| IEn sincronía con el génesis de la aurora,
 despierto con tu diáfana escultura,
 te miro y tú, recíproca me miras
 con tu rostro maternal y tus ojos perspicaces.
 
 Subo con estrépito por tus muslos calmos
 cual savia caliente que emerge del nadir.
 Suben tímidos y fugaces mis labios
 hacia tus pechos nobles y clandestinos.
 
 II
 Si pudiera soñarte en la eternidad,
 palparía una homérica utopía con mis dedos,
 amazona de etérea voz
 y emociones fuertes.
 
 III
 Amor prohibido,
 en cada lágrima tuya
 y en cada gota de tu sudor
 circula agua mística y fluvial.
 
 IV
 Marcas tus huellas en la hierba
 con tus pies descalzos
 que irradian un áureo brillo que me cautiva.
 Se expresa exquisita tu sexualidad
 en finas hebras de cabello,
 vergel de fuego.
 
 V
 Quisiera que me poseyeras
 con las garras de tu astucia,
 conculcando contratiempos
 centrarme en tu desnuda transparencia
 y verme en el espejo
 de tus ojos circunspectos.
 
 VI
 Impúdica hespéride,
 hija legítima del cielo,
 te empozas en mi espíritu.
 C'est vrai que je t'adore,
 je veux sortir de mon enfer
 pour être avec ton amour.
 
 Y te regalo un neologismo,
 fotónira, que significa soñada y luminosa,
 pues así te concibo.
 
 VII
 No es paralogismo ni sofisma,
 como el íncubo a su súcubo,
 así te deseo.
 
 Ya es momento del epílogo,
 tal como una mirífica odisea,
 se termina esta selección de poemas
 de mi cuaderno secreto.
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