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Desapariciones

Mi nombre es Bruno Norberto Bertolli, les contaré posteriormente la historia de mi pueblo natal.
La misma involucra a todos los habitantes del pueblo como participe. Cada uno tiene cosas que contar, los numerosos rincones del pueblo es un cobijo para los misterios y leyendas, que nacen para ser contadas.
El pueblo donde nací era pequeño, la gente merodeaba por las calles como si fuese los livings de sus hogares, vecinos acudían unos a otros en caso de algún inconveniente o de alguna ocasión de festejo, aunque éste también escondía una historia oscura. Una gran peste sacudió al pueblo un verano. Se inició una epidemia de esta peste desconocida, varios sucesos ocurrieron sin razón. Ampliaré esta dichosa historia contándola conjuntamente con los pasos de mi vida que me tocó experimentar desgraciadamente.

Fue una primavera poca habitual, las flores nacieron débiles, al poco tiempo de nacer yacían en el suelo, parecía como si el mundo haya dado un vuelco, y todo se encontrara invertido. Acababa de cumplir catorce años. Las noches eran oscuras, vacías y frías. Yo trabaja con mi padre, Don Santiago Bertolli de 55 años. Teníamos una licorera cerca del negocio de dulces de mi tía Margarita. El negocio dio frutos gracias a la extraña acción de la primavera, por el frío de las noches la venta aumentó, los fin de semana trabajaba desde las 8 hs. de la mañana hasta las 22 hs. de la noche, los días de semana mi padre me dejaba un tiempo, me dejaba libre a las 16 hs. de la tarde.

El tiempo libre lo compartía con mis amigos, que heredé del colegio, Manuel y Felipe. Ellos eran un poco inquietos, en todo momento gozaban de la vida, aprovechaban cada minuto para divertirse haciendo maldades, claro que a nuestra edad se trataba de travesuras, y asi ellos también lo veían.

Todas las tardes después del trabajo nos juntábamos a la vuelta de mi casa, y nos dirigíamos hacia lo del Viejo Rubén, un señor viudo de 50 años que vivía solo, a tres calles de mi casa. Nos posábamos sobre los muros de la vivienda y espiábamos que hacía el Viejo Rubén, eran travesuras de chicos, pero había algo que nos llamaba gratamente la atención. Porque éste no se mostraba de día por la calle, solo deambulaba por las noches, y nadie sabía donde se dirigía, pero tampoco que hacía durante el día.

Lo poco que podíamos divisar, era una vida hogareña, tan solo salía a su jardín por unos minutos a observar a las aves que tenía como mascota. Así pasamos nuestra etapa de preadolescencia, divirtiéndonos observando como un señor se sentaba por unos minutos a mirar su jardín, pues sonará algo monótono, pero era lo más interesante que pasaba en mi pueblo.

Las cosas fueron cambiando, el Viejo Rubén comenzó aparecer con más frecuencia durante el día, de a rato salía a la vereda de su casa, observaba a la gente pasar por unos minutos, y luego ingresaba nuevamente. Al parecer él sabía de nuestra presencia e intenciones, aunque nunca nos dirigió una palabra, ni una mirada.

Cuando cumplí los 18, ya con edad de tener algunas decisiones y privilegios, ya no veía a mis amigos frecuentemente, tan solo una vez al mes, o cada dos meses. Nuestras charlas eran siempre recordatorio de la vivencia de la niñez y de la preadolescencia, aún perduraba en nuestras mentes la imagen y las anécdotas acerca del Viejo Rubén. Aunque en ese tiempo había desaparecido nuevamente en las penumbras de su hogar. Ya no lo volvimos a ver, aún nos provocaba el deseo de espiarlo, pero no lo hacíamos por cuestión de ética y respeto.

Unos meses después nos enteramos que tenía una enfermedad terminal, que con el tiempo se agravó, por ese sentido se autorestringía a tener relaciones con la demás personas, para no contagiar al resto de la población. Aunque no sabíamos porque salía por las noches, y adonde iba, supusimos que era porque por las noches deambulaban menos personas, y asi podía moverse con más libertad.

