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Inicio / Cuenteros Locales / borarje / Para el desayuno, fruta y vino

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--Qué hermosa, me encanta que hayas venido --dije en cuanto abrí la puerta.

Desde que el timbre sonó sabía que se trataba de ella; siempre tan puntual. Siguió un intercambio de besos de mejilla a manera de saludo. Entró inundando el lugar de fresco aroma a dulces cítricos, efluvios de jeventud.

--Ve a la terraza, todo está dispuesto, enseguida estoy contigo. Siéntete en tu casa.

Ella sonrió, en su sonrisa noté dejo de picardía. Se dirigió hacia donde le indicaba con un ademán. Al través del cristal de pared a pared que separa la estancia de la terraza se filtraba intensa luz de sol. Cuando estuvo a contraluz pude percibir, de manera fugaz, el contorno de su maravilloso cuerpo sin el estorbo de la ropa. Tenía como marco frondosa bugambilia repleta de flores. Como para un cuadro con la primavera como tema.

Cuando regresaba con el vino, un Château Cheval Blanc 1990 que guardaba para una ocasión muy especial, la sorprendí con una manzana entre sus manos, llevada hasta sus labios ligeramente abiertos; con los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás, sentía la roja piel del fruto con la punta de la lengua. Y en el fondo del escenario, el majestuoso mar Caribe de turquesa vestido.

--¿Ya te fijaste lo hermoso que amaneció el mar? --pronuncié al entrar.

--No me canso de admirarlo. Y el resplandeciente sol que lo calienta y lo reviste de cristalinas tonalidades; transparencias que invitan a sumergirse en placeres profundos --recitó con suave voz mientras se encaminaba hacia el barandal para contemplar la escena unos instantes. Como movida por un impulso, clavó lentamente su blanca dentadura en la manzana. Mientras arrancaba el bocado, un hilillo de fresco jugo se fue alargando desde la comisura de sus labios. En el fondo de la escena, solitario velero navegaba en pos del horizonte.

Serví dos copas con el Saint-Émilion Grand Cru Classé A, voluptuoso y exótico, de una riqueza y de una profundidad fuera de lo común. Con las estilizadas copas en las manos fui a su encuentro. Alisó los dorados cabellos que caían por sus hombros.

--Por ti --mi brindis parecía escueto, pero encerraba mucho.

--Por los dos --dijo ella.

Y llevamos el elixir a nuestros labios, yo sin despegar de ella la mirada. La sentí disfrutar el caldo de los dioses; no por nada uno de los grandes de Burdeos.


Sentados ante enorme fuente rebosante de frutas fragantes y multicolores, eligió una gran fresa, la remojó en el vino y la llevó a su boca, pero cuando estaba a punto de dar el bocado la retiró intempestivamente, como algo que se desea profundamente, pero escapa. Su lengua salió a su alcance sin lograr siquiera tocarla. Rozó el fruto en su mejilla derecha, echó la cabeza hacia atrás y entreavió los labios para permitir la salida de tenue resoplido. La fue deslizando por su cuello, por su pecho, por las laderas de sus senos. Una línea carmesí fue quedando sobre su piel.

--¿Quieres probar? --me dijo.

No respondí con palabras, sólo estiré el brazo para alcanzar el fruto, pero ella lo retiró con brusquedad.

--No, esta no; busca en mí.

Entonces me acerqué y probé directamente de ella. Cuando hube borrado la ruta carmesí dejada en su cuerpo puso el exótico fruto entre sus dientes.

--Ahora sí, te comparto la mitad.

La recuerdo como la fresa más exquisita que jamás había probado.

Remojó su lengua en el vino y limpió con ella su dentadura que recobró enseguida el aperlado color del esmalte.


Tomó entonces un par de toronjas grandes, de lisa y rosada cáscara.

--¿Sabías que en mi tierra se les nombra pomelos?

--Sí, lo sabía.

Una en cada mano, sin separarlas, frotó con ellas su pecho, su rostro... Luego me las ofreció.

--Siente la tersura de su piel. Se ven tan jugosas...

Las recibí, una en cada mano sin que ella las soltara. Las encaminó hasta mi pecho., desabotonó mi camisa y frotó suavemente los frutos en mi piel. Sentí su tersura y dureza a la vez, su frescura... Y me hizo desear los jugos que en el interior contenían. Como si hubiera adivinado mis ocultos deseos, partió una toronja a la mitad. Bañó mi cara con su jugo. Lo sentí correr por mi rostro, por mi cuello, hasta mi pecho. Lugo lo recogió lentamente saboreando cada gota en el paladar. Tomó una servilleta y con ella me cubrió los ojos anudándola por la nuca. Puso una de mis manos en la toronja, la otra en uno de sus senos desnudo.

--¿En cual mano está la toronja? ¿Lo puedes decir con seguridad?

No pude responder ante el temor a equivocarme.


Serví más vino. Contra mi costumbre lo bebí sin degustar. Necesitaba bañar mi interior con algo fresco.

Miró la bandeja y por un momento pensé que tomaría un plátano, pero no, en el último momento se dirigió hacia el platón que presentaba diversas frutas rebanadas. Optó por una rodaja de kiwi.

--Exótico manjar del desierto. Esferas de suave carne que encierran vida --dijo.

La llevó hasta mi boca y me hizo probarla. Sentí sus dedos rosando mis labios y mi lengua no pudo dejar de tocarlos. Se arrodilló ante la fuente y con la boca buscó entre la fruta hasta encontrar un kiwi entero. Frotó sus labios en él, lo lamió con sensualidad y lo introdujo, entero, en su boca. Con la fuerza de su lengua lo destrozó y los jugos escaparon al exterior. Me apresuré en su busca para que no se desperdiciaran. Me compartió también de la carne y rodamos por el suelo inundados de lujuriante placer. Jadeantes alcanzamos el platón y nos dimos mutuamente durazno, melón, piña y gajos de naranja remojados en vino hasta quedar exhaustos.

Después de unos momentos de reposo estiró el brazo para alcanzar el banano que había en la fuente. Se lo quité de la mano y lo arrojé lejos.

--No, ese no --dije --busca en mí...




En Cancún, costa mexicana del Caribe.


Texto agregado el 01-08-2007, y leído por 954 visitantes. (31 votos)


Lectores Opinan
15-01-2008 El escenario es perfecto, y tus letras se mueven muy cómodas en él. Tan exquisita sensualidad, la he vivido, y me has hecho recordarla momento a momento, gracias querido!!!***** MujerDiosa
18-11-2007 Seductor de las letras.Maravilloso relato bastante erotisado.Pero, con el toque exquisito de un gran relato.Me sedujo de principio a fin. mapata
14-10-2007 Borarje...he descubierto una encantadora escritura natural y deliciosa juntoa a esa imaginación que provoca tu sensualidad... muy bonito y rico a la vez!!! graciela luna-nueva
06-10-2007 Verdaderamente hermoso. ¡Cuántas imágenes literarias bien usadas! ¡Cuanta emoción colocada en cada palabra dicha! ¡Cuánta sabiduría muestras en el fino trato que se debe tener con una dama! La trama bien orientada, reforzada y desarrollada. Los acontecimientos bien concatenados, lo cual da como resultado un desenlace encantador y cautivante, y sobre todo, cuanta finura en este relato. Te felicito. Gracias por tan fina literatura. Me encantó. Miles de estrellas, como siempre para tus narraciones. Sofiama
21-09-2007 Buen manejo de la palabra... CHARCONAUTA
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