Existen imágenes oníricas que parecen surgir de distinto material percibido en la vigilia condensado. De ahí que el psicoanálisis presta atención a las condensaciones porque tales imágenes encierran contenidos múltiples de interés para el uso del yo de la vigilia. Es decir: el yo de la vigilia trata con lo disperso, el yo soñador o el intelecto soñador trata con material condensado. Dirán, quizás, que estoy al revés, pero creo que es lo disperso que surge de lo condensado. Dirán que es al revés, pero estoy convencido que lo que nos ocurre de manera dispersa en la vigilia primeramente ocurre condensadamente en esta totalidad nuestra dentro de la cual cabe como manifestación de sí misma y vehículo comunicacional el sueño.

¿Qué interés puedo tener en cómo tú me miras? Busco detrás de tus ojos hasta convertirnos en dos seres que emanen rayos. En vigilia quizás me encuentre con tus hijos o con tus restos para con los cuales poseo una responsabilidad de nutriente.
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A veces me pregunto ¿a qué nos remite la música? y creo que es a un estado de unión*, no contigo, marico, sino con otra cosa.


*Estado de unión ónticamente imposible o inadquirible a menos que sea mediante una conexión ontológica. Pero, como todos sabemos – como se dice – lo ontológico nada tiene que ver con uno mismo (con el yo de la experiencia). Existe una suerte de cordón umbilical (porque el yo de toda posible experiencia existe a pesar de las convicciones del otro.)