Circulaba la noticia de desapariciones de mujeres jóvenes y de muertes de hombres y adolescentes. Tuvimos la sensación que el Viejo Rubén tendría que ver con esta atrocidad, o que sabía algo, de tantas giras nocturnas tuvo que ver algún suceso o ser participe de algunas de ellas, ya que se mostraba como principal sospechoso por su conducta psicótica. Entonces decidimos investigar sus pasos.

Manuel, Felipe y yo jugamos a detectives como lo hacíamos en la niñez, pero esta vez con una causa justa y seria. Era de tarde, cerca del anochecer para ser más preciso, cuando nos acercamos a la casa del Viejo Rubén, encontramos una uña femenina postiza tirada en la vereda, al parecer era de una de las víctimas que la tomó como rehén o le quitó la vida dentro de su casa, esto dio pie a nuestra búsqueda insaciable.

Esperamos cerca del frente de la casa a que se hiciera completamente de noche, queríamos sorprenderlo infragante, con el delito en marcha, para avisar a las autoridades. Luego de dos horas de espera, salió, comenzó a caminar con aspecto a enfermo, su cuerpo se movía temblorante, como si le costara comenzar la marcha, lo observamos por un momento hasta que desapareció en la oscuridad de la noche, se dirigía hacia el monte montañoso. Lo seguimos rápidamente detrás, pero al cruzar la barrera de la iluminación del pueblo y la oscuridad del monte, desapareció entre la negrura de la noche. Lo buscamos por unos minutos, entre los matorrales y las pequeñas lagunas que se encontraban cerca de allí, pero no conseguimos ningún hallazgo.

Nuestra búsqueda diluyó cuando nos encontramos frente a frente con un lobo. El animal parecía agitado y tenso, solo atinamos a retroceder lentamente, ante la presencia del par de ojos amenazadores, aunque no parecía tener intenciones de atacarnos. Si asi lo hubiese querido, nos habría destrozado en cuestión de segundos. En cuanto tomamos confianza de la situación giramos lentamente y marchamos hacia la luminosidad del pueblo, el lobo desapareció entre la negrura de la noche, apenas iniciamos la marcha.

Asi concluyó la búsqueda de esa noche, pero no significó el fin de esta. Al día siguiente nos reunimos nuevamente en el lugar de encuentro, noté que los muchachos se encontraban más entusiasmados, esta vez trajeron consigo linternas. Pasamos toda la tarde planeando como sería nuestro próximo acercamiento. Luego de diversas discusiones, llegamos al acuerdo de intentar nuevamente seguirlo, para tomarlo por sorpresa en plena acción, si es que la habría.

Cuando llegamos a la casa del Viejo Rubén, esta se encontraba cerrada, esperamos cerca de allí por dos horas, pero no salió, entonces decidimos treparnos al muro. La casa se encontraba vacía, solitaria, luego de pocos minutos de observación, reconocimos un ave gravemente herido en el abdomen, parecía que lo hubiesen comido las ulceras, tal vez entró un gato salvaje, pero lo extraño era que el ave yacía en el suelo del patio, osea fuera de su jaula, un felino tan pequeño no la podría abrir tan fácilmente y arrebatar al animal plumífero, alguien la dejó escapar. No teníamos certezas de lo ocurrido. Manuel pasó del otro lado del muro, a pesar de mis gritos casi mudos, Felipe prosiguió, yo no pude hacer absolutamente nada, me quede paralizado.

Manuel me afirmó que las demás aves estaban en las mismas condiciones, y que las jaulas no parecían forzadas, ni violentadas, daba la impresión de que alguien las abrió por alguna ocasión, me dio las sospechas de que el autor de esta atrocidad no fue exactamente un gato, sino un ser humano. Manuel y Felipe quisieron explorar la casa, pero yo no les permití, dentro de mí aparecía la certeza de que algo extraño estaba ocurriendo, luego de varios intentos de calmar sus ansiedades, los pude convencer y finalmente salieron de la casa.

