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Espera el momento de inspiración.
Ingrid Nadina Khatcherian.

Espera el momento de inspiración, el instante en que el latido del corazón y las ganas lleguen a su punto más alto.
“Disculpe las molestias, aquí hay un hombre esperando a la inspiración”.
El letargo, la espera, la somnolencia, el abatimiento, el silencio. La inspiración parece ocupada. No toca la puerta.
Las pinturas, los pinceles, la tela apagada, el taller en mutismo. No hay bocetos, no hay obra. ¿Y si la inspiración y el arte no siempre se necesitaran?
Partir de la nada, con sabiduría, para llegar a buen puerto. Paciencia para lograrlo. Partir de la nada previa, sostenerla. Hacer mientras se van amasando las ganas. Hacer aunque no las haya. Pintar y vivir como sinónimo de una misma cosa. Hacer mientras se va haciendo. Crear mientras se va creando. Producir en acción presente, siempre.
Sumergir la mirada, atrapar los colores, sentirse en la tela, dejarse llevar por la obra.
Pareciera que la inspiración tuviera nombre propio, como si fuera un alguien que llega, que ordena, que manda y se adueña. Que dice por dónde, que establece el modo.
Y no parece. El pincel es el que manda y, las ganas, lo mismo.
No hay a priori, ni perfección previa, ni diseño, ni esquema que se persiga con exactitud en una obra. La ejecución es acción pura y la tarea es siempre en presente. Los anticipos se modifican, porque hay un hombre vivo que lo ejecuta. Hay sentimientos, hay verborragia, hay pasión, hay deseo.
Los pensamientos, los acontecimientos, el presente continuo, el hacer de los otros, la vida cotidiana. La relación con el mundo se vuelve inevitable. El entorno social pareciera ineludible. El hombre se modifica, su obra se ve mutada, las líneas rectas comienzan a cobrar vida y significan.
La inspiración, en cambio, asume el lugar de la “obra terminada”, un “puerto de llegada”, un “camino trazado”, una carta segura, una ficha jugada. Dice cuándo, ordena y pone límites, desde aquí, hasta allá.
El vértigo confronta con la inspiración. El precipicio supone una duda, un interrogante, una pregunta abierta, un agujero por llenar, un acto que necesita ser ejecutado. Abrir una puerta, escoger un tema, adoptar un lenguaje, producir una obra, crearla. Necesita de un saber, un trabajo, una labor y un compromiso.
Entonces, de pronto, cuando hay color, llega la inspiración y el cuadro se enriquece. Llega en la experiencia. Está siempre llegando. La inspiración es trabajo. El arte tiene sentido.

Texto agregado el 04-08-2007, y leído por 70 visitantes. (0 votos)


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