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Aquel día me lo pasé enterito delante del ordenador. El trabajo me había absorbido y el tiempo se quedó en un suspiro. Cuando los días caen sin darme cuenta, me entra una terrible sensación de vacío. Los meses pasan y yo encerrado en un despacho sin saber que ha llegado la primavera. Estaba en ese sabor de repetición, de redundancia diaria, cuando al apretar el botón de apagado de mi ordenador, me soltó un terrible calambrazo que me recorrió todo el cuerpo. Retiré enseguida el dedo, me fui hacia atrás y caí sobre mi sillón.
Me quedé mirando ese ordenador que no paraba de hacerme putadas. Se bloqueaba o perdía archivos en su inacabable memoria de no sé cuantos Gb, o se tragaba virus y sólo le faltaba soltarme descargas eléctricas.
Empecé a notar una sensación extraña. Una parte de mi quería coger el monitor y estamparlo contra la pared, mientras que otra parte me intentaba tranquilizar, dándome a entender, que aquello era una máquina y que no podía vengarme de lo que no tiene vida. Un puñetazo sobre el monitor no lo pude aguantar. ¡Que se joda el terminator éste!.

Recogí mis cosas y salí del despacho pitando. Al fichero lo miré de reojo. No sé que me pasaba, pero después del regalito de mi Mac, no me fiaba de nada que fuese digital. Ese se hubiese llevado una patada si llega a hacerme algo.
En el coche seguí sintiéndome raro. Al llegar al típico colapso a la entrada de la ciudad en hora punta, volví a notar el sube y baja de emociones. Por un lado quería bajar la ventanilla e insultar a todos, por otro me esforzaba en escuchar la radio y mantener la calma. Después de algún puñetazo al airbag, unos cuantos tarareos acompañando alguna canción de Radio3 y algún hijodeputa gritado en el interior de mi vehículo. Conseguí aparcar en mi calle. Un ratito andando y otro corriendo, llegué hasta mi casa, donde podía refugiar mi ansiedad y calmarla entre lo que uno siente como su mundo, como propio.

Con urgencia, llegué a descargar la vejiga. Mientras lo hacía me miraba en el espejo y vi como mi cuerpo empezaba a dividirse como si fuese la mitosis de una célula. Al instante tenía dos yo en el baño, dos Luises y un charco de pis.
Un Luis, uno de mis yo, estaba totalmente histérico, a esta parte la reconocí como EmoLuis. La otra parte de mi yo, estaba totalmente paralizada intentando comprender que pasaba. A ésta la llamé LogoLuis.
EmoLuis salió corriendo del baño. Parecía muy asustado por el fenómeno que acababa de ocurrir. Tropezó con una silla y se cayó. Tropezó con el gato y se volvió a caer. Se dio contra la puerta, rebotó en la pared y cayó. LogoLuis había salido detrás de él y observaba todos los golpes. Se acercó cuando tuvo la impresión de que la pared había frenado a EmoLuis a intentar calmarlo.
En ese momento sonó el teléfono. EmoLuis saltó y corrió hacia él.