Comenzamos con la búsqueda, tomamos cada uno una linterna, y marchamos hacia el monte montañoso. La noche parecía tomar decisiones hacia nosotros, nos atrapaba con su negrura, las linternas no eran suficientes armas para combatirla, avanzábamos con sigilo permanente, y con temor de ser devorados por los lobos o algo peor, pero la curiosidad era más fuerte, necesitábamos saber que pasaba con el Viejo Rubén. Caminamos por varios largos minutos, más de una hora para ser preciso, por la tenue oscuridad del monte a pasos de tortuga. Ya cuando nos encontrábamos algo molesto y exhausto por el largo viaje, llegamos a una granja cercana a las primeras montañas.

Nos encontramos con algo que nos llamó sorpresivamente la atención, una oveja mordisqueada, con las mismas características que las aves, luego de unos minutos de observación y discusiones determinantes seguimos el viaje hacia el interior del granero, en el camino de cuarenta metros tropezamos con una gallina con similares características, y un cerdo que aún daba los últimos suspiros de dolor. Llegamos al granero, la puerta se encontraba semi abierta, lentamente ingresamos, en el suelo de este yacía el Viejo Rubén, tirado inconsciente. Nos acercamos y lo alumbramos con las linternas directamente al rostro, tenía sangre alrededor de la boca y las manos.

No quedaba duda de que el Viejo Rubén era responsable de esas atrocidades realizadas a los animales. En cuanto nos propusimos pensar al respecto, él comenzó a quejarse entre movidas y suspiros. Corrimos y nos ocultamos detrás de las montañas de pajas que había alrededor, a penas escondimos la cabeza de la posible visión, se reincorporó recuperando la conciencia y poniéndose de pié. Lo espiábamos a través de la gran cantidad de paja, su marcha era firme, segura, como si no tuviera una enfermedad terminal. Apenas salido del granero, nos animamos salir de nuestros refugios, decidimos seguirlo nuevamente, pero se nos perdió en la enorme mancha negra, entonces decidimos volver a casa, antes de que el dueño de la granja se despierte, pues seriamos los principales sospechoso de los crímenes, si nos llegara atrapar por los alrededores.

Y bien, ya sabíamos que el Viejo Rubén era el responsable de los crímenes hacia los animales, pero, ¿Por qué consumía sangre? ¿A que se debía semejante atrocidad? ¿Tendría algo que ver con los hechos de desapariciones y muertes del pueblo? Esas preguntas rondaban por nuestras mentes. Teníamos la necesidad de encontrar las respuestas.

A la semana siguiente, Salí del trabajo y nos reunimos con mis amigos, pasó algo realmente extraño cuando nos encontrábamos dialogando bajo un poste de luz de la calle principal, una figura humana caminaba dificultoso por la vereda del frente entre las sombras y apoyándose por las paredes. Parecía que algo le había ocurrido, su ropa se encontraba ensangrentada y sucia. Decidimos seguirlo, pero desapareció entre las sombras de un pasaje que se formaba entre dos casas altas. Al llegar hasta ese pasaje, ya la persona había desaparecido, no dudamos en salir deprisa de allí.

La gente del pueblo comenzó a tener presente que algo maléfico estaba ocurriendo en las calles. Las personas se comportaban de forma extraña, una minoría de la población, aunque importante al fin, deambulaban por las noches. El Viejo Rubén había desaparecido del pueblo. Las desapariciones de mujeres jóvenes eran más frecuentes aún.

Con la desaparición del Viejo Rubén nos quedamos varados en la duda, no había un principal sospechoso, aunque ahora aparecieron más acusados en los crímenes, que no cesaban. Las personas se comportaban desinteresadas con el tema, solo algunos estaban preocupados, aunque no se animaban a seguirnos en la investigación, hablaban en bocas cerradas.

Mi padre sufrió severos cambios en su comportamiento. Últimamente casi ni permanecía en el negocio, encontraba excusas para marcharse, yo me hacía cargo de este. Una tarde cuando volví del trabajo mi padre se encontraba sentado en el sillón exhausto, débil, parecía que le costara respirar.

