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SOPLANDO EL POLVO O EL TIEMPO VUELA


-Mira, se han metido en aquella pequeña… ¿Casa?-Dijo Hugo estirando el brazo y apuntando con el dedo índice hacía una especie de choza hecha de cantos rodados mientras dirigía la mirada hacia su amigo que venía detrás de él corriendo y jadeando.
-Por fin, debemos llevar más de dos horas corriendo. Es increíble, si no lo hubiese visto con mis propios ojos…-Acertó a decir Víctor que medio doblado intentaba recuperar la respiración.- No entiendo cómo pueden correr tanto esos pequeños y condenados duendecillos, y eso que creo que no saben que les hemos seguido.
-¿Qué hacemos ahora?-Preguntó Hugo.
-Pues esta muy claro, les reclamaremos todo el tiempo que nos han quitado.
-¿Y qué podemos hacer para asegurarnos que han sido ellos?
-Acusarles directamente sin ningún tipo de duda.
-Espera, espera ¿Y si nos dicen que no saben de qué les estamos hablando?
-Está bien Hugo, yo hablaré. Les haré cantar hasta la Macarena.-Dijo Víctor ya algo recuperado de la larga carrera.

Poco a poco se acercaron a la pequeña construcción. Se agacharon para poder mirar por una de las ventanas y les sorprendió no ver a nadie en el interior de aquellos cuatro muritos.
-No parece que estén aquí.
-Claro que han de estar. Los hemos visto entrar, por lo tanto han de estar.-Aseguró Víctor no muy convencido de lo que decía pues sus ojos no alcanzaban a ver a nadie.
-Mira aquella esquina. Me da la sensación que tal vez…
-Hugo, entramos y lo averiguamos.-Los dos se pusieron de rodillas delante de la puerta. Víctor tocó con los nudillos la antigua madera. Sólo tocarla se abrió dejándoles la entrada libre. Cruzaron la puerta a cuatro patas y se fueron hacia la sospechosa esquina.
-¿Hay alguien aquí?-Preguntó Hugo alzando la voz.
-Has oído eso, has oído eso. Tenemos visita, tenemos visita.
-Tú y la manía de repetirlo todo, Pietro. Haz el favor de subir a ver quien es.-Dijo Honorato. Más conocido entre los duendecillos como Hono.
Al rato de esperar, y como a pesar de poner atención, Hono no oía nada, subió escaleras arriba.
-Pietro ¿Pero se puede saber QUÉ pasa? ¿Qué rayos es esto que flota en el ambiente?-Preguntó mientras dos humanos y un duende estornudaban sin poder evitarlo.-Díganme ¿Qué han hecho?
-He sido yo, Hono.
-Y ¿Se puede saber que recontrarayos has hecho, Pietro?
-Soplar el polvo.
-¿Soplar el polvo? ¿A qué polvo te refieres?
-Al polvo depositado durante siglos sobre el libro. Al polvo del libro.
-¿Qué libro? -Preguntó Hono confuso.
-EL libro de reclamaciones.-Contestó Pietro.
-Entiendo, el libro de reclamaciones.-Dijo Hono.
-Sí, el polvo es del libro de reclamaciones.
-Ya está bien, Pietro, deja de repetirte.-Gritó Hono.- A propósito ¿Quiénes son?
-No sé quiénes son, pero me han pedido el tiempo que les hemos cogido y…
-A ti no te he preguntado. Limítate a hablar cuando sea necesario ¿entendido Pietro?
-Entendido, Hono, entendido.
-…De cogido, nada, que nadie nos ha pedido permiso para llevarse nuestro tiempo.-Dijo Hugo levantando la voz…
-Estaría mejor dicho que nos lo han robado.-Añadió Víctor.
-De robado nada, que nosotros hacemos como Robin Hood…

