mis dedos
 toqué aquel sudor...
 ya en mis manos
 le dije:
 ¡buenas noches!
 mientras todo oscurecía
 y la luna entraba
 a través de mi ventana
 brindando algo más que palabras
 en un instante de pura magia
 y tantas ganas de vivir
 mirando la luz de las estrellas...
 
 
 
 san isidro, mayo de 2007
 
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