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En esa casa no se escribía.
No, en esa casa los sueños se escurrían por los espacios bajo las puertas y por entremedio de las ventanas.
Cada vez que yo caminaba del colegio a visitar a mi abuela, recogía algunos y se los llevaba de regalo, ellos los botaban, pero a mi nona, como solía llamarle, a su edad... bueno, no era tanto el tiempo para pensar en mañanas, no, ella vivía al día, a la hora, al segundo, no con un afán azaroso de deseos e imprudencia,ella vivía más que nadie su día al máximo... saboreando cada segundo, masticando, degustando, tragando y sintiendo dedicadamente como pasaba por su garganta hasta su estómago sin decirme nada, con sus ojos cerrados y su faz en calma...

Así deseaba yo que fueran en esa casa, la que quedaba de camino a la de mi nona, esa casa no tenía colores como el resto del barrio, no... ella tenía un olor impregnado a tristeza, pero algo más abandonado que eso... la miraba, y no podía más que sentirme lejos, los niños la veían a blanco y negro, sin subtítulos, nada más viendo como se caía a pedazos y ellos tomaban como yo algunos sueños, a veces incluso podíamos hayar sonrisas entre los escombros, esas no las regalaba, las guardaba para mi, las metía dobladitas dentro de una servilleta en el bolsillo de mi jardinera, siempre hacen falta y en estos tiempos a veces es tan duro hayar algunas sinceras y acorde a la estacion...

Pero justo ese día, justo ese día que salí más tarde del colegio, una niña del otro salón molestaba a una chica de mi clase, ¡Gorda! le gritaba; ¡por eso es que nadie te habla, por eso siempre estás sola!, y yo... no podía ver como ella lloraba, no, ella no, la pequeña Muffin, tan redondita y dulce como un muffin hecho en casa, yo la apreciaba mucho, por que se reía todo el tiempo, pero no como las demás con solo chirridos, la de ella... la de ella flotaba, era de un modo ligero y que te eleva el alma a jardines que yo no conocía, y que cada vez que sonaba la campana, ella tomaba su bolsita de seda llena de caramelos y se acercaba a mirar las flores, yo amaba como brillaban sus ojitos de miel cuando se sentaba junto a las fresias, que eran tan inocentes como ella... pero en esos segundos: ¡ella no reía!, al contrario, ella lloraba, ¡y sus ojitos miel ya no brillaban con toda esa agua desbordandose por sus mejillas pecosas!. Me acerqué rauda a la chica que la insultaba y... la empujé, la empuje con todo el peso de mi cuerpecito de 7, y entonces, fue ella la que lloró, compensé mi ira con todo el dolor físico y el barro que pudiera evitarle jugar por unos días y un buen regaño por llevar sucios sus vestidos, me giré henchida de orgullo, me sentía un quijote victorioso y nada alucinante, con una media sonrisa de superioridad en la cara... y entonces descubrí, que nada podía el dolor físico, compararse con el dolor de la verguenza, y bajé la mirada, me rendía ante el peso de los hechos... La pequeña Muffin, ¡gracias niño Jesús!, ella ya no lloraba, pero sus ojitos miel no brillaban, estaban opacos, y por mi culpa. Esa mirada, era como más tarde entendería, totalmente decepción, de la clase más pura... quien habría dicho que la niña que suspiraba junto a las fresias me haría sentir de ese modo, vi que Muffin corrió la mirada, seguida de la temible cercanía de los tacones que a fuerza de palabras me retendría esa tarde después de clases a escribir en una pizarra : "la violencia no resuelve los problemas, no debo agredir a mis compañeras"... 500 veces escrito, y quedó tatuado a fuego, jamás haría cosas como esa, no por el castigo, no por escribir una frase vacía 500 veces, sino por el simple y poderoso motivo, de no tener que volver a ver en mis orbes ocre, esos ojos, esa mirada de decepción, de haber fallado, pensar en eso hizo que me doliera algo dentro...además, nisiquiera pude arrancarle una sonrisa a la querida Muffin...

Es cierto, ahora camino segura donde Nona, le alegrará verme pensaba, ya faltaba poco, estaba pasando junto a la casa sin colores, ni subtítulos, yo cruzaba junto a sus murallas, de seguro a la hora de mi retorno ya habría algunos juegos infantiles y sonrisas que tomar de la vereda, pero algo había de distinto, la casa parecía azul, ¿azul?, pero si esa casa no tiene colores, ¿cómo podría ser?.... entonces vi a alguien caminando por la acera, se dirigía justo hacia a mí, mientras yo miraba la ventana roída por la espera, que no me percaté de ese señor hasta que estuvo a un paso de mi...

