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El Tren Interminable

Todas las noches escuchaba el sonido del tren, como la sorda bocina del avión que lo despertaba en la noche. Esa noche de verano se despertó, se vistió rápidamente y corrió rumbo a la puerta. La abrió y siguió corriendo hacia la estación. El tren esperaba a unos pasos. Tenía ganas de colgarse de él. El tren frenó despacio y el humo de la chimenea seguía fumandose por las estrellas, esperándolo. Le pareció raro que no haya nadie en la estación. Sin dudarlo subió al tren, tal vez esperando encontrar a alguien, y se sentó en el asiento número diez, miró a su alrededor y cada asiento yacía vacío. Clavó la mirada en la puerta que comunicaba vagón con vagón. De repente, las luces parpadearon y el tren se puso en marcha. Buscó en el bolsillo de su saco y encontró un reloj. Palidecía la tenue luz de la luna llena a su costado, y a su otro costado mas pálidez todavía, debajo de su palma tocó un paquete. Le llamó poderosamente la atención la aparición, instantes antes no estaba ahí, o no lo había visto. Lentamente lo desenvolvió, no sabía que contenía. Para su sorpresa, dentro de la cajita se guardaba un sobre. Rompió el sobre y leyó:



El tren viaja a 100 km por hora. Tu no sabes el destino de tu viaje. Te has subido al tren y el viaje será interminable. Ten cuidado.


Aprovechó el papel en blanco junto al mensaje que encontró y la lapicera. Escribió: Queridos amigos, tal vez algún día encuentren este mensaje. Ruego a Dios que así sea, el 3 de abril de 2006, después de haber subido a este tren me digno a escribir este mensaje para que alguien lo lea. Dormía yo en mi habitación, a la que denomino mi torre de marfil personal, cuando el sonido del tren me despertó. Pasé noches y noches en vela observando al tren pasar por la ventana, y extrañamente nunca vi pasajeros dentro de el. Si mi memoria no me engaña, puedo afirmar que una sola vez me pareció ver esa silueta tan extraña que me saludaba, en la ventana mas obtusa del tren, pero no puedo dar fe y descripción precisa de esa silueta. Creo recordar que llevaba un sombrero negro y un velo que le cubría el rostro, y por eso deduzco que vestía de negro, como dije, las luces no ayudaban para nada. La última noche recuerdo haber comido una cena ligera antes de acostarme a descansar, lavar afanosamente los platos con total cuidado, y antes de eso, dos o tres noches atrás, haber ido al bar acostumbrado, allí me encontré con un amigo, el pidió su cerveza preferida y yo vino. La camarera entusiasta de tímida sonrisa nos ofreció un menú antes de retirarse, pero me apuré a decirle que no tenía hambre. Mi amigo en cambio se comió un sandwich de langostas. Le conté que todas las noches pasaba el tren y me despertaba. Mi amigo me aconsejó que no me subiera por nada del mundo. Ojalá le hubiera hecho caso. El desapareció dos noches atrás, y me temo que en este mismo tren, porque no lo volví a ver en el bar la noche siguiente, lugar donde siempre nos reunimos, o reuníamos, a jugar a las cartas y beber. Ruego a Dios que si algo me pasa, alguien encuentre este mensaje.



Fechado el 04/04/2006


Dobló el papel y lo introdujo en el sobre que quedaba. Ensalivó el sobre con su lengua y lo clavó con un alfiler en la parte de atrás del asiento delantero.


