En el Orco.




Hades está sentado en su gran trono aguardando la confirmación de un rumor muy poco feliz. Entonces entra Tisífone, una de las Furias, con la noticia propiamente dicha. Pero por supuesto, no habló hasta que el rey de los muertos no le hiciera una pregunta. Así se manejan las cosas en el Orco.
- Tisífone, hija de la Tierra, ¿qué has averiguado? ¿Acaso es verdad lo que dicen?
- Si, gran señor, es verdad lo que dicen. Crisaor ha muerto y su espada ha sido robada.
- ¿Quién pudo hacer tal cosa? ¿Y para qué robaría su espada?
- Imposible saberlo, mi señor –contestó la Furia.
- Imposible para muchos, pero no para el adivino Tiresias. Quiero que vayas a entrevistarte con él y que te diga todo lo que sabe y lo que sospecha.
La Furia partió al instante a consultar al adivino. Sin embargo, la respuesta que obtuvo no la encontró lo suficientemente satisfactoria como para repetírsela a su rey. Luego de pronunciar varias palabras rebuscadas y de saturar de versos a Tisífone, el adivino le dijo que no tenía las respuestas que ella buscaba: “Implacable Furia, no tengo respuestas para tus preguntas. Algo está por ocurrir, lo presiento. Algo grande. Sin embargo, no me está permitido saber esas cuestiones tan elevadas. Pero, si hay alguien que puede saber lo que está ocurriendo, son las Parcas. Ellas te darán tus repuestas y así podrás satisfacer a tu rey. Ve y consúltalas.”