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Inicio / Cuenteros Locales / karakatisky / Celibato: el camino de la perversión

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El hombre es viento. La mujer, estopa. Viene el diablo y sopla. Sexo, ¿de eso se trata?
Siglos de tradición cristiana han logrado su propósito de convertir al sexo en eso. Un pecado. Un flagelo que azota a la Humanidad, sin el cual nos ahorraríamos parvas de tentaciones, malos pensamientos y condenas inapelables al infierno. Resulta paradójico que cada uno de nosotros nazca con la sexualidad, como algo inherente a nuestro ser. Inseparable. Un aspecto que para bien o para mal desarrolla un papel protagónico a lo largo de nuestras vidas... Siempre ahí, presente. Por más que miremos para otro lado, o la pongamos en una marmicock (me refiero a la sexualidad, caramba).
Es posible cultivar una sexualidad madura y responsable, fundada en el amor, el respeto y ¿porqué no? también el placer. El sexo es vida. De la unión sexual de un hombre y una mujer provenimos todos. Constituye una de las más sublimes formas de expresar el amor que se tiene por la pareja, un prójimo que comparte nuestra vida cotidiana, con su bagaje de triunfos y fracasos.
Preceptos, encíclicas y millones de actitudes de la jerarquía eclesiástica pretenden matar la sexualidad de sus hombres y mujeres, tras el espejismo de una mayor dedicación a Dios. De lo que deducimos: “no es posible consagrarse a Dios estando en pareja, teniendo hijos y trabajando por ellos y por toda la comunidad con devoción y abnegación.” Por temor al mal uso del sexo, la Iglesia Católica procura castrar a sus monjas y sacerdotes, como aquel padre que por simple temor a que sus hijos sean libertinos, los somete a todos a la esclavitud de grillos y cadenas, cercenándoles la libertad con la que nacieron.
La institución del celibato no es un dogma, aún cuando se la defienda como tal. No es palabra de Dios. Es obra del hombre y como tal, falible, pasible de error. Es decir, susceptible de ser corregida.
En su obra “Sin Tapujos” (cuya lectura completa recomendamos, y no tan sólo los párrafos que la prensa a su modo y aislados del contenido integral divulgó), el Presbítero Guillermo Mariani, efectúa un balance a conciencia de su larga y fructífera vida como sacerdote comprometido con la realidad social. La autobiografía aborda entre otros tantos temas, la cuestión del celibato y de las consecuencias que en la gran mayoría de los casos, tiene para los religiosos (seres humanos) la práctica de una medida que termina derivando en homosexualidad, perversión, trastornos mentales o una hipócrita doble vida, (haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago... y si me ves que lo hago, mira para otro lado y calla... por favor, ¿sí?).
Asumiendo una actitud que muchos reconocieron como valerosa y otros tildaron de estúpida e innecesaria, el sacerdote ofrece su experiencia de vida (y la de tantos otros curas, cuyos nombres omite escrupulosamente), para la elaboración de conclusiones que posibiliten el mejoramiento de la Iglesia Católica como institución, tornándola más cercana a la feligresía y más comprometida con la problemática de los pobres. Es su grano de arena para contribuir a derribar un statu quo absurdo, generador de efectos nefastos entre los que se cuentan:
1- la deformación del significado y el sentido de la sexualidad.
2- la represión como instrumento modelador ¿? de la psicología y personalidad de sus religiosos.
3- el distanciamiento entre la jerarquía eclesiástica y los fieles, que observan con amargura, el doble discurso de aquella.
4- la merma a niveles prácticamente nulos, de vocaciones sacerdotales.
La Historia se repite, asumiendo una y otra vez la forma de una gran rueda en la que sólo cambian los personajes. Esto es posible gracias a que los hombres que cometieron errores en el pasado no se encuentran con nosotros para reconocerlos y en consecuencia, evitarlos. Y nosotros... que leímos sobre las equivocaciones de nuestros antepasados, somos de memoria frágil o bien no interpretamos la letra como corresponde.
Jesús encontró en los ortodoxos de la religión a sus más fervientes opositores e impulsores de su crucifixión. Las autoridades eclesiásticas actuales, a caballo de errores que se vienen cometiendo desde hace centenares de años, no permiten que un sacerdote lleve una vida de familia al lado de una mujer que lo ame e hijos que lo respeten como padre. Hace dos mil años, Jesús no encontró reparo alguno en que hombres de esas características divulgaran su mensaje convertidos en apóstoles.

Texto agregado el 31-08-2007, y leído por 176 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
02-09-2007 Yo no pertenezco a ninguna iglesia, pero las respeto (no a todas) como una herramienta para desarrollar la espiritualidad en las personas. Pienso que el celibato ligado a la espiritualidad, es aceptable cuando nace de una decisión personal y se mantiene así hasta que la persona lo desee. En el caso de la iglesia católica es una imposición tras la decisión de ser sacerdote o monja, derivando en los problemas que se han mencionado. Si bien es cierto que esta imposición es conocida y aceptada por la persona que entra en la vida religiosa, con el paso del tiempo las cosas cambian las personas también (con todo lo que esto implica). Para no andar “jugando a las escondidas”, creo que lo mejor es darle la opción a los y las religiosas de tomar o no el celibato. toko
31-08-2007 Me parece que es imposible, por mucha preparación (que la tiene )que un sacerdote tenga luchar contra su propia naturaleza. Pero también creo que nadie lo obliga a entrar en un seminario. Si se comprometen y son adultos que cumplan con lo que se comprometen o que se retiren. El que quiere amar a Dios cumpliendo una tarea pastoral lo puede hacer desde su lugar de hombre común y con familia. Conozco muchos hombres que no han podido seguir la carrera sacerdotal y que luego de su trabajo tienen tiempo para enseñar catequesis y ayudar en los barrios carenciados. Es mi opinión, una más, entre tantas de mis compañeros cuenteros. tequendama
31-08-2007 La iglesia debería preguntarse qué es mejor que nuestros curas se casen o que sean pederastas? aliciasinpais
31-08-2007 Soy agnóstica pero gente católica me ha comentado que el motivo por el que se continúa con la práctica del celibato es el motivo económico. Sería sumamente difícil que un párroco pudiera mantener una familia (presumiblemente numerosa, ya que la Iglesia no propicia el control de la natalidad). Sería un problema muy grande para la estructura eclesiástica. En religiones orientales el motivo es distinto, se propicia el ascetismo(desprendimiento de bienes materiales y deseos) para alcanzar una dimensión espiritual plena. agua_viva
31-08-2007 Génesis 2:18, "Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él"..... Cual es el problema?? >Yo creo que el problema radica en que los hombres no deben ponerse por ahi a predicar la palabra de Dios y estar acostandose con todas las viejas. Tengan una sola, y compartan su vida religiosa juntos... Pero no, como en este mundo lo prohibido es lo mas apetecido, los curitas no solamente andan con mujeres, noooo!!!, hasta se vuelven homosexuales, y pedofilos...el mundo definitivamente esta patas arriba, por eso es que creo que uno no debe poner los ojos en las reglas impuestas por una religion, mas bien guiemonos por nuestra conciencia, cada cual sabe que esta bien y que esta mal, para eso existe el llamado "libre albedrio".... annakiya
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