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(Creado el 25/05/07 - Editado 20/06/07)

Yo tengo un cuento que empieza fatal y que termina en dos o tres palabras que aún no entiendo, pero me gusta que estén allí. Tengo también, un ánimo con olor de libertad, para sentir ese afán empalagoso que me rebalsa de exagerada alegría, al recordar aquello que alguna vez he sentido con siquiera, conversar contigo.

Tengo dos plantas siempre vivas, colocadas de forma perfecta gracias a mi madre, sobre la cornisa de la ventana de mi sala. Al amanecer las veo reirse con el sol y entonces tengo una sonrisa de satisfacción profunda. Son las únicas cosas de mi casa que siento se despiden de mi, antes de acudir al trabajo.

Tengo guardada, en el closet, una guitarra nueva y vieja, en su empaque original, que me regaló mi padre. Aún no adquiero aquel arte que me falta, a pesar del post-it en el refrigerador, recordándome esas clases pendientes.

Tengo también dos gatos, que no son míos, pero como si lo fueran. Uno llega a las siete, por la noche, cuando caigo en casa cansado por el trabajo y el otro a las tres de la mañana, como si quisiera preguntarme si me encantó la última película del cable que veo hasta que se me apaga el intelecto. Ambos gatos quieren lo mismo siempre: un poco de cariño sobre las peluzas, para luego salir huyendo, cuando sus dueños les llaman. Uno vive en el piso de arriba y el otro en el piso de abajo. Creo que no se conocen, pero se que serían buenos amigos, si coordinaran horarios.

Cuando salgo por las mañanas, un taxista amigo, al que no le tomo sus esforzados ánimos de llevarme. me entrega "saludos para la novia". Yo prefiero ayudar con mis pocas monedas, al taxista octogenario que sí me lleva. Es mi amigo por que de una u otra manera, tengo claro que ahí, existes al menos un poco, cuando te menciona.

Al llegar a la oficina, me siento detrás de un cuadro con una inmensa cumbre elevada sobre manantiales, hermosas flores y colibríes celestes de dorado brillo. Su presencia es tan fuerte y el cuadro es tan grande, que percibo una energía intensa transformándolo todo a la velocidad alada de aquellos pajarillos, allí plasmados.

Tengo el reflejo de esos colibríes, sobre un ventanal que me permite ver a todos los que aquí trabajan. Sentado en mi escritorio, puedo ver sus gestos, sus actitudes, sus deseos, sus triunfos, sus fracasos y sus sanas complicidades, viviendo junto a mi, en esta oficina de bidón de agua de mesa y máquina de café.

Y cómo no mencionar al café, que siempre me hace sortear al encargado de turno, para que haga el mandadito y podamos llenarla de ese aroma matutino, tan motivador.

Pero el punto es que también tengo un cuento dentro de un cajón. He decidido dejarlo solo, sólo para forzarme a continuarlo. Lo he leído muchas veces por que es corto aún. Pero la culpa me trunca la tranquilidad. No encuentro la forma de terminarlo con estilo. Rondando unas librerías del centro, obtuve la idea de escribirte en él. La idea de forzar la imaginación y dibujarte con palabras, empezando el intento, hace ya cuatro meses y medio aproximadamente, el mismo tiempo ya, durante el cual no nos hablamos.

En ese afán portergado de escritor, me puse a recordar por qué te conocí. Si fui yo, si fuiste tú. Si fue la casualidad o lo premeditado nos halló. Si fue sólo un clic, o un diálogo enmeneseado, que por cierto espero no sea el caso. La idea de lograr hallar la respuesta en el cuento de una forma tal que te hiciera recordar y sonreir fue el objetivo. Tengo aún tu figura leyéndolo sobre las gradas de la entrada a tu casa, o las hojas cayendo, desde los árboles que viven junto a ti, enviándote sus regalos.

Me puse a pensar también, si acaso, sabes tanto de mi, como yo, de aquello que he podido contarte. Y me puse a pensar en ello, porque buscando cómo sorpresas darte, dudé sobre si sabías o no de mi, un sin fin de pocas cosas que sorpresa podrían causar en la lectura.

Y entonces me puse a inventar, y me sentí ¿libre como el viento? No, eso no podría ir. Es una frase trillada -pensé-, así que tras varios intentos espaciados pensando lo mismo, se me atravesaron estos cuatro meses y medio, y finalmente no pude escribirlo, hasta abandonarlo en el cajón, solitario.

Pero tengo además del cuento inconcluso, al menos un lado bueno a todo esto. Estos meses han servido para darme cuenta de los detalles vivientes que llevo en casa y de la naturaleza errante de ese cuento sublevado, que ha osado declararme vacío.

Hoy un golpe de realidad me trajo al frente de varias semanas de inactividad. El tiempo cambió injustamente. El gato de las siete nunca llegó a recibirme. Ya por la mañana, tu espacio no sería reclamado por taxista alguno. El sol se quedó preso tras las nubes de invierno y mis plantas se marchitaron en el compás de espera. Abrí el ropero y vi como mi guitarra, como si triste fuera borrando, uno a uno, sus anhelos por ser tocada. De madrugada, las historias en la TV se programaron repetidas y me entretuve con más angustia, esperando al segundo gato, que tampoco llegó.

Estoy aquí, llegando a la conclusión, que he perdido el disfrute por el perfume del café de la oficina y no veo el reflejo de ningún colibrí sobre este ventanal, que ahora me separa más de la gente.

El final inesperado que no hallé en el cuento, me dejó vacío, apareciendo en mi vida. Me dí cuenta hoy, que de un cuento, nada salía y que la realidad es la peor fantasía.

Texto agregado el 13-06-2007, y leído por 338 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
16-11-2007 Muy bueno, si digo mas, nose, ya te han dicho casi todo, hay dos cosas de las cuales queria escribir, tu las as puesto en un mismo escrito, nuestras historias reales no siempre terminan con final feliz. poetasantafesino
15-11-2007 Me gustó, pero el ritmo me pareció a veces un poco irregular. El tema es muy bueno, y lo desarrollas muy bien. Tal vez hay ciertas cosas que escapan al sentido del cuento (o a mi se me perdieron), sin embargo me parece, como alguien dijo por ahí, una excelente demostración de manejo de lenguaje e imágenes mentales. Felicitaciones! Taconvino
27-06-2007 La pesadilla de todo el que aspira a escribir: Terminar algo con estilo, incluida la realidad. 5* y saludos Dark_Rider
24-06-2007 Seré honesta, me gustó la forma en que describiste todo hasta el grado de poder imaginarlo y conservar en mente la imágen de principio a fin, sin embargo, fue precisamente esa fuerza de detalle la que poco a poco fue apagandome la llama que tenía en mente, no esperaba un final como ese, lo que me da un gusto, pues finalmente lo inesperado del final siempre es trascendental en la mayoría de los cuentos que lo necesitan; me gustó la incognita que le dejas al lector con aquello del cuento sin terminar y de la frase "incómoda" que deja al persona botando el cuento en un lugar clave y propio, jamás utilizado por otro docto., en lo personal reduciría algunas cosillas que me parecen metidas a fuerza, el cuento da como un giro en el nudo y eso me dió fuerza de seguir leyendo, el principio me pareció un poco agobiante por lo que te digo de la descripción, pero del clímax al final me pareció muy bueno. HaditaVelHer
24-06-2007 ***** Sarcastica
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