Las ruedas del tren crujían haciendo un crash crash, las nubes taparon la luna. Se sobresaltó de repente, sintió que se le helaban los huesos cuando tocó.
La rodilla se movió. Giró la cabeza y se quedó boquiabierto. No comprendía lo que veía. No entendía el hecho de que empezara a gustarle aquello de lo que tanto temía. Deslizó la mano mas arriba, lo podía sentir, se estremecía de sólo pensarlo. Aquello era real. Para cerciorarse aún mas golpeó el asiento delantero con su frente y giró otra vez la cabeza, esta vez una sonrisa terminó por apoderarse de él junto a un guiño cómplice. No dijo nada, se quedó observando, hasta que de pronto y sin que el diga nada escuchó una voz: ¿Estás sorprendido? Podías sentirme pero no verme, ahora puedes verme. Claramente reinaba la confusión en su mente, no creía lo que veía. Una mujer se había sentado al lado, y por si fuera poco tenía nombre. Me llamo Estefanía dijo pero puedes llamarme como quieras, al fin y al cabo no soy como las demás. Un velo negro cubría su rostro, aun así podían verse sus hermosos y hipnotizantes ojos color esmeralda y el hermoso pelo lacio que le caía de debajo del sombrero. Pero, quien eres? Que haces aquí? Y en dos segundos desapareció. Deus se frotó los párpados con animosidad, hacía poco lo habían operado de la vista y no tenía problemas visuales. Se dió cuenta que había una mujer en el tren, por ende no estaba solo. Una mujer muy peculiar, y que captó su atención. Su diálogo fue breve pero le sirvió para al menos, darse cuenta de esto. Y lo que presupuso mejor: hubo contacto. La bocina del tren lo aturdió, y los relámpagos no lo asustaron pero si lo adormecieron. Y no quería dormirse porque quería encontrar la respuesta. Se paró y caminó por el pasillo del tren hasta llegar al otro vagón, no podía bajarse de ningún modo, ya subió además, no pensaba tirarse, sólo un loco haría eso, recapacitó un segundo despues. Siguió caminando y cuando llegó al otro vagón se encontró con la grata sorpresa de mesas con gente meloneando y chusmeando palabrerías.
Se sentó en la mesa que tenía un porta servilletas y un chop y esperó. Comprobó enseguida que la moza no merodeaba y recordó a la del bar que acostumbraba visitar. El mozo tomó su pedido y cuando volvió se sentó con el. Este confesó haber tirado a un pasajero del vagón numero 10200, cogerse a la cocinera, y a una pasajera, deber dinero en apuestas con amigos que nunca pagan lo que deben, salir a sacar a pasear el perro y perderlo, no llamar a la novia y a su esposa mas de una vez por mes, llegar tarde a las citas, no pagar para entrar a los burdeles ni adentro, denunciar a su novia por el robó de una remera en una tienda que costaba 30 euros y que podía comprar, abrazarse a las estatuas como si fueran de carne y hueso en toda plaza a la que iba, tirar una mesa por la ventana de un decimo piso y abollar el techo de un auto, jugar con muñecas inflables, hablar con el colectivero y distraerlo para que no cobre pasaje a los otros presurosos viajantes, nunca pagar peaje, pasar aduanas simplemente saludando y a toda prisa con un auto no tan nuevo, mear en la puerta de la casa del vecino todas las noches que volvía como siempre tarde después de tomarse unas copitas. Seducir mujeres para luego tener sexo con ellas y cambiarlas por otras, o lo que es peor engañarlas mientras sale con ellas, o cambiarlas por muñecas, putear a las monjas y una larga lista de peripecias que el mozo le contaba a Deus mientras bebían unos vinos cosecha 1930.

Deus escuchó su discurso y le preguntó si vio a una mujer que según recordaba, y los recuerdos a veces no son lo que son, se sentó a su lado y le recordó que su presencia se sentía. Pero el mozo no recordó haber visto a la mujer, mujer de pelo largo como casi todas, color castaño, y en tres cuartas partes teñido, o tal vez no, ojos esmeralda o tal vez color rubí o con tintes negros. Deus no fue preciso al darle las características, ya que la realidad es que no la había visto bien, simplemente la sintió, así le dijo al mozo. Entonces el mozo le señalo una a una las damas que se encontraban presente en cada una de las mesas de derredor, y Deus negaba con la cabeza. Y si no es ninguna de estas de la sala entonces busque en otro vagón, el tren es demasiado grande, con esto le quiero decir que son muchos vagones. Comprendo dijo Deus, y se marchó rumbo al otro vagón esquivando mesas, y algunos bultos que se meneaban.

Apenas puso un pie en el siguiente vagón escalofríos corrieron por su cuerpo, la luz se perdió en la oscuridad, y se quedó muy quieto. Se persignó, y se sentó en el primer asiento, y sintió calor. Disculpe dijo. No es nada, le respondió la voz cavernosa y de risueña sonrisa. Quedese no importa.
Es usted muy amable, gracias. De nada. Dígame algo, no ha visto a una mujer así y asì? La verdad es que no he visto a nadie. Hace mucho está acá? Diez días. Ah, ya comprendo, bueno... seguiré adelante, me dijeron que son muchos vagones. Si que lo son. Adios. Adios.

