TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / AstralRomance / El lobo que no solía aullarle a la luna

[C:309365]

Esta es la historia de un lobo que no le solía aullar a la luna.
Desde cachorro Kirsah era muy observador, solía ver a sus hermanos aprender de la conducta de la manada, aullarle a la luna; eran gritos de desesperación, reclamaciones por malos momentos, por desventuras; pero este lobo en especial, no comprendía el porqué hacer esos reclamos, el porqué expresarse de esa manera tan desesperante y en ocasiones escalofriante.
Disfrutaba de las lunadas que solía pasar con sus amigos y familiares. Kirsah en vez de aullar, perdía su mirada en el horizonte, trataba de ver más allá de lo que ese par de ojos color negro penetrante le permitían.
Conforme fue creciendo se dio cuenta de esa necesidad animal que evidentemente por naturaleza se tiene, al querer estar con alguien más.
Sin embargo ninguna hembra llamaba su atención, Kirsah era muy diferente, aunque en manada andaba, disfrutaba más de su soledad, solía ofrecer su sueño a cambio de quedarse mirando las estrellas, viendo ese firmamento que parecía tan infinito.
Evidentemente se hizo notar su conducta tan diferente a la de todos los demás, lo que generó la preocupación e incluso algo de compasión por sus allegados. Así de esta manera, en una de las noches que Kirsah no estaba, se realizó una junta proponiendo hacer varias cosas, la que más fue sonada, fue el hecho de realizar un sortilegio en su beneficio; y, así pasaron noches y días enteros, trescientas lunas tuvieron que pasar y aún así no lo veían mejorar.
Un día de caza, salieron en manada todos a buscar aquél alimento que les permitía sobrevivir. La brisa tenía algo de magia que se podía respirar, e inclusive si cerraban los ojos, la podían sentir, pero algo parecía quemar sus entrañas, una extraña sensación también se podía percibir. Aún así prosiguieron, llegaron a matar algunas ovejas que se apartaron del rebaño al que pertenecían, Kirsah también estaba preparado para matar, a fin de cuentas su instinto natural. Sin embargo ¿cuál fuese la sorpresa de todos al percatarse de que Kirsah se quedó atónito ante aquélla oveja?, con fuerza le gritaban “mátala ya”, a cambio de ello, apartó a esa oveja en especial de todo lo que sucedía y simplemente se echó a mirarla. La oveja temblaba del pánico que sintió al estar tan cerca de aquél lobo con esos ojos inmensos; y, así sin decir una palabra, pasaron las horas, ella comenzó a sentir algo de gracia hacia Kirsah, él solamente se conformaba con mirar, las únicas palabras que mencionó fue un “vendré a verte mañana”.
Lo sobrenatural sucedió, él sintió algo extraño en su ser, se dio cuenta de que el cielo ya no parecía tan inmenso como él pensaba, hubo un fulgor especial en cada estrella que miraba, se dio tiempo para sentir la suave brisa en su pelaje.
De regreso a casa Kirsah fue abatido por todo tipo de comentarios en su manada, no obstante eso a él no le importaba, guardo silencio y se fue a dormir.
Efectivamente, Kirsah volvió al siguiente día a visitar a la oveja, a aquélla oveja que lo había cautivado sin motivo en especial. Ella de pronto alzó su mirada, lo vio y se apartó de su rebaño para ir con él. Y así pasaron cuatro primaveras sobre ellos, una extraña sensación los invadía cada día, era ese estremecimiento por estar al lado uno de otro, ella se lo describía como “sentir mariposas en el estómago”, en cambio él buscaba la estrella más hermosa para podérsela regalar cada noche que juntos pasaban, si bien lo que más disfrutaba él, era mirar esa luna tan bella, tan resplandeciente como jamás la había visto.
Ella, a diferencia de él, no creía en la infinidad, segura estaba de que nada es para siempre, habían debates cada vez que se hablaba de ello; la oveja siempre defendiendo lo finito de las cosas, Kirsah tratándole de explicar algo en lo que él creía aunque no lo había conocido; su mejor ejemplo y regalo al mismo tiempo, fue la promesa de la eternidad de su amor.
Y un día simplemente sucedió que la oveja dejó de sentir mariposas en el estómago, y sin más preámbulos se lo notificó al lobo, Kirsah se quedó pasmado, no hubo tiempo de que él reaccionara, conforme la oveja se alejaba el lobo sentía un vacío más y más profundo.
Kirsah se vio forzado a regresar con su manada, después de una serie de reclamos fue aceptado. Para infortunio de los lobos, algo en aquél hechizo había fallado, quizá por eso lo acogieron nuevamente con ellos.
Así un día cualquiera, como era su costumbre, Kirsah se apartó de la manada para mirar el cosmos, la luna parecía más lejana, fue entonces cuando sucedió que por primera vez le aulló y comprendió esa necesidad que se tiene de aullarle a la luna, mas en cambio su aullido era muy distinto al de los demás, él no reclamaba, solamente le mandaba a aquélla oveja un beso con la luna a la que le aullaba.
Por siempre será que el lobo en mí deseará a la oveja en ti…

Texto agregado el 30-08-2007, y leído por 715 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
24-09-2010 Qué encantador, qué lindo cuento, aunque con alguna que otra muletilla común, es un cuento de cinco estrellas. Me encantó!! Algún día lo dedicaré! :) Gracias por escribir, continúa haciéndolo por favor! biblos
15-11-2007 che oveja!!! mejor comersela! no es cierto. Por algo dicen de koala es el cordero vestido de lobo... sensei_koala
08-11-2007 si. esta muy bien anablaum
20-09-2007 Creo reconocer a ese lobo en tus palabras...y no te equivoques las ovejas son mansas pero fieles...se dejan atrapar como para cumplir los deseos de su deseo. besos muy bueno MAncus mancuspia
19-09-2007 que bello cuento, tienro pero tambien con toda la solemnidad de la metafora profunda y doliente que maneja...la verdad es un gran cuento!!! felicitaciones! luzyalegria
Ver todos los comentarios...
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]