De acuerdo con las políticas de control de la natalidad, aunado al constante incremento en las expectativas de vida, se calcula que para el año 2050 habitarán en nuestro planeta más personas mayores de 60 años que menores de 15. Ya en nuestro tiempo se pueden encontrar -en países como España e Italia- pueblos en los que sólo viven personas de entre 80 y 105 años.

Para finales del presente siglo, la población mundial sería de ocho mil 400 millones, contra los diez mil millones de seres que habría en el año 2070. Los científicos calculan 85% de posibilidades de que en el año 2100 se detenga el crecimiento de la población mundial.

Los países altamente desarrollados han alcanzado las más altas expectativas de vida. En Japón, en el año 2002 se calculaban 17 mil 934 personas que habían cumplido los cien años de edad. En Estados Unidos, 75 mil personas tienen más de cien años. En el mundo hay casi 200 mil seres centenarios, cuando a comienzos del siglo XX apenas había 500, ahora es el grupo que más crecimiento tiene. Hace tres décadas, los jóvenes representaban el 33% de la población mundial; hoy son el 18%. Los mayores de 60 años representaban el 12%; hoy son el 24%.

Por sí solas, estas cifras resultan escalofriantes, pero si consideramos que no ha existido la suficiente preocupación sobre las consecuencias que traerá este crecimiento de la población de ancianos y el desplome de la población más joven, además de las repercusiones en el medio ambiente, en el desarrollo social y económico, encontramos una situación que debe ser atendida con prioridad.

Y es que, a la par del crecimiento de la población mayor de 60 años, encontramos que las tendencias a nivel mundial en materia laboral apuntan hacia una disminución en el monto y número de jubilaciones. Pagar menos y a menos trabajadores es la meta. Para ello, se están eliminando -o se hacen esfuerzos para lograrlo- las prejubilaciones que contemplan algunas legislaciones, así, aumenta la edad a la que el empleado puede aspirar a una pensión, edad que ahora, en América Latina, es de 65 años, como promedio.

Pero hay más, en América Latina la edad a la que termina la vida productiva de las personas tiende a reducirse. En países como México ya resulta casi imposible ser aceptado en un empleo cuando se han cumplido los 40 años de edad. Cada día es más común encontrar en la sección de empleos de los diarios anuncios como el siguiente:

"Se solicita contador público titulado. Requisitos: cinco años de experiencia comprobable, como mínimo, en puesto similar; no mayor de 30 años de edad. Inútil presentarse sin estos requisitos".

A la pregunta de si la seguridad social está preparada -o en vías de prepararse- para responder ante la multiplicación de la población de avanzada edad, y además desempleada, sin duda la respuesta en la gran mayoría de las naciones sería que no. Entonces, yo me pregunto: ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué se pretende al crear un mundo de ancianos que se vuelven una carga para todos y nadie se ocupa de ellos?

Los Estados Unidos, en sus ya muy extendidos tatados de libre comercio (TLC) impone a los países firmantes este modelo de desarrollo ¿acaso para diezmar el potencial de las naciones en su mejor recurso natural, que es su gente? Las respuestas las dejo a su mejor criterio.



* En Cancún, costa mexicana del Caribe.