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Aullidos

De mi viejo tengo un solo recuerdo y es como una visión, como la parte de una película ¿como una escena se dice?.
Saco cuentas comparando la altura de mi hermana –que es a quien tengo más nítida en ese sueño- y debo tener cuatro años, por que vivíamos en esa habitación con dos camas y la mesa grande de fórmica con patas de caño estaba junto a la puerta de entrada que daba a la galería, adonde daban también las puertas de las otras piezas, y donde vivía otra gente. Gente grande, en ese caserón que compartíamos el baño y la cocina eran todos grandes, salvo mi hermana y yo.
Sí, yo era el más chiquito y me metía por todos lados. Algunos me querían un poco y me ofrecían una torta frita, un caramelo o un pedazo de pan mojado en una olla donde hervía una salsa, sobre todo las mujeres que se quedaban solas durante el día y cocinaban.
Que ojazos que tenés guachito, me decía la vieja gorda del frente –siempre vestida de negro- la dueña de la casa y aprovechaba para darme un beso. Otros me sacaban cagando apenas me asomaba por las puertas de las habitaciones, les molestaba, y más si les abría la del baño cuando estaban adentro. Rajá pendejo de mierda me decían, y yo rajaba y me escondía en el fondo del pasillo para verlos si asomaban la cabeza asegurándose que no me quedaba tras la puerta escuchando.
El baño siempre estaba mojado y yo saltaba salpicando sobre el charco que le quedaba al piso. Cuando me acercaba al balde que tiran los papeles arrugados al lado del inodoro, era mamá la que me decía rajá. Eso no se toca.
No iba a la escuela por eso también creo que andaba por los cuatro y mi hermana ocho años, justo el doble que yo.

Mi viejo era una sombra oscura que entraba por la puerta y tapaba la luz de la galería. Todos nos quedábamos en silencio cuando llegaba, hasta mamá que bajaba la cabeza terminaba de planchar apurada y ponía el mantel y los platos en la mesa, mientras él se sacaba la gorra enorme del uniforme, el cinturón con la reglamentaria –a la pistola le decía la reglamentaria- y la chaqueta azul y lo iba acomodando lentamente arriba del ropero.
Cuando entraba la habitación se inundaba de olor a tabaco, era el olor de él. Yo lo miraba desde atrás de la mesa que me llegaba justo a la altura de los ojos, así que me escondía con la mesa y lo miraba.
Él no hablaba, así que nadie hablaba. Después salía al baño y cuando volvía la comida ya estaba servida y nosotros sentados frente al plato. Comíamos, se enojaba con mi vieja si no le alcanzaba el vino o si el guiso estaba frío y se acostaba, al ratito ya roncaba. Daba miedo como roncaba, parecía que iba a reventar.

Eso es todo lo que recuerdo de esos años, y de él. Después ya me veo solo con mamá y mi hermana en la época de ir a la escuela. De entrar al baño que siempre tuvo el piso inundado, siempre, siempre que lo recuerdo, y en invierno era escarcha lo que cubría el cemento del piso junto a la rejilla pero yo ya alcanzaba la altura del espejo, me veía aunque en puntas de pie y me peinaba para atrás, con jopo. De jugar a la pelota con guardapolvo en los recreos, de la nieve mezclada con barro, de los pies helados. De las peleas por que me gritaban: ¡hijo de milico chorro! De mi vieja llorando, de mi hermana con panza - vas a tener un sobrinito me decía la gorda del frente- y que comíamos solo de noche. Después la noche era una desesperación de perros aullando y de viento escapando por las calles, con ese rumor a fantasmas que tiene el viento y que para asustarme se mete entre los postigos y los hace golpear, y les crece un zumbido como una voz finita que quiere entrar y meterse en mi cama.