Puso un pie en el siguiente vagón y vió algo que le llamó la atención. Un hombre de mediana estatura, pelo negro, ojos verdes, de traje y botas, con una escopeta al hombro, era su amigo, indudablemente lo encontró, se acercó rápido para hablarle. Te he estado buscando... dame los cien dolares del partido de ayer cuando te gané la apuesta. Toma... ¿Como has estado? Bien, muy bien y tu? Bien, me he perdido en este tren, si yo también, suerte que juntos podremos tratar escapar. veo que traes contigo tu escopeta, si las cosas por acá se han puesto peligrosas para mi gusto, ya la he usado, aún me quedan cartuchos. Cazé dos tiernas y deliciosas liebres el otro día. Y también disparé por la ventana a blancos móviles. El vagón mas pesado es el 33, allí el ambiente es turbio, y todos saben pelear muy bien, esto es un simple detalle ya que están todos armados, no debo decirte que tienen excelente puntería. Los concursos de caza que se han organizado los ultimos años han sido mas que satisfactorio. Comprendo, dime algo por favor, has visto a una mujer que.. Espera, le interrumpió el cazador. Se a quien buscas y lamentablemente no está aquí. Debe estar en el vagón 500, pero te advierto, es una combinación entre la llorona y la sangrienta y si bien dicen que es la madame, en verdad ella no es, sino que la madame es otra que esta un escalón mas arriba y que no siempre aparece, ya sabes lo de los rangos, y el respeto que se merece y le brindan las otras damiselas, porque ella se hace respetar, cada vez que se aparece muere la peor, y cuando no 2, o 3 o mas mujeres que no acatan sus órdenes. Las ordenes son del orden de no te acuestes con ese, porque ella es muy puta, es la mas puta de todas. Deus y el cazador sonrieron. Deus desconfiaba y se sentía temeroso, además, no podía pensar en otra cosa que sea salir del tren así que le preguntó: ¿Como fue que te hospedaste acá y aún no te has ido? La verdad es que no puedo irme. ¿Por? He hecho la promesa de mi vida. ¿Puedo saber de que se trata? Por supuesto, Conviví diez años con mi señora esposa cuando sufrió el accidente que le costó la vida, fue arrollada por un coche que venía muy rápido y ella distraída como pocas, no lo vió y el auto se la llevó puesta y nunca frenó, el coche quedó roto. La amaba mas que al cielo y a mis perros de caza, cuando la encuentre dejaré de buscarla y mi promesa se habrá cumplido. Ya comprendo dijo Deus, ok, suerte... seguiré adelante.
Deus estrechó manos con el cazador y siguió vagón adelante.
-¿Tu eres Deus?
-Si, y tu? con quien tengo el gusto?
-Puedes llamarme ambar. Trabajo para la DEA, y se me ha informado que en este tren hay un loco suelto potencialmente peligroso.
-¿La DEA? uh en que lío me metí pensó Deus.
-Si no te preocupes, estarás a salvo conmigo, estoy armada y se defenderme bien, dijo en un susurro.
-Me quedo mas tranquilo dijo Deus sonriendo con animosidad y demostrando simpatía.
-Tomemos asiento Deus quiero hacerte unas preguntas.
-Dime: has visto algo extraño o fuera de lo normal en el tren?
-A que se refiere? la verdad es que no he visto nada raro, mmm o si.
-o si?
-A una mujer, en realidad no la vi muy bien.
-Cuenteme mas por favor.
-Toque su rodilla, su pierna y ella me tocó a mi tambien, disculpe no quiero parecer engreído.. la mujer mas sexy que vi en mi vida.
-¿Llevaba un velo negro?
-Asi es, por?
-A ella ando buscando...
-La DEA busca a esa mujer?
-Bue.. no puedo decirle, pero ella esta involucrada en asuntos que pertenecen a mi investigación.
-Comprendo, permítame, Ambar.. la DEA la mando a usted sola?
-Yo me ofrecí y quise venir sola.
-Hace mucho que la busca?
- 100 días y 80 noches.
-Y la ha visto?
-Me han dicho como es, no pude verla aún. Se oculta muy bien. ¿ Y usted Deus que hace en el tren?
-Es una larga historia... un amigo me dijo que no subiera y no le obedecí.
-Ah ya veo, y su amigo está en el tren?
-Si, si, el está en el tren. ¿ Como lo sabe ?
-Me parecio que usted buscaba a alguien.
-Si, a..mi amigo.
-¿Y lo encontró?
-No, aun no.
-Busquemos a su amigo entonces y a esa mujer, acompáñeme- dijo ambar-.