-¡¡¡Dígame!!! ¡¿Si?!
-¡¿Luis?!
-¡¡¡Hola Susana!!! ¿Qué tal guapa?
- Qué efusivo. ¿Cómo estás?
- Pues tengo un día muy raro. Meheaburridoeneltrabajoyhedecididosalirprontocuandoestaba
apagandoelordenadormehapegadouncalambrazo hetardadouna
horaenllegaracasaycuandohellegadoteníaganasdemearyentonces...
LogoLuis se había acercado, mientras escuchaba la conversación e intentó arrebatar el teléfono a EmoLuis, cuando empezó a narrar lo sucedido. Forcejearon y finalmente el teléfono cayó al suelo. Esta vez LogoLuis fue más rápido y cogió el teléfono, pero su otra parte se colgó del brazo donde lo agarraba para impedir que pudiese hablar. LogoLuis cogió el teléfono con la otra mano y pudo contestar mientras paseaba con EmoLuis colgado del otro brazo.
- Dime.
- ¿Qué haces Luis?
- Se me ha caído el teléfono, perdona. ¿Qué querías?
- No te entiendo. Estás como un histérico, se te cae el teléfono. Parece que te pelees contigo mismo y ahora da la impresión de que seas otra persona. ¿Qué te pasa?
- Nada. Sólo se me ha caído el teléfono.
- Llamaba porque necesitaba hablar contigo, pero te encuentro bastante raro y me descolocas totalmente. Me contestas con una efusividad desbordante, como ahora te muestras totalmente frío. Creo que dejaré la charla para mejor ocasión.
- NOOOO SUSANA, NO CUELGUES, NO SOY YO. BUENO SOY YO PERO...- Gritó EmoLuis colgado desde el brazo.
Lo siguiente que escuchó Susana fue el ¡Clonch! del coscorrón que le dio LogoLuis a EmoLuis con el teléfono, que saltó por los aires y quedó comunicando en el suelo.
Ante la cara de ira sin control de EmoLuis, LogoLuis llegó a la conclusión de que debía salir corriendo. Cerró tras de si la puerta del baño, justo para oír un golpe seco y chirriar de dedos acompañados de una queja lastimera.
LogoLuis no se atrevió a abrir la puerta, pero al cabo de unos minutos, sonó un tremendo golpe en la puerta, como si golpeasen con un martillo. LogoLuis pensó que debía parar aquella barbaridad, abrir la puerta antes de que la destrozase EmoLuis y hablar con él, o aquello iba a parecer “El Resplandor”. Justo cuando abrió la puerta, EmoLuis la iba a golpear con el martillo. Al no encontrar el freno de la puerta, se le escapó, golpeando en el grifo de la bañera. El golpe lo rompió y empezó a salir agua como si aquello fuera el Titanic.

EmoLuis pasó de la ira al susto y empezó a correr por el baño, alrededor de LogoLuis, que estaba paralizado en el centro, mirando la rotura pensativo. EmoLuis estaba empapado, el chorro de la avería le daba en la cara cuando intentaba parar el agua y no veía. Intentó tapar la vía con papel higiénico, pero el chorro volvió a darle en la cara. Lo intentó con una esponja, el chorro le siguió mojando. Intentó meter la pastilla de jabón en el agujero, nada. Encontró una caja de preservativos y enfundó el grifo con uno. Cuando éste explotó, lo intentó con toallas, anudándolas alrededor del grifo. LogoLuis no parecía ni estar nervioso, ni tener ansiedad por nada de lo que estaba ocurriendo. Se limitaba a observar tranquilamente aquella escena tan patética. Al cabo de unos minutos se giró, salió del baño hacia la cocina, encendió el fluorescente, se quedo parado intentando recordar algo. Al rato se dirigió hacia una de las ventanas de la cocina, la abrió, y cerro lo que parecía una llave de paso.

De vuelta al baño, el agua llegaba casi hasta el salón. EmoLuis parecía nadar a braza entre toallas, trozos de papel higiénico y demás materiales de baño esparcidos por el suelo. Había resbalado con champú derramado y sus intentos por levantarse sólo habían conseguido hacerle patinar de un lado a otro del baño. Con cuidado de no entrar en el baño, para no caer en la trampa en que se había convertido y morir de inanición, LogoLuis sacó a su otra parte y le ayudó a levantarse. Al conseguir ponerse en pie, EmoLuis salió disparado hacia la habitación mientras gritaba:
- ¡Yo no aguanto más! ¡Me voy!
- ¿Cómo que te vas?. No te puedo dejar ir sólo y si nos ven juntos alguien conocido, cómo lo explicas. Necesitamos unirnos de nuevo, por separado no conseguimos hacer nada a derechas.
- Me da igual. Necesito salir de esta casa. Siento claustrofobia.
- No nos pueden ver juntos por la calle y no pienso dejarte ir sólo.
- ¡Si me intentas impedir que me vaya te doy con el martillo!.
LogoLuis no sólo quería evitar que se fuese EmoLuis por el peligro que constituía, si no además por la ropa que se estaba poniendo; sandalias con calcetines de rombos debajo, el pantalón del chándal rojo, una camisa de rayas Ralph Laurent, con una rebequita azul marino de su exmujer, por si hacía frío. Pero la lógica le apartó del camino de EmoLuis. Se limitó a seguirle.