-¿Te gustan los arcoiris?
- Me gusta deslizarme por ellos
- Entonces si eres una niña buena, dime querida, que te retiene de tu camino en un lugar tan decepcionante...

Decepcionante... otra vez esa palabra...me dió la impresión de que diría algo más, pero las letras se ahogaron antes de poder encontrar su acorde,pero pude notar como su mirada se desvaneció cuando pronunció la ultima palabra, me dejó eso un sabor extraño a nostalgia en la boca... no del tipo dulce, sino del amargo... como aceite de Risino...

- Me gusta venir a recoger las sonrisas que tiran a la calle, en esta casa hace años que no las utilizan
- ¿Y porqué es eso?
- Mi nona dice que ya no tienen suficientes manos para jugar juntos a la ronda, yo creo que tiene razón a veces...
-¿a veces?
-a veces, y a veces parece que tienen sufiencientes manos, pero les fallan las voces, y sin una buena canción como podrían jugar ... sin una canción se volvería un torbellino de tedio, no tiene sentido...
-a veces hija, aunque sea muy bajito- dijo aquel hombre con unos ojos brillantes como el reflejo de los faroles en las ventanas en invierno, me miró cálido, me sentí llena de algo , una emoción me hizo sonreír, ¡e incluso soltar una pequeña risita!, no una prestada... ¡una mía!, mía y natural, una que hizo que me saltara el corazoncito, y se colorearan de pastel mis mejillas... - a veces aunque sea entre murmullos y susurros, las rondas se mantienen a la espera, y entre los suspiros las sonrisas no cuajan ni fermentan, se mantienen frescas a la espera de la voz más alta, que salte con todas sus fuerzas y llene los oidos de notas y de niños, de su contagio infantil y transparente... pero a veces esa persona no llega de su paseo, se queda mirando los jardínes...

- ¿y entonces señor, como pueden jugar felices las rondas infantiles si les falta esa voz fuerte que llame a los otros a jugar?
-en ocaciones las mariposas tardan más en salir de su capullo, como las voces tardan más en llegar a jugar, y en otras no pueden llegar a los lugares de juegos, pero no tiene que importar, por que todos tienen voces tan fuertes que la ronda puede llegar a llamar a todo el mundo a su lado, solo que está escondidita, ahí, bien dentro...- me dijo mientras se señalaba el pecho y luego me sonrió, yo pensé lo que había dicho aquel hombre de ojos tristes, mirando la casa de colores...

¡No podía contener el aliento!, la casa sin subtítulos, estaba llena de risas y de colores, los más bonitos que había visto, y la puerta, después de muchos años, se abrió, el polvo y el encierro se desvanecieron en el aire y corrieron por toda la calle niños con ropitas dominicales, a mi se me encogió el corazón de alegría, en el umbral se detuvo una señora de ojos cansados, pero con una lucesita casi imperceptible en ellos... definitivamente después de todo ese tiempo había entontrado esa vocecita que faltaba...-es que al fin vino a despedirse- me sonrío la mujer, yo sonreí en respuesta.

Corrí por toda la calle, cantando rondas infantiles que mi madre me había enseñado, todo parecía un poco más bonito, ahora que todas las casas eran de colores, y ya no tenía que guardarme esas sonrisas en los pantalones, ahora tenía las mías propias...llegué dos horas tarde a ver a mi nona... y ella ya no estaba, ella había ido a saltar otro tipo de rondas en otros lugares, llenos de flores de colores de seguro, tuve un segundo de tristeza, sonreí con comprensión y ví que la vecina lloraba, recogí el gatito que estaba como aguardando en la entrada de la casa, lo acaricié con todo el amor que pude y caminé de vuelta a la mía propia, ya le diría a mamá como se sonríe y así podríamos cantar juntas...

Ahora podría estar con ella después del colegio...

Texto agregado el 09-09-2007, y leído por 290 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
03-11-2007 pura poesía... bellísimo leturia
25-09-2007 Muy buen cuento. Me gusto descubrirte, todo un hallazgo. Muy buen ritmo. un abrazo y 5 estrellas para vos peinpot
22-09-2007 Un cuento precioso. Me encantó el optimismo que destila pese a los reveses de la vida. Un saludo!***** josef
15-09-2007 hay algo en tus palabras que auno lo hace meditar , reflexionar e interpretar la composicion en si de su mensaje a la misma ves escribe smuy bien a tu propio estilo muy original te felicito5* neison
12-09-2007 ¿Sabes una cosa, Nicole? Me fascina la niña buena que habita en ti, la que quiere vengar a la dulce Muffin con la fuerza arrasadora de esos siete años que ya no están, la que escribe este cuento con un grandioso sentido del ritmo y esa emoción para cantar nuevas rondas... te saludo, Nicole, en tu casa sí se escribe y me alegra que así sea. yamilethlq
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