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En los primeros días de trabajo no me sentía a gusto; el lugar me producia escalofríos pero necesitaba el dinero.
Lo bueno era que el trabajo no era forzoso, los dueños de las casitas no te ordenaban, ni gritan, sólo tenías que mantener limpios sus lugarcitos, cambiar algunos vidrios o arreglar los techitos, nada de otro mundo. Conocía a todos por sus nombres y apellidos, incluso sus fechas de cumpleaños. A los que se encontraban abandonados a su suerte, de vez en cuando, les regalaba un pañito muy lindo. Cada lunes cobraba lo que me correspondía, no era mucho, la gente se aprovecha de nosotros
De lo que si disfrutaba era de los mangos y las moras, cada una en su temporada inundaban el terreno. Mi abuela me reprochaba que las comiera, decía que sus raíces se nutrían de no se qué restos que se depositaban ahí... pero nunca le creí. A quienes les gustaba inventar historias, una más fantaciosa que la otra, era a los demás albañiles. Contaban que habían escuchado aullado al luisón en los días de luna; otro más emocionado, inclusolo vió darse un festín con lo más desprotegidos. Era realmente embriagante compartir con ellos las tardes en el puesto de Rosa. El aroma de las flores de diversas especies, las velas y el alcohol bajo el techo de zinc, hacían que mi cabeza diera vueltas, sin haber probado un solo trago, hasta llegas a casa.
Ramón me había conseguido este trabajo, él era el que más ganab, nunca supe cómo hasta que en uno de esos días, en que llegaron varios cuerpos, me propuso un trabajito que me dejaríaun buen dinerito. Me había dicho: "lo cambiamos y ya está". Parecía tan fácil.
Concretó la hora: sería a la medianoche. No estaba muy seguro de querer hacerlo, pero acepté. La oscuridad me producía cierto temor, pero no podía dejar pasar esta oportunidad la mercancía se vendería a buen precio. El guardia lo dejaría pasar por dos cartones de vino.
Paradi frente al boquete de la muralla intentaba llenarme de valentía; llegaron dos más, ya no podía arrepentirme
Escuche el silbido de Ramón; al entrar sentí frío como si algo nos acompañara.El viento como reclamando nuestra presencia
que interrumpía el sueño de los habitantes; quise pedirle perdón a la cruz que nos recibí, pero no quedaba tiempo.
Recuerdo que ese día había luna llena, ma había imaginado que encontrariamos al luisón. Llegamos al lugar, Ramón abrió la puerta. Hicimos un gran esfuerzo y después de dos o más intentos, por fin logramos sacarlo "este cajón pesa muchísimo, aún no se habrá despojado del líquido corporal". Caminamos unos pasos con la carga hasta que escuchamos un fuerte suspiro, nos quedamos tiesos...
- sólo es el viento- reclamó Ramón- muévanse que se hace tarde.
El viento sopló con fuerza, aullaron los perros, la luna, con ojos acusadores, iluminó bajo un árbol. Lo único que recuerdo es el grito de Ramón y la figura de una mujer llamádolo con el dedo.
Esa noche, elle regresó a reclamar su cuerpo que había sido robado por Ramón. El ahora tiene cara de muerto, ha perdido el habla y se encuentra encerrado en su nuevo hogar.
Cada día lo cuido como a los demás.

Texto agregado el 12-10-2007, y leído por 89 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
12-10-2007 Ooooohhh, tenebroso cuento!!!me he quedao pasmao y tembloroso. Me voy al botellón a recuperar la figura. Un saludo marxtuein
 
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