EmoLuis andaba por la calle y notaba que la gente le miraba. Le hacía pasar vergüenza, pero no sabía porqué. LogoLuis, que iba unos metros más atrás, si sabía porqué, pero no sentía vergüenza.
Era la una de la mañana y en uno de los Disco-Pub que tenían cerca de casa, era su hora punta. Al pasar por delante de la puerta EmoLuis no pudo evitar entrar, LogoLuis le siguió hasta la barra. El primero tomó whisky con coca-cola y el segundo un zumo de tomate.
EmoLuis se lanzó a la pista de baile, mientras LogoLuis se atrincheró en un lugar con buena visibilidad para vigilar. Desde allí observaba como EmoLuis se movía de un lado a otro de la pista. Bailaba de una forma ridícula allá, se quedaba embobao mirando a una chica acullá, se pedía otro whisky por atullá o se subía a hacer el ridículo en el podium central del Disco-Pub. Aquellos movimientos descoordinados y sin sentido llamaban la atención de todo el local.
Si hubiese podido sorprenderse lo hubiese hecho cuando LogoLuis vio a EmoLuis besarse apasionadamente con una chica. Al rato le vio acercarse con la chica de la mano y sonriendo como un gilipuertas.
- Mira me ha regalado una flor de plástico. Se llama Laura.
LogoLuis observó que Laura llevaba una borrachera considerable y comprendió.
- Hola me llamo Alberto. Soy su hermano.
- O exo o ox han clonao, poque sos iguales. ¡Jua, jua, jua!
No le molestó la bromita de Laura. Ni tampoco cuando EmoLuis dijo que Laura se venía a dormir con ellos, pero si le pareció inoportuno.
Aquella noche no pudo dormir bien en el sofá, con los gritos atarzanados de Emoluis y las risas entre gemidos de Laura.
Al día siguiente Laura se levantó antes que EmoLuis y despertó sin querer a LogoLuis.
- Hola Lauraaaaaa.
- Perdona no quería despertarte. Tengo una resaca tremenda y buscaba una aspirina.
LogoLuis se levantó y se fue hacia la cocina a buscar la aspirina. Mientras, le iba diciendo a Laura.
- Ayer te cogiste una buena.
- ¡Uuuuuuuff! Si, tenía cena de empresa y me pasé bebiendo.
- Empiezo a entender como te liaste con el tonto de mi hermano.
- ¿Por qué? Con tu hermano me lié porque; entre la borrachera me pareció ver que era guapo, hablando con él me reí mucho y era terriblemente tierno. Lo que te aseguro es que nunca había conocido a un hombre tan apasionado como él. No es que sea increíble en la cama, se mueve con torpeza, pero las emociones las lleva a flor de piel. Ríe, Llora..... no sé.
La conversación entre LogoLuis y Laura se extendió varias horas, lo que les pareció muy agradable a los dos. A LogoLuis, tan sólo le costó explicar de donde venía el nombre de EmoLuis. Le dijo que él llevaba el nombre de su padre Alberto y que para poner el otro nombre a su hermano sus dos abuelos, Emilio y Luis pelearon. Como eran muy cabezones y por que no llegara la sangre al río le pusieron EmoLuis. Laura contesto poniendo una cara extraña, pero aceptó la explicación. LogoLuis respiró pensando que era una suerte que esa pregunta se la hubiese hecho a él y no a su otro yo.
Cuando EmoLuis despertó, los tres se fueron a comer y allí empezó un fin de semana que a los tres les pareció fantástico. Laura y LogoLuis conversaban a todas horas , mientras EmoLuis no paraba de hacer mimos, carantoñas y besar a Laura mientras decía alguna payasada para hacerla reir.
LogoLuis empezó a odiar la sonrisa tonta que ponía EmoLuis cuando Laura le besaba o cuando se le salían los ojos mirándola el culo y EmoLuis empezó a envidiar las conversaciones de su hermano.

