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La Luna gorda como un sabañón de ceniza, recibió el hálito famoso, hizo así con la nariz, y vio el vaho en las lentejuelas de su traje cósmico. Leve, entre la noche y la madrugada, fijó su atención por los intersticios de la casuca del poblado de El Melón y por donde la luz se colaba por colarse no más, la leche gorgoriteaba gozosa sobre una salamandra despidiendo un aroma que reciencito terminaba de despertar. Sacudiéndose el mentado aroma entre el sopor y la ebriedad, echó éste a recorrer la cocina, la familia de ajos y cebollas diseminadas por las paredes, por los afiches de santos y cantantes, fue a ver a las gallinas, a los caballos que sintieron el olor casi a la misma vez que la luna....,se fue al dormitorio de los niños, los miró dormir, les acarició el pelo, y decidió después del beso diseminarse y continuar en varias lenguas lamiendo lo indecible, los afueras y los adentro, haciendo una fiesta con el hervor de la leche que se hinchaba e hinchaba sin remedio. Una lengua fue hasta la escoba de curahuillas hirsutas, y miró de cerca un viejo ratón explorador en busca de comida para los suyos. Otra lengua se estremeció al tropezarse de sopetón con dos escopetas muy despiertas, listas para la descarga, obedientes al amo que estaba en el baño. Otra lengua se metió a otra casuca y vio un rifle veterano, entusiasta, ansioso por salir a la batalla y rememorar los estrépitos que lo sacudían del óxido y el polvo. Y así, las lenguas de leche se fueron multiplicando y aromatizando todas las casas, las gentes que dormían, y aquellas otras que estaban por comenzar la cacería. Sin embargo, una lengua menor, casi insignificante, erró hacia el cerro, se enredó de espino en espino, de roca en roca, de una oquedad de tierra pasó a expirar en una oquedad cartilaginosa y nasal de quien, sobresaltado sintió el dulce olor de la leche caliente, pescó su morral, agarró el arma y desparramando los vestigios estériles de cierto fuego, se terció la madrugada en bandolera, y huyó para al menos ganarse otro día de ir por ahí, huyendo de las balas...



Antofagasta, noviembre de 2000.

Texto agregado el 04-07-2007, y leído por 437 visitantes. (12 votos)


Lectores Opinan
06-07-2012 qué sensorial :) celiaalviarez
25-02-2011 Qué enorme placer me da leerte. Tus relatos no son solo excelentes sino que se saborean, huelen rico. Como la peli "Como agua para el chocolate ". GeorgeSand27
22-09-2008 me gusto mucho. mcgraw
06-08-2008 Me encantó. Atrapador de principio a fin. ***** fabiangs
18-05-2008 lujurioso!! Cariños efelisa
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