-SIleeeeeecio Pietro.-Grito Hono.-El tiempo que se os coge, no nos lo quedamos nosotros. No somos ladrones, no se pierde, se les da a otros.
-¿Nuestro tiempo se lo dan a otros? ¿Y dice que nosotros no lo perdemos?
-¿Cómo se llama usted?-Preguntó Hono.
-Mi nombre es Víctor.
-Mire señor, el tiempo sólo se lo cogemos a las personas que les sobra y es para dárselo a otras a las que de verdad les hace falta.
-Como no se explique mejor….
-Verán.-Dijo Hono mirando a los dos humanos que aún estaban agachados.- Nosotros hemos sido creados para solucionar ciertos desajustes en el reparto de tiempo.
-Ja, ja, ja esa si que es buena ¿Y quien les ha creado si se puede saber?-Preguntó Víctor mirando a Hugo que afirmaba la pregunta con un rotundo movimiento de cabeza.
-Eso digamos que no viene al caso, al menos en este momento.
Se os coge tiempo cuando estáis dormidos. ¿Verdad que si os pasáis la noche despiertos se os hace eterna? Es que en ese caso no os lo podemos coger, os daríais cuenta. Sin embargo, si dormís, muchas veces se os pasa más rápido. En ese caso podemos actuar sin ser descubiertos.
También se coge tiempo a los que están muy ocupados trabajando. Es por eso que cuando uno está muy ocupado le parece que el tiempo ha pasado más deprisa, ja, ja, ja. Bien.-Continuó hablando Hono aparcando la risa al ver las caras de sorpresa de los humanos.-Ese tiempo que procedemos a trasladar de un humano a otro sirve para alargarle la vida a gente enferma, o para que alguien se pueda despedir de otra persona de una manera digna, o para que a una personita a la que sólo le tocaba vivir ocho años, pueda hacerlo hasta los diez. También para animales, gente importante entre ustedes, para evitar muchos accidentes… ¿Quieren que siga? Porque si quieren que continúe puedo estar aquí horas y horas explicándoles en qué empleamos el tiempo que les cogemos. Si entienden lo que hacemos, ya pueden irse por donde han venido, que tenemos mucho trabajo. Total igualmente mañana no se acordarán de nada... Si piensan que hacemos mal, entonces ya saben dónde está el libro de reclamaciones- Dijo Hono señalando el pequeño y viejo libro que descansaba sobre una mesa.
-¿Y que sucedería si así lo creemos y abrimos el libro?
-Si lo abren es señal de que reclaman su tiempo, si ese fuese el caso, les sería devuelto. Ocurra lo que ocurra mañana no sabrán que estuvieron aquí, si me disculpan, ya he perdido bastante de mi valioso tiempo con ustedes. Pietro ¿Eres tan amable de acompañar a estos señores a sus casas?
-Sí, si, claro, claro sí, si Hono, si.
-Antes de irnos me gustaría saber si alguien ha abierto el libro alguna vez.-Dijo Víctor.
-No son las primeras personas que llegan hasta aquí, hace algunos siglos, cuando yo era muy muy joven…Pero esa es otra historia. Buenas noches.-Hono se marchó escaleras abajo pensando en llamar la atención a los nuevos duendes. No se pueden dejar sorprender por los humanos, no, no señor. Anda que, vaya ayudante que tengo, soplando el polvo, ja, ja ja…


-Víctor, Víctor, despierta que ya son las doce del mediodía.
-Hugo, es que estoy cansadísimo, es como si me hubiese pasado toda la noche andando, o como si me hubiese acostado hace un momento, no lo entiendo.
-Yo también estoy cansado, pero habíamos quedado en ir al bosque a buscar setas.
-Sí, tienes razón ¿Y si lo dejamos para otro día?
-Como quieras.
-Me gustaría saber qué he soñado esta noche para estar tan cansado, no recuerdo nada.
-Pues yo he soñado con una especie de humo o niebla que lo envolvía todo. Lo curioso es que tras esa niebla se oían unas risitas como de duendecillos o enanitos.
-Es curioso el mundo de los sueños.
-Si, es muy curioso…

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Quiero dar las gracias por el pulido del texto a:
CLARALUZ

Texto agregado el 21-05-2007, y leído por 172 visitantes. (0 votos)


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