Como un inverosímil laberinto
se perfila radiante y majestuoso
con estirpe de silencioso,
un camino guïado por instinto.

Gracia de reyes y de emperadores;
donde cayó un espadachín guerrero,
y dicen que este añejo derrotero
es un grandioso reino de colores.

Es allí, donde el triste poeta añora,
do los sueños camúflanse de verde
y el tinte del ocaso no se pierde.
Oh! Camino forjado por la aurora.

Es la ruta de la femineidad,
un destello sutil y serpenteante,
do una sacerdotisa exuberante
evocó a la mujer como deidad.

Hollada por antiguos faraones,
hierofantes y alguna extraña sombra,
esta senda que a veces no se nombra
instiga a deambular en sinrazones.

Un instante perenne que cautiva,
un viaje metafísico al vacío,
esta gran ruta siempre estará viva
y humectada por mágico rocío.

Arrastra Safo una fecunda historia,
como un templo de miles de cimientos,
revestido de mística suasoria,
albergando un sinfín pensamientos.

El trazado parece interminable,
respirando el poder de lo algebraico.
Suscita una atracción inenarrable
borrando las cenizas de lo arcaico.

Ruta de Safo, ruta universal:
es una inescrutable maravilla
donde confluyen sueño y pesadilla,
donde se distorsiona lo espacial.