A veces cuando decido contar a alguien esta parte de mi historia siento que me toca una mano invisible, una mano que quiere cerrarme la boca, callarme, algo que me frena en ese momento cuando me detengo en el piso mojado del baño. Esa noche helada.
Esa noche que encontré a la dueña de la casa, a la del frente, vestida de negro y a oscuras sentada en el inodoro, inmóvil, en silencio. Y sin encender la luz le veía las carnes blancas colgando, cubriendo el asiento, sus carnes gordas gastadas chorreando y la cabeza tirada hacia atrás, apoyada en la pared y el tanque del depósito de agua del inodoro goteando sobre ella.
Cuando lo cuento también me aparece la desesperación de aullidos de los mismos perros de siempre. Y la veo ahí a oscuras, con los ojos abiertos. Y me veo yo, que intento abrir la boca para gritar o para decir algo y que no puedo, y el miedo es la oscuridad del baño y el frío de la noche que entra por la puerta abierta pegado a los aullidos, a esos perros lejanos. Y estoy parado en el charco del baño mirando el bulto oscuro, vestido de negro y con los ojos fijos que miran el techo.

Después regreso a la pieza entre las penumbras dejando la marca de mis pisadas con el agua del baño en las baldosas de la galería, regreso y soy un ciego que se guía por los olores tibios de la habitación y no voy a mi cama, el miedo no me deja entrar en mi cama, si en la de mamá que se da cuenta que soy yo y me ofrece un lugar junto a ella, sin despertarse.

(2007)


Texto agregado el 05-09-2007, y leído por 598 visitantes. (25 votos)


