1. EXTERIOR. SALIDA DEL METRO IMPULSORA. NOCHE.
Las escaleras abarrotadas, gente apresurada se dispersa entre los puestos de revistas y fritangas, ya hacia la base de taxis, ya hacia los peseros. Justo donde desembocan el par de escalinatas, un hombre alto, robusto, de algunos 30 años, aliñado, toma por el brazo a una mujer –que lo adelanta por tres pasos- apenas cinco o diez centímetros más baja, bien vestida, delgada, el cabello sobre los hombros enmarca su rostro blanco.

HOMBRE: (Molesto.) ¿Cuántas veces te he dicho que no camines tan rápido? No me gusta ir detrás, ya sabes.

MUJER: (Conciliadora.) Muy bien, te espero, ¿ves?, los dos al mismo paso. Juntitos.

2. EXTERIOR. BASE DE MICROBUSES. NOCHE.
Ella al lado de él, tomados de la mano esperan la llegada del transporte, a la mitad en una fila de 15 personas –ellos ocupan el lugar de una sola-. Ambos miran al frente.

MUJER: ¿Crees que tarde mucho el micro?

HOMBRE: No tanto como tú te tardaste en llegar a mi vida, mira que hacerme esperar así, ya ni la friegas.

Aún de la mano, avanzan perpendicularmente respecto a la fila, pies derechos, pies izquierdos, el mismo paso. Suben a la unidad, él paga, se sientan detrás del chofer. Ella inclina la cabeza en el hombro masculino, él hace una caricia ligera en la mejilla pálida de la mujer. Se besan. El camión destartalado recorre varias calles. El beso cesa y ambos miran la nuca sudorosa del conductor. Ella se levanta y le pide al chofer se detenga en la esquina. Él mira por la ventanilla del lado opuesto. La mujer baja del colectivo.

HOMBRE: (Para sí) No me dijo su nombre.
Fade out.