No te tengo, pero te busco
Incesantemente a ti
Belleza pura; porque no te conozco
Ni te he nombrado, Ni te poseo,
Pero te busco,
Insolente del cansancio,
Sin pistas ni señal alguna
Sólo un deseo nacido,
Sólo un sentido.

No te tengo ni te sé
Intuyo que tu inocencia agrede
Olfateo una sonrisa de mantel sobre la mesa
No te tengo ni te sé
Más hay certeza en que me acerco
Al abrazo de humo, al beso de hojas de otoño
Que ven encumbrase el alma por la tarde que declina

No te tengo, pero te busco
Y de tanto buscarte te encontré,
Pero todavía no te tengo, ni te sé
Ni jamás te tendré, ni te sabré
Insisto nuevamente “te encontré”
En el momento del rastro,
En el instante del tiempo
Frente a un gran ventanal mirando al cielo
Lo celebró con la acacia que me mira

Repito ahora y por última vez
No te tengo, ni te tendré
Te busque convencido de esto
Y así también te encontré
Es un encuentro distinto, novedoso
Un encuentro como el de la ola con su orilla
Un encuentro despojado de otros
Una salida del mundo para arremeterle nuevamente
Una escena de sexo previa a la mancha que lo culmina

Te encontré y ahora
Sólo me queda esperar

Que te canses de ese mundo que te hace feliz
En la distancia que desconozco y en el lugar que ignoro.