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La gente del pueblo no podía decir que lo conocía. Sabían que estaba siempre por allí. Quizás muchos lo habrán visto de reojo. De alguna manera su presencia no era notable ni molesta. Nadie se molestaba por preguntar quién era. Nadie se quedaría pensando en él. Si se le veía provocaba deslizar la mirada hacia otro lado y permanecer fijo en otra cosa. Nadie sabía ni notaba lo que hacía. Se llamaba Juan y había habitado la Tierra desde hacía miles de años, además de eso era espacial.

Os voy a decir algo: hay seres que completos no están aquí. Lo que de ellos se refleja aquí es sólo una sombra, o, como en aquella película de Subiela: un holograma; y es bien sabido que los hologramas no sienten, o por lo menos no sienten como uno. Difícil es hablar de tales seres. Sólo puedo decir lo que sé: que entre ellos se reconocen, nadie más lo puede hacer.

Al comienzo de la posibilidad de aparición bajo la figura humana surgió Lilith, no es que haya sido la primera mujer, pero sí fue la primera de tales seres que se apareció bajo tal figura. Completa jamás podría estar aquí, en este planeta tan alejado de los sectores con más energía e interesantes de la galaxia. Así que ese ser se dividió en tres de sus partes para poder estar aquí. Imaginemos una esfera demasiado grande, inteligente y conciente de sí misma. Si esa esfera amerita estar en un territorio que no puede cargar con su fuerza se divide y entonces ese ser es siempre únicamente una de sus partes, pero puede moverse de una parte a cualquiera de las otras dos restantes y por lo tanto constantemente es una cosa o la otra o la otra o cualquier combinación de las tres. Juan tenía el mismo problema, pero él se dividió en dos en lugar de en tres, pero sus dos eran distintos a los tres de Lilith, pero tenían ambas partes de Juan un atributo especial: podían imitar formas y además podían esonderse completamente.

Aún no he hablado de Jesús.

Los seres humanos son una sola cosa.

Quienes no son humanos anhelan el contacto de otros que tampoco lo son.

Así que una tarde Juan salió del pueblo en donde los tenía a todos hipnotizados y se puso deambular por ahí viendo las flores rojas crecer y cobrar vida espacial tal como era la naturaleza del ver de Juan, hasta que en un momento vió flores rojas cobrar una naturaleza infernal. Como él no proyectaba ese fenómeno en las flores concibió que era un otro ser el que lo hacía. Por supuesto: un ser con atributos infernales. Y a él le interesaba eso una barbaridad: Todo su ser estaba sediento de adquirir nuevas formas, que, espacialmente hablando, se traduce en la posibilidad de adquirir nuevos espacios. Y vió a Lilith venir por ahí. Juan debía entonces esconderse. No precisamente tras un árbol o tras una roca, sino esconderse en sí, no dejarse ver estando presente. No es que Juan fuese tímido ni nada por el estilo, simplemente es su estilo tal como se demostró después y tal como aparece en los registros.

Nadie sabe lo que es ver a una chica realmente hermosa, porque todos desean poseerla, y para poseer se necesita saber quién es, o al menos así hacen y eso creen.

Cuando Lilith pasó al lado de Juan surgió una explosión de rayos blancos parecidos a un tintineo.

- Tengo mis flores - dijo Juan - tú aún no las puedes ver.

Lilith lo agarró y lo guardó entre sus piernas y Juan murió instantáneamente.

Pero morir era su arte (tal y como aparece en los registros) y cuanto más atroz esa muerte, más arte aún. Juan salió de entre sus piernas como un fantasma pálido de inmensos ojos completamente negros y se disolvió en el aire con un hedor a nieve. Fue entonces, años más tarde, que Lilith conoció a Jesús (también conocido como "El Discreto").

Se sabe que Jesús y Lilith aprendieron mucho juntos y que realmente se querían muchísimo. Si hay ser sobre la Tierra a quién Lilith ama y respeta es a Jesús, porque él era capaz de pagarle con la misma moneda, cosa que jamás podría haber hecho Juan, porque éste último no se muestra, siempre se esconde.

