| Se  le llama sueño a cualquier anhelo o ilusión que moviliza a una persona...esto se creyó durante mucho tiempo, en una época en donde
 los sueños eran tan perseguidos para encontrar el verdadero
 significado del la vida. No cualquier sueño representa una verdad
 como esa, sino que entre todos ellos existe solamente uno que nos
 corresponde, los demás son solo engaños que tienen por fin
 separarnos del verdadero camino.
 El Ermitaño se encargaba de la creación de los sueños, habitaba en
 diferentes lugares, montañas, lagos, bosques, a los que los hombres
 no pudieran acceder. Se conoce poco sobre este fantástico ser, hasta
 se llegó a creer que no existía, pero cuando a alguien se le ocurría
 semejante idea, el ermitaño sorprendía con sueños que demostraban su
 fantástica presencia. De esta manera las personas siempre fueron
 correspondidas con su sueño perfecto, el ermitaño jamás se
 equivocaba, y sus creaciones eran cada vez mas hermosas…Cierto día
 el creador de los sueños enfermó, cuando su muerte se acercaba, en
 pleno delirio hizo su última creación, el mas magnifico de los
 sueños, pero no lo creó para la persona indicada, fue un sueño no
 correspondido, el error mas grave que podía cometer.
 Así fue como todas las personas dejaron de recibir su sueño
 perfecto, aquel que le enseñara el camino que deberían seguir, su
 verdadero amor…todas las personas, menos una, que fue la que recibió
 ese sueño que había creado el ermitaño mientras la muerte lo
 acompañaba, el sueño no correspondido era muy simple, el soñador se
 encontraba con un ángel en uno de sus paseos, y ese ángel le contaba
 cosas que le debería haber contado a otra persona, el gran problema
 fue que el hombre y el ángel se enamoraron, y el sueño se fue
 repitiendo noche tras noche, durante 1 año, hasta que un día el
 hombre, el receptor de la última obra de arte del ermitaño comenzó a
 sufrir de insomnio, la locura se apoderó del individuo dejando a la
 vigilia como única opción, pues el sueño ya lo había abandonado.
 El joven aldeano comenzó a vagar desolado por toda la ciudad, sin
 poder encontrar un destino que aliviara su dolor…esto es lo que
 sucede cuando recibimos un camino que no nos corresponde, aunque el
 amor de aquel ángel tal vez si le correspondiera.
 Las caminatas cada vez eran mas largas, las ilusiones cada vez se
 perdían mas, es lo que pasa cuando existe un mundo en el que las
 personas no poseen sueños.
 El joven se convirtió en anciano, su camino parecía terminar…- Te he
 esperado aquí sentada desde el ultimo sueño en el que nos vimos-…el
 anciano al escuchar esto rompió a llorar, miles de recuerdos le
 abordaron la mente, cuando se dio vuelta…ahí estaba con sus alas,
 esperando al moribundo hombre que alguna vez amó, con un gesto que
 solo poseen los que viven de la nostalgia, se acercó al anciano y
 comenzó a contarle la última historia que tenía para
 contarle…Existió una vez un hombre llamado Orión, era hijo de un
 dios, poseía una increíble fuerza, podía caminar sobre el agua, y
 tenía un aspecto hermoso. Le quitaron los ojos en una ocasión, y
 tuve que emprender un increíble viaje para recuperar la vista, lo
 llevó a cabo gracias a un niño que iba sentado en los hombros
 indicándole el camino, luego de haber recuperado la vista, Orión
 tomó el camino de regreso para buscar venganza por lo que le habían
 hecho, durante el viaje conoció a Artemis, que era la diosa mas
 casta de todas, hermana de Apolo, unos de los dioses mas poderosos.
 Artemis se enamoró de Orión, y lo convenció para que se quedara con
 ella en vez de buscar la venganza. Apolo al ver que la castidad de
 su hermana corría peligro envió un escorpión gigante para que
 eliminara al enamorado de su hermana, Orión luchó ferozmente contra
 el monstruo, y decidió presentarse ante el mismísimo Apolo para
 pedirle que lo librara de su perseguidor, así que emprendió a nado
 un viaje hasta el oráculo mas cercano para pedir su deseo. Artemis
 que se encontraba en el olimpo junto a su hermano, creyó que un
 ponto que vio en el medio del mar se trataba de el monstruoso animal
 que perseguía a su amado, entonces le arrojó una de sus flechas
 infalibles, cuando la diosa bajó a la tierra parta ver el resultado
 de su tiro, se dio cuenta de que había matado a Orión. Zeus
 enfurecido por el escándalo decidió destrozar el cuerpo de Orión con
 uno de sus rayos.
 Artemis con su corazón destruido, creó en el cielo con las
 estrellas, la imagen de Orión perseguido para siempre por el
 terrorífico escorpión, para no olvidarse jamás de su gran
 amor-…Ahora querido anciano, te voy a hacer una pregunta-(dijo el
 ángel)…-sabes por qué a veces los amaneceres están teñidos de
 rojo???-…-No-(respondió el anciano)…-Porque Artemis aún se sonroja
 de ver a Orión en el cielo-…esto es lo último que tengo para
 contarte, solo recuerda que el tiempo está enlazado por una elipse
 imaginaria que une los hechos mas diminutos con los mas importantes,
 nada de lo que hacemos es pasado por alto, cada amor que se logra en
 el mundo debería tener su amanecer enrojecido, aún en un mundo en el
 que los sueños ya no indican el camino de la verdad, nadie podrá
 encontrar a su amor correspondido, porque el amor tal como lo
 conocemos ahora, es fruto del delirio del que una vez fue el mas
 maravilloso artesano, el ermitaño, tal vez él se haya enamorado de
 la muerte cuando lo fue a buscar, eso no lo sabemos, solo puedo
 afirmarte que desde ahora en adelante cada persona creará su propio
 sueño, una ilusión a la cual le buscará un significado; cuando en
 realidad lo que está haciendo es alejarse del plan perfecto, aquel
 al que fuimos destinados, ese que el tiempo entrelaza, para
 ocultarnos que todo es eterno-…el ángel desapareció para siempre, y
 el anciano poco a poco fue muriendo, ese último había sido su sueño
 correspondido, tal vez desde algún lado el ermitaño haya reparado su
 error.
 Esta mañana desperté y tuve la sensación de haber tenido un sueño
 extraño, tal vez un ángel apareciera en el, hablándome…abrí la
 ventana para ver en que situación se encontraba el clima, y fue
 cuando me di cuenta…, el amanecer se sonrojaba por mi esa mañana.
 
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