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Una vez estuve muy enferma. Tanto, que me tuvieron que intervenir quirúrgicamente, aplicando anestesia general. Recuerdo los túneles y toboganes rojos bermellón, fucsias y verdes fluorescentes. No recuerdo si el viaje era hacia afuera (hacia el espacio exterior) o hacia adentro (en el riego sanguíneo)... que al final viene siendo exactamente igual, pero en distintas dimensiones.

Yo estaba en una célula, o en una estrella, y desde allí descendía a gran velocidad por parajes extraños, sanguinolentos, llenos de plasma, plaquetas y tejidos, o de polvo estelar y cometas, con formas geométricas y caleidoscópicas.

Desde allí sentía a papá, que aguardaba afuera del quirófano. Eso es lo único que recordaba en ese momento del mundo de afuera. Desde entonces aquellos encuentros con fantasmas y apariciones se hicieron más reales. Los viajes astrales se volvieron tan reales que puedo describirlos perfectamente y no se borran de mi mente.

Varios episodios han ocurrido de seres que en vida fueron muy preciados para mí, que se manifiestan de alguna manera desde allá, el otro lado, el cual ya he visitado y donde voces amigas me preguntan cómo es el mundo de acá, pero no con voz audible, sino con la mente.

Con Elisa escuchábamos una canción, que era nuestra favorita. Todas las veces que iba a estudiar con ella la poníamos una y otra vez. Su deseo siempre fue terminar la universidad. Qué tal la vida, o el destino TAN literal, que se la llevó al otro día de haberla terminado.

Los mariachis tocaban sones alegres y "Las Golondrinas" pues ya nunca regresaríamos a las aulas de nuestra preciosa Universidad. Mis compañeros disfrutaban del momento con sus familias... y yo estaba sola. Unas lagrimillas se me escaparon cuando sentí un abrazo cariñoso, tal vez de los más tiernos que he recibido en mi vida: ¡era Elisa!

¡Pero si ella jamás había sido cariñosa! Y menos dando muestras físicas de aprecio (le chocaban los besos y los abrazos, mucho más los "te quiero"). Al día siguiente se marchó con la aurora y durante el velorio su hermana nos pidió que le escribiéramos en una libreta un mensaje. Yo quise poner algo, pero la impotencia y el dolor no me lo permitían, así que sólo puse el coro de nuestra canción preferida.

Meses después, ya en el Caribe Mexicano y una vez superados los llantos, su hermana y yo "pudimos" por fin hablar sin que se nos nublaran los ojos y ella me dijo: "Algo muy extraño pasó" y sacó la libreta y me mostró una página, para que yo le dijera si sabía quién la había escrito o si sabía lo que significaba.

Le dije: "Fui yo. Era nuestra canción". Y me preguntó si de verdad había oído la letra, y me la puso en el viejo cassette de Elisa (inconfundible)...

La canción describe literalmente cómo ocurrió la muerte de Elisa.




Texto agregado el 07-06-2007, y leído por 308 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
12-06-2007 Está excelente***** omenia
07-06-2007 Uff, este relato esta cargado de sencillez y maravillosa ternura. EL tema de la muerte, la familia, la amistad todo mezclado magicamente. Bravo. mandragoras
 
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