Por fin sé como te llamas,
por fin me siento más cerca de ti,
y reconozco haberte dado mucho trabajo
en estos días.

Sé que me ayudas,
pues me siento acompañada,
en las pruebas que la vida,
suele deparar en mi camino.

Y te agradezco de corazón
el haberme elegido
para acompañar mis andanzas
mis penas, mis alegrías.

Te debo varios alientos:
tomadas de mano, levantadas en andas,
empujones, apretones,
pero sé que estás ahí,
y me atrevo a llamarte cuando me siento débil,
aunque sé que la fortaleza viene de mi propio corazón.

Gracias por estar, muchas gracias.