Lectores Opinan
02-11-2007 FE DE ERRATAS: Quise escribir: "historia" "en una casa casi similar etc" islero
02-11-2007 Chamigo, bellísima tu istoria. La verdad que pintaste mi infancia ... en una casi similar, un poco más pobre, falleció mi hermanita menor, de cuatro años.¿Coincidencias? Parecieran. Detrás está la trma secreta de la vida. Muchas estrellas para tu rincón y gracias por esta historia. Como la vida. Enigmática. Máximo islero
26-10-2007 En vez de cuento, yo le llamaría a esta narración, una estampa. Es decir, una historia libre de los recuerdos infantiles, como es lógico, enlazados más que nada al padre, la madre y los vecinos más notables. La parte final, que insinúa la muerte del padre, y deja en dudas si la madre duerme o ha muerto, y el miedo que lo angustia, hacen pensar en el umbral de un cuento. Pero creo que faltó preparar al lector psicológicamente desde el principio para desembocar en este final. Me parece que se puede, dejando caer frases más frecuentes que nos hagan deducir el miedo que amenaza -aunque no se mencione la palabra-. No sé, esta es mi opinión, como siempre provisional aquí, porque de una sola lectura emocional no puede uno hacerse el juicio ponderado de estos textos que uno lee más por placer que por academia. Te doy unas estrellas, por la fluidez de la narración y por el cuadro final. delfinnegro
25-10-2007 Qué muchacho que eras no?...Narración natural y realista...Me sabe mucho a literatura muy latinoamericana. Me encanta. 5* xabier-gormaz
10-10-2007 MUY INTERESANTE Y ME SIENTO IDENTIFICADO EN VARIAS COSAS, FELICIDADES POR TU FORMA DE NARRAR. MUY BUENO. SEGUIMOS WEEZ
08-10-2007 Llegué a tu sitio por recomendación de "Maravillas", y empiezo leyendote en orden ascendente. Tu narración me pareció excelente: me gusta la forma tan natural como describes cada recuerdo y cada experiencia, me fascinó la trama de tu relato y la emoción que despiertas al leerte con cada detalle tan bien escenificado. Ah, y me encantó la forma a brisa fresca como haces tu presentación en el sitio. Un abrazo. Sofiama
21-09-2007 me quede pensando en ese niño que fuiste. Conmovida, Impresionada. En fin... Felicidades, es un gran texto, colega. Un abrazo peinpot
21-09-2007 Buena narración…. CHARCONAUTA
20-09-2007 Muy bueno. Terminé de leerlo y me dejó con la tristeza y el miedo de un niño pequeño. Eres un excelente narrador. gamalielvega
20-09-2007 Auuuuuuuuuu....Auuuuuuuuu.....pareciera escuchar esos aullidos amigo Cali_Rojo. Excelente relato, seguramente real recuerdo de tu infancia. Es admirable tu capacidad para mantener el interés en la lectura, hasta el último punto, siempre es atrapante. Seguramente los que somos criados en esos tiempos tenemos mucho en común con este cuento. Un abrazo amigo y que el viento patagónico te lleve mi considerable afecto. Mis 5* chilicote_2
17-09-2007 Excelente relato, que te aprisiona desde el principio y no lo puedes dejar hasta el final. Medeaazul
14-09-2007 Me tome el tiempo para leerlo, (despues de la invitacion que me hicistes, hace dias), analizarlo con ojos de nino de 4 anos. Esos aullidos han de resonar en mas de una noche, los cuales tu ninez ha de recordar perfectamente. Muy bella narracion, dejo mis repetos junto a las estrellas y gracias por la invitacion hecha. Logre leerlo tarde; pero seguro. Gracias de nuevo alegreincer
12-09-2007 Excelente relato,que emociona,atrapa,te eriza la piel y te estruja el corazón***** almalen2005
11-09-2007 B-U-E-N-I-S-M-O, loco, realmente me parece buenísimo, me atrapó, me dejó sin aire, me hizo saltar las lágrimas, me transportó en el tiempo y en el espacio. Mis felicitaciones, no puede faltar este maravilloso relato en tu libro. Mariano PD: Además está barbaro para leerlo en voz alta, tiene una puntuación perfecta. el-parricida-huerfano
09-09-2007 genial, admiro la capacidad y la simpleza que usas para trasmitir en tus textos. Cuentas una historia que puede o no ser autobiografica, pero habla de una epoca y de una realidad que tantos de nosotros ha vivido desde muy cerca que no hay dudas, nos marca, nos ha obligado a superarnos.***** alexandrocasals
08-09-2007 Muy buen relato. Y te dire que el estilo de tu padre era muy similar al del mio, aunque el mio no fuera "milico" (aunque se comportaba como tal, al menos en la casa ) Ni que decir del trato que recibiamos de vecinas y vecinos mayores, creo que algo medio similar aludo en mi "Última a la bolita". En cuanto a escarchas y frios sos....de Jacobacci? Porque creo que por esa "linea" hay un clima ecuatoriano no ? jajajajajaja Un abrazo amigo!!! y ***** para ese buen relato con un sabor a realidad !!!! eidanios
07-09-2007 Realmente impactante la manera de describir las escenas y transmitir suspenso, añoranza, miedos y la confianza... hay mucha tela de donde cortar, muchos elementos que reflexionar... pero no entraré en detalle... Felicidades un relato que merece reconocimiento. velo
