Franja tenue asoma brillante, sigilosa, como animándose a sonreír una vez más, sobre el negro tapete, majestuoso, con escasos besos de brillos en diamantes multicolores.
Aclara a su alrededor, es como que todo se contagia de su magia.
Se impone al sonido en movimiento aislándolo de la quietud, de la paz que traen sus brazos adormecidos aún.
Comienzan a acariciar pedruscos aletargados en moldes de quieta pereza.
El vaivén de las caricias y el sonido de los brazos redentores, dibujan una composición maravillosa.
He aquí el fin ante el comienzo inmediato del aturdido día, frecuentemente abatido por la cara sonriente y radiante de su fuego interior, renueva su semblante, es el momento de su intima sensación de libertad perpetua.

(Esa que necesitamos diariamente una dosis doble!)