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Inicio / Cuenteros Locales / Mardion_Isiaco / El amor que odio.

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Para ser sincero, debería creer en la verdad.
Para ser hipócrita, necesito creer y temer alguna persona.
Pero para ser yo, debería creerme a mí.

Querer amar pareciera ser empecinamiento, algunas veces. Querer amar, algunos días, es como añorar el creer. Desear la esperanza es como en ciertas ocasiones querer amar. Permitir que se quieran determinadas cosas, es una gran irresponsabilidad. Permitir, y más aún, enseñar que ciertas cosas deben o son bien queridas, correctas, implica un enorme estancamiento en el actuar... y es producto de la irresponsabilidad de antiguos hombres, pero más de los nuevos por no observar dicha enseñanza. Sentirse bien sin saber muy bien porqué, es abstraer los sentimientos del pensar. Decir que sentir y pensar son diferentes, y que es más vida vivir sintiendo concuerda con impulsos relacionados con la fe ardorosa que no prueba nada. El decir que no son necesarias las pruebas de cómo vivir mejor, no prueba nada más que un enorme problema egocéntrico que no se preocupa por la humanidad. Si no le preocupa la humanidad, es porque se cree humano, mas es solamente un producto de la anti sociedad que se dice sociedad, diseñada de engaños, de individuos individuales e individualistas que dicen estar ligados en la búsqueda del bien y de la vida.
Y bien, querer amar como individuos individualistas supone la satisfacción que el amador recibirá de su amante y, supuestamente, viceversa, discriminándose entonces entre ellos (Puesto que se deben tratar diferente con respecto al mundo) y excluyendo a los demás en tanto que parece imposible que se pueda amar como entre los amantes se aman. Además, se enmarañan los sujetos en una atmósfera de compromisos vanos basados en la complacencia del otro, otorgada básicamente en el sacrificio del uno. Esto parece bello, pero ¿Sacrificar uno por otro, y el mismo otro por el mismo uno? Un mundito reducido a la felicidad momentánea de sentir que se mantiene vivo el amor gracias a ellos, los que se aman. Una simple solución a los problemas aparentemente inmediatos le enseña a las personas desear ese amor -barato- que pretende aliviar al necesitado dándole la sensación de ser bueno porque ama, de ser bueno porque entrega a alguien que está ahí, es decir, es concreto el objeto de su sentimiento.
¿Concreto? Tanto como los pronombres. Amor entre sujetos específicos que desdeñan la vida e intentan afirmarla en un recurso de nombre noble, pero mal utilizado, es el decaer de los humanos. Creer que se hace un bien a alguien (que puede hasta ser tomado como algo) determinado, es el autoengaño de sentirse particularmente importante; o bien, el compromiso con el sistema de sentirse satisfecho siendo esclavo.

Texto agregado el 13-11-2007, y leído por 165 visitantes. (1 voto)


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