Me gusta sentir tus gélidas mañanas,
pues las disfruto con gusto arropada con mis sabanas,
el rocío puede posarse en mi cuerpo,
hilando el manto del alba
o deslizarse tibio y sereno como lo hace por las ramas.
Imagino por un momento una fuerte brisa
que pone a prueba el equilibrio de mi cuerpo,
corro apresurada hasta algún desfiladero,
cierro los ojos, alzo los brazos y vuelo…
Poco me importa lo que pueda suponer mí huida,
me libero en este momento de todo cuanto me reprimía,
corto las cadenas y con ellas forjaré una coraza,
inmune a ruegos, llantos o malas palabras.
Y me voy, sigo elevándome,
dejo atrás todo aquello que fue un lastre,
hoy soy libre, hoy nada puede pararme.




(La libertad se conquista)