07-09-2007 Eres un buen escritor colega, recreas el ambiente frrío y el ulular del viento. Tus miedos, tus pocas alegrías , en ese ambiente que huele a pobreza. Excelnte stilo, descripciones que golpean los sentidos. El oído con el viento, la mirada con el bulto en el baño y el afecto tibio de mamá. un abrazo sendero
06-09-2007 Eres un genio. Qué bien defines la atmósfera a medio camino entre sueño y vigilia. Cinco estrellas para iluminar este oscuro cuento y muchas felicidades. jau
06-09-2007 Muy creíble, muy convincente... da toda la sensación de estar viviendo esos momentos que se presentan en la lejanía de la niñez.. . mis ***** estrellas. martincho02ar
06-09-2007 ***** voces_y_ecos_de_nuestr a_gente
05-09-2007 Impresionante. Realmente impresionante. Pude tener las sensaciones del nene, ver lo que el veía. Me estremeció, en serio. El relato está espectacular, fue un placer total haberte leído. Los perros aullando me pareció una alegoría fenomenal. chantal-deveraux
05-09-2007 Increíble. Es un cuento que no se me va a borrar tan fácil de la memoria. Felicidades y gracias por haberme invitado a leerlo. adso_demelk
05-09-2007 Oscuro relato, sacado del baúl de los recuerdos de un niño de otra época. Donde el padre se hacía respetar con su mano dura y le bastaba una mirada para hacerse obedecer. Más aún si era policía. Triste niñez era la nuestra entonces. Ni imaginar tutear a tu padre. Excelente relato, muy fluído y con la nota de nostalgia justa para no abrumar. ***** zumm
05-09-2007 Pocas personas pueden extraer sus recuerdos y exponerlos, porque los recuerdos son gnomos que se agarran a las neuronas y no quieren salir de donde se encuentran protegidos y a salvo. Hay quienes los verbalizan, pero no es lo mismo. Escribirlos es una especie de terapia que actúa como sedante de los recuerdos que atormentan. Escribirlos bien, pulcramente, y que además conmueva, es otra cosa bien diferente. Y tú lo haces. Maravillas lo dice por allí abajo: "Eres un ESCRITOR", y no cabe duda. Logras transmitir ese miedo infantil, que es diferente al miedo adulto, que siente el niño ante la presencia de su padre; el que sobreviene por las noches con los aullidos de los perros y del viento; la imagen de la vecina en el water. Esos miedos, a veces infundados y otras no, forman parte del individuo, y como digo más arriba, en ocasiones perturban hasta la vejez. Enhorabuena por la excelente narrativa y por el contenido. Un abrazo y estrellas... neus_de_juan
05-09-2007 Uno tiene muchos amigos virtuales por aquí y lee muchas cosas. A veces es imposible llegar a tantos sitios y poder disfrutar de tantas cosas buenas que se hacen. Afortunadamente llegué aquí y me encontré con otra joya. Sólo decirte que disfruté con tu prosa y el escenario que nos pintas. Por un momento hiciste que yo también me convirtiera en niño y que recodara cosas pasadas de aquella niñez que un hombre nunca olvida. Nos has traido sensaciones profundas de la infancia y has logrado plasmarlos con uno sentimiento profundo que deja huella. Muchas gracias por tan gran regalo. Noguera
05-09-2007 Da gusto leer este cuento. Hay sensaciones que cuenta el hombre de ese niño que fue y de esa infancia que ha dejado su marca. Las marcas del pasado son heridas que surgen cuando la inestabilidad se cruza en el presente...creo que a todos nos pasa en algún momento. Olores, imagenes, personas, sonidos vuelven con tal fuerza que perturban o clarifican. Me has dejado pensando en momentos vividos. Cariños Adriana adriana73
05-09-2007 Que puedo hacer o decir, por lo menos pudiste ver algo de tu padre,pero lo que cuentas, si estremece. No se que es mejor, saberlo vivo a distancia , o compartir ese retazo de vida a su lado.En estos momentos y con tu relato, no lo se, no se nada. Tu texto me ha dejado dañada, eras tan chiquito para vivir aquello, y por desgracia recordarlo. ********* Excelente en su escritura, fluido, como siempre. Besitos Victoria 6236013
05-09-2007 Bueno ya te lo e dicho... escribes muy bien te felicito este cuento llego muy dentro de mi alma me inundo una melancolia triste por esa adolesencia tan temida mis***** besitosss ///NIL/// NILDA
05-09-2007 Eres un escritor, no se puede decir más alto, ni más claro en esta página. maravillas
05-09-2007 Qué decirte de esta narración, Carlos, he leído otros cuentos tuyos y uno mejor que otro, pero éste, éste... Quizá porque lograste que me pusiera en la piel del pibe (hay que escribir muy bien para lograr eso en mí) y me sintiera tan él que pareció que yo mismo contaba este recuerdo, o tal vez, porque las descripciones son tan justas, con los detalles precisos para crear la escena... O, y ojo que puede ser, simplemente otro de tus excelentes textos. Pero éste, che, éste... Para mí tuvo algo muy especial. He pasado un gratísimo momento leyéndote. Te felicito- tiresias
 
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