El domingo por la noche, mientras compartían una pizza que habían pedido. EmoLuis empezó ha encontrar cierta lógica en la conversación con Laura. LogoLuis no pudo evitarlo, se acercó un poco a ella y le dio un beso con mucha ternura en la sien. Laura se sorprendió, al igual que EmoLuis. Las dos partes se miraron, se levantaron, se acercaron, se cogieron de la mano y empezaron a unirse en un solo yo. Así es como me volví a transformar en un único Luis.
Ante esta visión, Laura se asustó. Reaccioné rápido abrazándola y susurrándole al oído.
-No te preocupes, ahora aprenderé a quererte con todas mis partes.


Se lo dedico a mi hermano Alberto. Ha sido lo más parecido a mi LogoOnanista cuando hemos salido juntos

Texto agregado el 24-03-2004, y leído por 743 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
28-05-2008 Increible historia, los "yo" convertido en lo más cuántico que se puede ser en las decisiones. Hay que ser un poco racional y a locado para ser uno mismo.Besos noether
04-04-2004 Marcos, este está tela de currado, me ha impresionado, el caso es que yo sería cuatro luises, los dos mios y los dos de mi hermano, algún día te cuento cosas que ponen los pelos de punta, ya sabes , eso de la conexión entre gemelos... barrasus
31-03-2004 Ante un análisis tan bien estructurado como el de Ceboncita, que se ha inspirado en un texto muy, muy elocuente, añado que el mismo me recuerda a “Los Hombres del Hombre” de Eduardo Barrios y “Quíntuples” de Luís Rafael Sánchez, únicamente me resta quitarme el sombrero. La complejidad, la unidad en la diversidad, lo emotivo-lógico de cada ser humano se crece ante nosotros en estas líneas. Bravo. Gabrielly
26-03-2004 genial, unico como siempre, no puede vitar sentirme un poco identificada con luis, aveces creo que me pasa lo mismo, con la unica diferencia que no puedo ver a mi otro yo, un beso.*****. lisinka
26-03-2004 Entras a cien, como siempre, haciendo gozar desde el primer párrafo, y a continuación, también como marca de escuela, describes un increscendo que no se resuelve hasta las últimas líneas. Trepidante, por tanto, algo que a mí me seduce. Pero lo que de este texto tuyo más me ha admirado ha sido la imbricación impresionante de materia y forma. En realidad, creo que una y otra se definen mutuamente, al igual que descreo del trazado de nítidas fronteras entre lo emocional y lo lógico o racional. De hecho, al avanzar tu relato pensé "uyuyuy, lo sentimental y lo lógico separadito del todo, no me va a gustar", pero, voila, vas y lo resuelves con la restitución de la unidad como única posibilidad de vida íntegra, de amor completo... Y la forma lingüística de tu cuento mantiene un paralelo tan impecable con estos hechos, que acojona. Porque resulta que empiezas con la 1º persona, claro, Luis nos cuenta su día agotador... Pero al producirse la partición Luis comienza a narrar la vida de los dos Luises en 3º persona, con tal distancia que, como lectores, nos olvidamos de que tenemos un narrador interno, de modo que cuando regresa al final ("así es como ME VOLVÍ a transformar en un único Luis") te quedas alucinado, al darte cuenta de que el Luis que hablaba de EmoLuis y de Logo Luis era tan ajeno al devenir de esos dos personajes como lo habría sido un clásico narrador externo... Alucinante, como digo. ¿Y sabes cuándo las historias salen tan preñaditas del abrazo entre forma y materia ?. Pues cuando crecen en la cabeza de manera rápida y empujadora. Quizá yo cambiaría dos o tres puntos y seguido por comas, pero, si tan perfectamente integradito te salió, fue gracias a salirte rápido; dejando enfriar la pulsión inicial, habrías traicionado este romance sin fisuras entre lo que cuentas y el modo en que lo cuentas, romance necesario no para tener dos cosas bien avenidas, sino para tener una cosa plena... Como lo emocional y lo racional en nosotros... Si lo separamos, dejaremos de ser. "Siente el pensamiento, piensa el sentimiento", decía Unamuno... "¿Dóndereunir los mil pedazos de una persona?", se preguntaba Seferis... Pues en el compás posible entre conversación rítmica y grito atarzanado, en la primavera suave y exaltada de beso en la sien y de baile frenético. Bien por ti, una vez más. Ceboncita
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