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Era un día como cualquier otro, mi amor se despertó, y como siempre, despertó ilusionado. Tenía metas, sueños, esperanzas, que sé yo, muchas cosas que siempre hacían que él se sintiera feliz.
En sus ratos libres le gustaba cerrar los ojos y soñar con un futuro lleno de planes, y basado en la creencia de que el amor verdadero siempre gana todas las batallas; y si de algo él estaba seguro es de que ERA UN AMOR VERDADERO... tendría que salir triunfador.

Sin embargo otro día cualquiera (o por lo menos eso creía él) despertó y notó que lo que tenía a su alrededor era cada día un poco más diferente, y ese día en particular todo estaba irreconocible. Algo estaba pasando, pero él era un amor verdadero y no tenía por que dudar de que ganaría el día de hoy.
Quizás salió muy confiado, excedido en la creencia de su poder. Se le olvido pensar que el amor verdadero necesita una arma para defenderse y salió a la batalla sin ella. EL AMOR CORRESPONDIDO.

Afuera encontró bestias indescriptibles, con ojos llenos de odio y de desprecio, se enfrentó a puños contra ellos, pero eran muy poderosos, así que decidió volver a casa y buscar esa arma que había olvidado.
Mal trecho, ensangrentado y con poca energía para mantenerse de pie, casi a rastras, llegó, entró a su casa y buscó su arma. Primero con calma, paciente de que en algún lugar tendría que estar, pero al notar que no la encontraba empezó a desesperarse y desbaratar todo buscando en cada rincón, teniendo que romper o destrozar lo que estuviera a su paso con tal de encontrarla. En algún lugar tendría que estar, él estaba seguro que la tenía.
Sin embargo sus contrincantes no esperaban su regreso, en realidad salieron tras de él y ya habían llegado a la puerta de su casa. Escuchó el crujir de la puerta y las ventanas. Habían ya entrado.

Se arrastró literalmente a su habitación; atrancó con todo lo que pudo la puerta, estaba aterrado y sobre todo triste y desconsolado. Se acababa de dar cuenta que no tenía su arma, que la había perdido; alguien quizás se la había robado.
Vulnerable y a sabiendas de que no podría defenderse más se agazapó en un rincón del cuarto y espero que las bestias destrozaran la entrada y llegaran por él.
Describir el atentado sería un salvajismo literario, pero sin embargo, cuando la casa quedo en calma y vacía, se escuchaba el quejido leve, casi inaudible de aquel amor. Milagrosa mente seguía vivo.

Sólo y abandonado sólo espero que él tiempo sanara sus heridas o le causarán la muerte; poco a poco fue sanando, pero todo el tiempo que estuvo tirado agonizando, muriendo, sólo podía pensar en una cosa: ¿dónde estaba su arma?, ¿cuándo la había perdido?, De saber que no la tenía, nunca hubiera peleado.

Un día logró por fin ponerse de pie y salió huyendo, temía que sus agresores volvieran y terminaran con su vida.
Se dio cuenta en su huir que caminaba con miedo, todo a su alrededor le causaba un poco de temor; que se había vuelto inseguro, indeciso. Sólo tenía en la mente que un día se sintió capaz, fuerte, poderoso, y fue masacrado y destrozado en vida; no podía volver a tener seguridad, la seguridad causaba dolor.
Bajo ese pensamiento se refugió en su impotencia y en su inseguridad esa sería ahora su arma; su aleada fiel, lo que lo llevaría a librarse de todo ese dolor que vivió.

Un día se encontró con esa arma robada, volvió como las espadas de poder de los cuentos, que siempre vuelven a la mano de su dueño; sin embargo la dejó caer, sus ojos se abrieron y su mente trajo el recuerdo de aquel día de terror; fue como ver a esas bestias reflejadas en la espada. No pudo sostenerla en la mano, el miedo lo paralizó y lo hizo correr.
Ya lejos se sentó y lloró desesperado, era lo que él tanto estuvo buscando; pero ¿qué podía hacer con ese miedo que le corría por las venas?, ¿qué hacía con esos recuerdos, con todo lo malo que sentía y que lo llevaba a siempre a correr?.
Pensó que quizás ahora si sería un AMOR VERDADERO INVENCIBLE, pero ¿qué pasaría si en otra batalla, su arma volvía a ser robada? No podría volver a sobrevivir, su cuerpo ya había quedado mal trecho y desalineado, su habilidad ya no era la misma, algunas partes de él habían sido mutiladas; ya no tenía tanta energía ni tanto poder como antes, aun cuando estaba solo. Esta vez, una vez más, si lo matarían.

Sin embargo se volvió a topar con su arma, y decidió que el amor verdadero tampoco es nada en la vida sin ella, aunque caminé solo, lejos de todos para evitar el mal. Así que tembloroso la tomo en las manos y admiró su belleza; era eso lo que él mas amaba en la vida y se fue caminando con ella.

Desde ese momento viva con miedo, inseguro, temeroso, en las noches despertaba sobresaltado recordando esa batalla bestial, sollozando, sudando frío, aterrado; pero EL AMOR VERDADERO SIEMPRE TRIUNFA... y quizás, este cerca el día de su muerte o de su coronación triunfal.

A lo dejos, en un jardín de ensueño, muy parecido al paraíso terrenal, se ve una lapida bajo la sombra de un árbol frondoso, abonado nada mas ni nada menos que con los restos que yacen bajo de él… y en esa lápida si te acercas se puede leer con letras de colores fabulosos, hermosos a la vista de cualquier ojo… EL AMOR VERDADERO TAMBIÉN PUEDE MORIR.

Texto agregado el 06-06-2007, y leído por 88 visitantes. (2 votos)


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04-07-2007 dedicate a las matematicas i_s
 
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