Ambos atravesaron el vagón 66 y al llegar al 67 se detuvieron. Ella avanzó primero que el, hizo un ademan con su mano izquierda indicandole a Deus que la siga y sacó su pistola, detente le ordenó. Ella está acá. Donde? No puedo verla. Haga silencio, o nos oirá. Caminaron paso a paso tan despacio que el suelo no lo sintió, y escucharon un ruido que no era el traqueteo del tren. Ambar sin dudarlo disparó contra el asiento desnudo. Está usted loca? Allí no hay nadie. Escuche un ruido y creí, ella podía estar ahí sentada, si hubiera sido así no hubiera fallado ni fallaría, la encontraré y sabrá lo que es bueno y la mejor forma de morir. Deus notaba que para Ambar el asunto pasó de lo impersonal a lo personal.
¿La odia no es cierto? No, no la odio, por favor fijese tambien debajo de los asientos, ayudeme a revisar bien el vagón y sus asientos.
Luego de revisar asiento por asiento, se sentaron. Estaban exhaustos. Esa maldita fantasma, dijo ambar para si misma. ¿Fantasma? Exclamó Deus mirandola bien fijo, los cuatro ojos se fundieron en dos con piel y todo. Ha dicho usted fantasma? Está bien, no quería decirle, la verdad es que no trabajo para la DEA. ¿NO trabaja para la DEA? Me ha mentido! Le explicaré. Es usted una mentirosa. Permitame que le explique por favor. ¿Que me va a decir que bromeaba? Deus, quedese tranquilo por favor, y permitame que le explique, le dire que soy investigadora de la agencia de lo paranormal y que a la mujer que busco es una fantasma. ¿ Me dice eso y quiere que me tranquilice? ¿Esta usted loca o que? Justo yo me vengo a encontrar con una loca, esto sólo me pasa a mi! Por dios! Si los ángeles existen prefiero que me parta un rayo a oír a esta loca mujer Disculpeme no quería ofenderlo señor, soy una mujer piadosa, compasiva, y buena conversadora, de una habilidad natural para hablar amablemente, nací hace 30 años, la luna y venus son mis planetas regentes, plutón ese día cambió de posición, se leer las borras del café, tiro las cartas y rara vez me equivoco. No se preocupe no me ha ofendido, bueno, muy bien, es usted inteligente ademas de bonita, busquemos a esa mala mujer. Me ayudará? Si ambar, no se preocupe, ambar no es su nombre cierto? Ambar besó a Deus en la mejilla izquierda y tomó su mano entre la de ellas, anudando así nudos y dedos entre dedos nudos. Caminaban felices y saltando de cuando en cuando, los otros pasajeros lo veían como la parejita feliz del tren, sin embargo, no todo fue color de rosas para ese súbito amor, la luz se volvió a apagar dejándolos anonadados, y se abrazaron mas fuerte cuando sintieron vientos de escalofrío aterrador en sus hormonas y cuerpos que los arrastró a Deus a un extremo del vagón y a Ambar al otro extremo. El pelo rubio de ambar se puso negro y a punto estuvo del blanco, al igual que sus ojos celestes, su modelado cuerpo se paralizó y cruzó sus brazos flexionando levemente sus piernas bien formadas. No podían llegar el uno al otro y así estuvieron una hora hasta que el viento en contra cesó y pudieron volver uno junto al otro, a abrazarce y ambar exclamó: Beseme! Beseme!. ¿Que? ¿Estas loca? Si tuteame pero besame, vamos se hombre. Deus y ambar se besaron, ambar volvió a besar a Deus una y otra vez y se le tiró encima desatando su frenesí mas devorador sediento de lujuria, una mano tomó por detrás, de la colita del cabello de la melena a Ambar sacudiéndola violentamente hacia atrás, dándola vuelta en el aire y dándole un bofetón y luego otro, y otro, poniéndola colorada, Deus seguía tirado en el asiento inconsciente y nada podía hacer. A ambar le propinaban la paliza feroz que nunca anheló, duro una y otra vez y no había nadie que pudiera hacer nada para detener semejante locura. Además nadie se atrevería, se metió con la persona equivocada, en el lugar equivocado y en el momento equivocado, o mejor dicho, se lo merecía. Diez minutos después, deus se despertó y se sobresaltó. Frente a el, la mujer estática como una estatua. Era la mujer que andaba buscando y que mas alla de los cargos falsos que se le atribuían no era una fantasma ni mucho menos, una mujer muy bonita, única y muy inteligente que lo quería y mucho, nunca se lo confesó hasta ahora que actúo valientemente defendiendo su amor. Y Deus se sintió bien, por una vez en su vida la observó como nunca antes lo hizo, con esa mirada que sólo perciben los enamorados. Ella el fruto mas dulce del paraíso, del tren. ¿Pero quien es ambar? ¿Quien es el cazador? ¿Quien es Estefanía? ¿Quien es el mozo? ¿Y el tren? ¿De donde viene? ¿A donde va? La verdad es que nunca lo sabrán, y el tren sigue su camino al paraíso en un largo recorrido, y se rumorea que sus pasajeros se pasean de vagón en vagón en un viaje eterno, y que el tren pasa una vez por año, se detiene en la estación y suma nuevos pasajeros y tambien se dice que el tren nunca llega al cielo y que no pasa por el infierno, y que sus pasajeros están condenados a viajar eternamente, y se les promete que algún día llegaran al limbo, pero la condición es que permanezcan por siempre en la tierra y eso es algo que deben cumplir.

Texto agregado el 31-08-2007, y leído por 236 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
01-09-2007 Amigo Serki: Un texto muy interesante; como me agradan las historias; de misterio y sucesos paranormales. El tren aparte de ser el transporte de aquellas almas errantes se desenvuelven dentro de él toda clase de pasiones. Excelente,me atrapaste en el trama. te felicito.Besos. ***** Yetsenia123
 
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