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CRÓNICAS DEL CAJÓN DEL MAIPO.

LA MINA DE COBRE DE FRANCISCO ASTORGA

Mi amigo Francisco tiene una mina de cobre, La Perdida, en el Cajón de Las Arenas, cerca de los Baños Colina, a 2.600 m de altura, Comuna de San José de Maipo. El volcán San José la vigila desde algunos kilómetros de distancia. Nos conduce a ella el camino que va a la mina de yeso Ferton. Estacionamos, entre blancos restos, frente al camino que sube a la mina, en un lugar donde hubo un acopio de yeso.
Subimos caminando por la senda que está destruida por los rodados -la nieve alcanza algunos metros en Invierno y se convierte en riachuelos que horadan los senderos arrastrando piedras multicolores- y cien metros más arriba encontramos cerrado el acceso por un alud de tierra. Entonces subimos por un rodado, que tiene piedras firmes en su base, sorteando las sueltas que se escurren bajo la presión de nuestros zapatos. Al llegar al lugar que hay que cruzar para llegar sobre la mina, un trecho de tierra cubierta de arenilla resbaladiza que mira los cien metros que nos separan del camino, Francisco me invita a seguirlo. Él camina sobre el precipicio como si estuviera en terreno plano. Yo, que recuerdo la caída a un rodado montado a caballo hace unos meses, me resisto a cruzar. Francisco hace unos hoyitos en el suelo para afirmar el pié y yo en cuatro patas intento empezar el cruce. Entonces mi amigo me dice que no siga porque ante tal inseguridad voy a partir rodando cerro abajo. Realmente la tierra suelta no es amiga mía. Tendré que trabajarla con paciencia, como a una mujer deseada, pero que me quiere poco. Él sigue como si anduviera por el paseo Ahumada. Yo desciendo los cien metros, cincuenta de rodado hasta llegar al camino destruido. Traté de llegar a la mina por el camino antiguo, pero el alud lo hace imposible. Bajé entonces hasta el auto.
Mientras espero al campeón subo a un pequeño cerro cuyas rocas están manchadas por un liquen de color naranja. Pequeños arbustos - la lengua de gallina, la michai, la horizontes y otras - crecen entre piedras sueltas y otras de color tierra, los fósiles. Recojo algunas piedras de cuarzo, una de color tierra -un fósil- y otras que me parecen interesantes. Una florcita pequeña, de pétalo blanco y centro amarillo, igual a una margarita pero pequeñita, se yergue a 20 centímetros del suelo, es la Artemisa.
Contemplo al frente una montaña, que limita con la entrada a la mina, que tiene terrazas inclinadas - las bordas - asemejando un palacio de piedra que imponente dejaron los gigantes en su ida de este mundo. A lo mejor alguno de ellos aún habita este lugar fantástico. ¿O fue la morada de mi amigo Bhandor, el último Dragón?
La cordillera entera se desgrana en ríos de piedra que después se convierten en fina arena. Son los rodados que se forman y escurren siempre en los mismo lugares. Francisco me dice: “Es imposible cambiarles el curso en su origen. Algo se puede hacer en la parte baja, pero siempre fluyen de el mismo sitio como el agua de una vertiente.”
Veo bajar a Francisco. Trae una botella llena de agua de vertiente. Con su GPS colocó una estaca en el lugar indicado para hacer la mensura de su mina. Hay que juntar palos secos para hacer una pequeña fogata y calentar los trutos de pollo y el tazón de té mientras nos tomamos unos vasos de vino blanco. El vino sólo después de bajar ya que el tomarlo antes significa bajar muy rápido.
Francisco Astorga mantiene siempre la calma. Es frío ante el peligro pero cálido para su familia y sus amigos. Lo pasó mal en la dictadura. Lo torturaron y vejaron junto a su compañera de la época. Estuvo en la clandestinidad y paso varios años preso. Compartió rigores con Juan Pablo Cárdenas Squella, Premio Nacional de Periodismo a quien conozco de siempre. Pero nada rompió su índole noble y su carácter bondadoso.


Bajamos los mil metros que nos separan de San José de Maipo. Nos tomamos en su casa una botella de licor de nuez que compramos en la Viña “Los Nietos” de San Alfonso. Nos llama Luís León, ex militar a cargo del museo del tren y de la Estación El Melocotón, que ha preservado dos locomotoras en el lugar, una a carbón y la otra diesel. Están haciendo un video para resaltar el arreglo de la diesel y necesita a Francisco. Terminamos en El Melocotón.
Luís León, ex –escolta de Pinochet y Francisco, ex torturado y detenido político por años durante la dictadura, se abrazan. Este país es de todos y Francisco no tiene rencores porque sabe que entre todos debemos levantarlo.
Ojala tengamos muchos Franciscos, que los necesitamos para sanar esta Patria aún herida, que necesita más igualdad y oportunidades y menos brechas sociales.

San José de Maipo, 4 de Mayo de 2007. Juan Carlos Edwards Vergara

Texto agregado el 26-05-2007, y leído por 348 visitantes. (0 votos)


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