TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / tilcara / La Gran Empresa

[C:299]

Cuando Daniel se embarcó en aquella gran empresa, en aquel gigantesco sueño, para el cual se sentía predestinado, ni una sola vez prestó atención al pensamiento que ocasionalemente lo visitaba de que no era posible.
Nada podía suceder para el que desistiera, para que guardara sus proyectos en un cajón y al fin se rindiera. Tal vez porque definitivamente confiaba en que algo superior lo asistiría, en que en el Tiempo aquello que el quería construir ya estaba hecho. Y Daniel estaba dispuesto a esperar lo que fuese necesario para llegar a ese día. El quería estar ahí.
Desde que empezó golpeó puertas, explico una y otra vez lo que él quería hacer. Algunos le decían que volaba demasiado alto, que sus sueños eran excesivamente grandes, que la vida era otra cosa y que mejor pensara en algo más chico que sirviera para tener un buen pasar. Que de una vez por todas puesiera los pies sobre la tierra.
Daniel, era cierto, no podía pensar en hacer algo y que eso no generara millones de pesos y cientos de puestos de trabajo. Todo lo que se le ocurría, aparte de ser novedoso, era enorme, ambicioso. Las ideas, a pesar de su extravagancia, a los demás le parecían maravillosas, nuevas, atrayentes y prometedoras. Todos quedaban seducidos ante tanta inteligencia e imaginación, amén de aquellos hombres confundidos de siempre que no creen en la verdad de las ideas hasta tener alguna prueba. Y como, por alguna razón misteriosa, incomprensible, los años comenzaron a pasar y los proyectos millonarios de Daniel si bien no estaban archivados, no llegaban a concretarse, estos continuaron siendo para algunos una “gran posibilidad”, y para otros la prueba de que Daniel era un soñador y un loco. Daniel llegó a verse a sí mismo como una Gran Madre a punto de parir, cada pujo encerraba dentro de sí la eterna esperana e ilusión de ser el último, pero la criatura decidía permanecer aún dentro del útero.
¿Será que es tan bueno lo que quiero hacer y por eso cuesta tanto?, pensaba a veces.
¿Será que cuando algo es concebido desde el Amor, en este mundo desvirtuado, no le es tan sencillo encontrar el canal por donde expresarse o manifestarse?.
En estas cosas pensaba, y pensaba también en qué quería hacer él con esos millones que calculaba se podìan generar. Esto era lo que con tanto fervor intentaba en cada reunión transmitirle a quien lo escuchara.
Daniel sabía del dolor, sabía de la pena, conocía las experiencias por las que pasa cada una de las almas que nacen en la tierra. Sabía del significado de la vida, de la lucha, de la inseguridad, de la angustia, no sólo a través su propio drama personal, sino porque desde chico prestó especial atención a la naturaleza humana.
Daniel quería ayudar, quería darle a la mayor cantidad de personas posibles una mejor existencia, una posibilidad diferente a la que tenían. No como un capricho personal, no para autosatisfacerse, sino como una misión impuesta a él desde un plano superior, más inteligente que el conocido.
Daniel sabía del hambre. Del hambre espiritual, del hambre del estomágo, del hambre de visión. Y él podía hacer algo, desde la palabra, desde el dar trabajo, desde el amor.
Pero los años siguieron pasando, y los proyectos siguieron siendo una posibilidad para muchos. “Cada vez falta menos”, pensaba Dabiel y así la llama nunca se apagaba. Y así pasó largos períodos de alzas y bajas, otra vez pasó por la escasez, la inseguridad, la incertidumbre. Pero jamás, ni una sola vez, pensó que su sueño no era posible.

Texto agregado el 24-07-2002, y leído por 354 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
05-07-2007 perseverancia ... sendero
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]