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Extraña Experiencia

Era uno de esos días en los que la presión de la atmósfera o la densidad de los aires no te dejan respirar a pulmón abierto.
El día que apenas comenzaba, parecía estar en su ocaso. Y yo, Don Pecador, estaba meditabundo en mi sillón a causa del dolor de mi alma… o… del corazón… o de no sé qué; sólo sé que un gran peso me agobiaba… Mi Vida… ¡Cuánto me pesaba! Me tenía sin aliento. Al momento, alguien se acercó muy sigilosamente rodeado de una áurea luz y a su paso traía un manto rojo que me envolvía poco a poco hasta quedar aislado de mi mundo. Allí, donde sólo estábamos Él y yo, no había peso ni dolor. Una sensación extraña comenzó a embargarme, algo parecido a lo que describen como Paz; nunca había sentido tal cosa. De inmediato, maliciosamente pregunté.
_ ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas?
Él respondiendo dijo:
_ Soy un gran amigo, me llamo Perdón Divínez.
_ ¿Perdón Divínez? No creo conocerte. ¿Qué haces aquí?
_ Permíteme explicarte. En realidad, siempre estoy aquí, desde hace más de dos mil años estoy cumpliendo una misión en la tierra. Y tienes razón, no me conoces, sino, no estuvieras en ese estado tan deplorable; justamente esa es mi misión, dar Paz y Libertad a quienes me conocen.
_ ¿Paz, acaso existe? y ¿Libertad? Yo soy libre, no estoy en una prisión.
_ No en una prisión de rejas de hierro, querido amigo, donde desear salir no es suficiente. Los barrotes de la prisión donde te encuentras son más fuertes, pero, sólo tú puedes decidir salir o quedarte dentro de ella; déjame decirte algo más, esa cárcel ya está abierta, yo la abrí hace mucho tiempo.
_ Definitivamente estás loco, no sé de qué hablas.
_ Escucha con atención.
El hombre se hace prisionero a sí mismo dándole rienda suelta al pecado, y es su propio verdugo cuando cree merecer un castigo. Don Sata, se encarga que así sea. Hasta que el alma, con gemidos indecibles, clama el Perdón, entonces, aparezco y le muestro la puerta abierta; sólo tiene que salir. Pero el afán, la culpa y sus propias interpretaciones lo desvían del camino a seguir, y como todos, piensa qué hacer para ganar el Perdón.
Ahora disculpa se acabó mi tiempo, tengo que partir.
Y dando media vuelta se dirigía a la puerta.
_ Espera, tengo otra pregunta.
Conociendo cuál era mi pregunta, con rostro amable y sonriente señaló con su índice diciendo:
_ Esa, la responde Ella.
Me volví para ver a quién se refería, y deslumbrado por tan sublime belleza apenas atiné a preguntar.
_ ¿Tú quién eres hermosa mujer?
Con voz dulce, pero firme, respondió:
_ Mi nombre es Gracia, o Misericordia como algunos suelen llamarme.
_ Gracia… Misericordia… tan sublimes como tu belleza, por favor apacigua mis ansias con la dulzura de tu voz, dime: ¿Qué debo hacer para ganar el Perdón?
_ ¿No entiendes, angustiado caballero, el significado de mi nombre? Es un favor a quien no lo merece. No es con obras para que no tengas de qué enorgullecerte. Sólo invita a Divínez a entrar y quedarse en tu corazón Perdón hay en abundancia para el ser humano, ahora ve y dilo a otros. Esto es real.
Sin más palabras desapareció de mi vista, y nuevamente me hallaba en mi sillón, ahora tratando de descifrar ¿Fue sueño o realidad? ¡Extraña experiencia! No, no, no, muy fácil para ser cierto. ¡Caramba! ¡Cuánto pesa mi vida!

Texto agregado el 21-06-2007, y leído por 74 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
13-07-2007 Jejejeje. Vaya vaya... Parece que Don Pecado sigue sn encontrar la salida. Muy bien trenzado, me gustaron los nombres de los personajes!!! xung0
23-06-2007 Estupendo, vaya experiencia, pero un cuento muy bien elaborado, solo le falta un tin de tension, someterlo a mas presion... pero es un lindo intento... En hrabuena, mis 5* lekbir
 
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