Así que, si inferimos desde a partir de todo lo dicho, nada más podemos saber de en qué consistió la relación entre Lilith y Jesús. Pero no por ello no podemos aclarar unos cuantos puntos: No se trata de romances, se trata de un dar y dar. Y el amor entre tales seres consiste entonces en un poder dar más y en un poder recibir más. Poder darlo todo y poder recibirlo todo... pero, si se da es para algo: para abrir espacio para poder recibir más. Ese dar tiene un efecto: siempre es la aparición de algo nuevo y algo nuevo es un nuevo espacio en el cual se puede recibir y desde el cual se puede dar algo que no se sabía que se poseía con anterioridad al recibir. En otras palabras: el amor es la posibilidad de un descubrir mutuo constante e inacabable únicamente hasta que se tiene y se descubre lo suficiente que sirve para todo lo de aquí.

Luego, en una otra ocasión posterior Lilith tuvo un otro encuentro con Juan.

Juan era feliz porque estaba completo aun cuando no podía verse, por lo menos sabía transmitir mucha alegría (sabía imitar, acoplarse a la transmisión energética de un niño independiente y sin ninguna necesidad) como era tan raro Lilith no tuvo más remedio que sentir mucha curiosidad. Y Juan lo sabía.

Juan era un verdadero irracional. No le dijo nada a Lilith (porque no hacía falta) en lugar de ello la instó a que lo siguiese y penetró en el pueblo con Lilith a unos diez pasos por detrás, cruzó hacia la izquierda pasando al lado de una venta de pescado, los cuales sabemos que también hay algunos de ellos que nadan entre las estrellas, señal de que ocurriese lo que ocurriese todo iría bien. Subió por unas escaleras, la entrada externa al segundo piso de una casa de madera. Dentro del segundo piso de la casa había una situación relamente tensa familiar. Juan entró apenitas a la entrada de la casa, del segundo piso, e imitó con voz atronadora la voz del padre de familia, ello asustó mucho a todos los que se hallaban en el interior y, al darse cuenta de que era un impostor de muy mal gusto le comenzaron a arrojar objetos encima. Mientras bajaba las escaleras y con Lilith observando, cada objeto que golpeaba con fuerza a Juan lo hacía físicamente cada vez más niño perdiendo incluso estatura hasta que realmente perdió cincuenta centímetros de tamaño adquiriendo así la estatura de Osiris. Y Lilith lo siguió durante kilómetros ya salidos del pueblo, al niño en el que se había convertido Juan. Y es que eso era una cosa nunca antes vista, así que de nada valía proferir palabras. Pero, a medida que se alejaban del pueblo el bosque era otra cosa y Juan se sobaba la cabeza cobrando nuevamente estatura y transformandose en una otra cosa que Lilith a su espalda no podía ver.

Juan dio de pronto media vuelta y el rostro que Lilith vio fue el de algo parecio a un bufón, a un bribón. Juan se abrió el abrigo y dejó ver un falo completamente erecto, se encaminó hacia Lilith en cinco pasos y se la cojió, lo cual ella no pudo rechazar porque todo era demasiado, aunque se enojó, después, inmediatamente después.

A un maestro no le interesa tomar el lugar de otro maestro que está bajo el afecto de alguien que le amó (aquí no estamos hablando de dos maestros, como todos pueden apreciar hablamos de tres) Lilith y Jesús se habían respetado y por lo tanto se habían amado como los que mases. Por lo tanto Juan no buscaba respeto. Internamente e intensamente quizás buscaba de Lilith el más puro de los azares: veamos a la ciega hasta dónde de la manera más irresponsable e irracional ambos, tú y yo, tu energía y sus efectos y mi energía y sus efectos, podemos llegar.

Jesús y Juan hasta hace muy poco tiempo jamás se habían conocido (por lo menos eso es lo que dice Juan). Juan se había enamorado de Lilith y Lilith al hombre al que más respetaba era a Jesús, a pesar de ello tampoco lo necesitaba a él. Así es como las cosas ocurren.

Por supuesto, ocurrieron muchas, muchísimas cosas más entre Lilith y Juan - (¿Es posible hablar de amores diferentes?) -, una pequeña parte se halla en los registros, lo demás, créanme, no es de vuestra incumbencia.








Texto agregado el 20-08-2007, y leído por 96 visitantes. (0 votos)


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