Me hizo recordar a la muerte de mi madre, falleció cuando era pequeño, al poco tiempo de cumplir mis 5 años de vida, comenzó a sentirse mal, se fatigaba sin razón, no podíamos calmar su sed, su vida había dado un vuelco, comenzó con sus andadas de noche, claro que de un principio no éramos conciente de ello, cada día que pasaba empeoraba sin razón, su piel comenzó a resecarse con palidez absoluta, los días antes de su fallecimiento permanecía encerrada en la casa, su carácter cambió repentinamente, todo le molestaba, detestaba recibir la luz del día, era algo extraño sin duda, hasta que una mañana la encontramos sin vida en el sillón del living.

Luego de observar a mi padre llegue a una conclusión, la enfermedad que terminó con mi madre era muy similar a la que sufría el Viejo Rubén, y aparentemente mi padre la estaba sufriendo también, al parecer mi madre fue la que expandió esta enfermedad al pueblo, o junto al Viejo Rubén serían los congénitos de esta. Mi madre en su juventud era de viajar mucho, pues trabajaba junto a su padre, aunque no me ha quedado claro a que se dedicaban, en algunos de esos viajes se pudo haber contagiado.

Los rumores de esta enfermedad comenzaron a ser más frecuentes en las conversaciones del pueblo. Mi padre empeoró aún más, y su carácter comenzó a cambiar, ya no participaba del negocio, solo se quedaba en casa solitariamente.

Me reuní con mis amigos luego de una semana, ellos me contaron que también habían recibido noticias cercanas de esta enfermedad. Nos reunimos en el lugar de encuentro, allí observamos el panorama, las personas se comportaban extrañas, estaban alteradas y malhumoradas. Ya para cuando ni escuchábamos noticias del Viejo Rubén, lo vimos deambulando entre la multitud, con aspecto pálido, y un caminar lento. A tal semejante situación planeamos terminar con el grave problema de la peste epidémica, incendiando al pueblo por completo, era una atrocidad sanguinaria pero no quedaba otra salida.

Buscamos bidones y lo llenamos con combustible, roseamos a las casas y chozas del pueblo, ya que estas estaban hechas de maderas, una tarea larga y complicada, pasamos toda la noche preparando esta atrocidad sanguinaria. Al amanecer los enfermos que deambulaban por la noche volvieron a sus hogares, entonces aprovechamos y comenzamos hacer que naciera las llamas, los gritos de las personas nos aturdía mientras realizábamos el crimen.

Nos hemos convertidos en criminales, pero no nos quedo otra salida, Manuel y Felipe ya habían perdido a su familia, y mi padre ya no me reconocía, antes de sufrir el mismo final, tuvimos que realizar esta atrocidad. Hoy me tocó escribirles desde otro sitio, oculto de la sociedad y prófugo de la justicia. Mis amigos tuvieron el mismo final que aquellas personas, al fugarnos juntos permanecimos escondido en el monte, pero pronto aparecieron los síntomas en sus comportamientos y tuve que ejecutarlos mientras dormían, atravesándoles el corazón con un pedazo de madera que utilizábamos para cazar. Ese fue el final de mi pueblo natal, tan solo yo soy la existencia y la esencia del mismo, solo yo he quedado.

En toda la historia de la humanidad, se recuerda a este pueblo fantasma perdido, como un verdadero hecho del vampirismo.
Como ya lo he dicho, los pueblos en todo el mundo tienen algo que contar, y pasan cosas misteriosas e increíbles. El mundo esta lleno de historias y leyendas que nacieron para ser contadas y creídas por la humanidad. Mientras que las creencias perduren, las historias, cuentos, mitos, leyendas, etc. también lo harán.

FIN

Texto agregado el 18-05-2007, y leído por 118 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
03-03-2008 interesante, fertil y futurista, o tal vez antiquissimos pensamientos, voraz imaginacion, un buen texto inquietante cariños!" efelisa
06-01-2008 La imaginación fértil de tus interesantes letras, me mantuvieron absorta en el cuento, hasta el final. 5* Yetsenia123
 
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