Podría ser que usted haya escrito un cuento hasta cierto punto intrascendente, a su parecer y que lo redactó de una plumada, más como un ejercicio ortográfico que motivado por una repentina y fugaz inspiración. Resulta que usted es miembro de la Página de los Cruentos, sí, leyó bien, un portal en donde usted puede mandar historias terroríficas, las cuales se van agregando a su página personal, en donde son comentadas y votadas de acuerdo a la siguiente modalidad: galaxias, estrellas, planetas, satélites y asteroides. Por ejemplo, si dicho cuentecillo -que aún le late en sus dedos por la reiterativa digitación en el teclado- le resulta simpático a los otros miembros de dicho club, que, entre paréntesis, ya han formado un intrincado entretejido de alianzas y afinidades con usted, le dedicarán palabras de este calibre: -Me gustó lo que escribiste, aunque no debiste hacer que el asesino le enterrara el puñal mirándola a los ojos porque eso pareciera enaltecerlo, no, de espaldas y embetunado en ajo, eso… un planeta para ti… Otro diría:-Lindo tu cuento, besitos cariñositos y nos vemos en el foro de descuartizamientos… Y otro: -Me parece que estás en la senda de Agatha Christie salvo por algunos pequeños problemillas de puntuación. Una galaxia completa para ti para que la lleves al cuello… Sucede que finalmente el cuento queda guardado en la lista con cinco galaxias, tres planetas, un satélite y cinco asteroides. Una nimiedad si consideramos que otros han obtenido puntuaciones muy por sobre eso. Dejémoslo hasta aquí. Por el momento.

Johnny Scareburry, libretista y guionista del gran Steven Spielber, se encuentra en su despacho sudando a mares, con la camisa blanca desabotonada en su cuello y la corbata a media asta. Su jefe, el genial director de Jurasic Park, le ha encomendado una historia simple en la cual se puedan generar espectaculares efectos especiales y el buen Johnny, poco acostumbrado a desplegar su talento en libretos de poco vuelo, se devana los sesos tratando de encontrar el tema que satisfaga a su poderoso jefe. En realidad, Scareburry fue antes un físico químico de ideas desopilantes, un ser que no se compadecía con lo convencional, de hecho, de su brillante cabeza nacieron la mayoría de esos argumentos que después destellaron en las marquesinas de todo el orbe.

Johnny está empleando un traductor castellano-inglés, puesto que encontró una página temática dedicada a los escritores de cuentos de terror. Se ha detenido, en efecto, para leer un cuento que trata de un crimen -como no- y que recibió como premio cinco galaxias, tres planetas, un satélite y cinco asteroides. Ya traducido, sus ojos se iluminan de contento. Es el cuento ideal, una imbecilidad del porte de un trasatlántico, pero que reúne variados condimentos que está seguro habrán de hacer saltar de felicidad a Spielber.

La película se rueda en Rumania y se contrata a varios artistas de renombre: Sean Connery, Brad Pitt, Sean Pen, Catherine Zetta Jones, Winona Ryders y varios más. Luego de finalizado, el film se estrena en Hollywood y es un éxito de taquilla. De allí salta a Europa, rebota en Asia y llega por fin a nuestro moreno continente.

Esta noche usted se prepara para ver un video pirateado, con el último gran estreno de Steven Spielber. Según lo que ha escuchado por los comentarios especializados y por sus propias amistades, es una película cuyo suspenso lo atrapa a uno desde el comienzo y no lo suelta hasta que aparece el The End flotando de abajo para arriba, igual que un globo inflado con gas. No por algo ha recaudado millones de dólares.

Usted se ha apresurado a dejar todo listo, con el objetivo claro de no ser molestado en ningún momento, se ha preparado una piscola suavecita para no embotarse los sentidos y se ha acomodado en su bergere con una sonrisa de oreja a oreja.

Espero, con mucha expectativa, sus comentarios...