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La noche tormentosa, no dejaba ver el resplandor azulado de la luna sobre las rocas del acantilado.
La mujer vestida de blanco, estaba al borde del mismo, pisando el filo de piedras que estaban en el raso, justo antes del gran vacío.
El coche de color rojo vivo, tenía las puertas abiertas, la radio a todo gas tocando una musica, que se asemejaba a la nuestra en aquellos dorados años cincuenta.
En su interior tumbado mientras fumaba su último cigarro de cocaína, el marido de Alandra.
Alandra esperaba los rayos azules de la luna, aquellos rayos la rejuvenecerían y la darían la fuerza para ser amada de nuevo por su marido.
Su ojos verdes miraban la mar picada, la espuma blanca chocando con fuerza brava contra las rocas, sobre las cuales esperaba su alimento nocturno.
Alandra y su marido llevaban viviendo más de mil años, desde los comienzos de la creación de aquel mundo, la tierra de la inmortalidad, conocida también como Azonia.
Mil años de amor, pasión y condena inmortal, sólo sobrellevada por la luna y su azulado reflejo, las mujeres de Azonia debían de volver a la juventud con esa luna, las noches no eran muchas y las oportunidades de envejecer en aquella atmósfera de inmortalidad eran variadas, algunas de aquellas mujeres no habían alcanzado el grado de juventud de nuevo, vivian el tercer grado como ellos lo llamaban, el grado de la vejez inmortal.
Alandra se moria de angustia sobre las rocas, la luna maldita se escondía entre la tormenta y su agonía era cada vez más profunda, su mirada se fundía entre la oscuridad y la belleza de aquel bravo y espumoso mar que como un látigo de agua sacudia el acantilado con firmeza y sin descanso.
De pronto se abrió un claro, la luz llegó hasta Alandra, está levantó sus brazos y alzó su maravillosos ojos de mirada verde hacia la misma.
La luna de Azonia era increiblemente grande y poderosa, su luz azul hacía que los habitantes de aquel mundo cayeran a sus pies como si fuera una diosa llena de gloria y esperanza para todos ellos.
Alandra comenzó a sentir los rayos en su cuerpo, en su alma, en su corazón.
Su piel arrugada en fase de tercer grado, se iba extendiendo poco a poco, Alandra no se miraba sus manos, no miraba nada de ella, sus ojos sólo eran para aquella gran luna azul, que la iba devolviendo poco a poco, como si fuera un gota a gota, la vida, el segundo grado de juventud, un grado que haría que su marido la amara de nuevo, cómo si fuera una dulce joven rondando los treinta años de edad.
Alandra había esperado doscientas lunas hasta que en esta noche, esa luna la estaba dando la libertad, el regalo de su juventud de nuevo, la esperanza de ser amada otra vez.
Cuando Alandra estuvo recuperada, volvió al coche rojo, su marido dormido por el efecto de la droga, no podía contemplar la hermosura de su mujer, revitalizada por aquellos rayos azules de vida.
Alandra lo miraba con tristeza, sabía lo que él habia pasado, doscientos años a su lado, sin poder disfrutar del amor, del sexo, ni de la pasión.
Alandra trató de despertarlo, pero estaba demasiado ido, demasiado envenenado por aquel misero cigarro de cocaína submitica que lo había convertido poco a poco, noche a noche, en su esclavo.
Miró a la luna con amargura, la culpaba por su tardanza en haberla dado la juventud, en haber hecho lo que hizo con su marido.
Se sentó al volante y pulsó el botón de despegue. El coche se elevó en medio de la oscuridad. Pulsó un segundo botón y el vehículo puso rumbo en dirección a su hogar.
Aquella noche, Alandra no haría el amor con su marido, pero habría más noches, más momentos para desintoxicarlo de su veneno y amarla como siempre lo hizo, ahora tenía una segunda oportunidad para ello.
La luna azul de Azonia era la llave para conseguir el segundo amor con el mismo hombre. Pocas mujeres tenían aquella oportunidad en verdad, como ella la tenía ahora ...

PD: 'La esperanza es lo último que pierde aquél que posee un corazón latente, aquél que todavía se aferra a un alma joven, capaz de amar y vivir un segundo momento en la vida ....'.

Escrito por Carlos Them

© Copyright Carlos Them 2007. Todos los Derechos Reservados. All Rights Reserved.

Texto agregado el 06-07-2007, y leído por 260 visitantes. (0 votos)


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