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"Usted sufre de un severo cuadro de hipertensión, lo cual se debe al sobrepeso. Viendolo me imagino que realiza poca actividad física. Dígame ¿sale a caminar? ya me imaginaba. ¿Y cómo era su actividad de joven? Qué bárbaro, eso si que es muy poco, es raro que usted no se haya convertido en una estatua. Esas venas saltonas en sus piernas le hubiesen alertado sobre su estado de salud, señor. Sí, ya sé que confiaba en su actividad y que a pesar de realizarla con todo el fervor del mundo, pensaba que nada le pasaría. Pero ya ve, la ciencia y la medicina no se equivocan y no hay fe que pueda detener el paso del tiempo".
"Mire, yo le recomiendo que...¿sus medias? ahí a su izquierda, casi las puede tocar. mire, mire. Humm, esas gafas están muy gastadas, además esa falta de memoria puede ser un principio de alzheimer. ¿En qué me dijo que trabajaba? Ah! entonces su caso es más grave aún. Usted no puede siquiera conducir así. No, no, no. Debería descansar al menos por un tiempo, no importa que trabaje sólo un corto lapso de tiempo. No, debe cuidarse señor, ¿que pasaría de sus clientes, eh? ¿sabe las consecuencias gravísimas en caso de que no pueda cumplir con su labor? ¡No sea un irresponsable! ¡piense en eso tambien! Tome. Les daré estas pastillas y estos nombres para que consulte con ellos. Y recuerde, no olvide mis recomendaciones".
El hombre se levantó de la silla con una expresión tranquila. Dijo gracias y guardó el papel con la receta y los nombres a los que debía de llamar. Abandonó el consultorio y se dirigió a su vehículo.
Veinte días después el hombre trabajaba en plena madrugada cuando sintió un agudo dolor en el pecho. Respiró hondamente, cual pez sacado del agua, se inclinó y se desplomó. Once ayudantes que lo acompañaban tuvieron que improvisar técnicas de primeros auxilios, uno de ellos incluso tuvo que darle respiración boca a boca para salvarlo. Lo alzaron al vehículo y lo llevaron a su hogar, mientras ellos se encargaban de terminar la tarea de todos los años.
Once días después, el hombre, sentado en la cama, junto a un respirador artificial escribía pausadamente:
"Queridos reyes colegas magos.
Sé que muchas veces hemos tenido desagradables desavenencias desde mucho antes, sin embargo, yo creo que podemos dejar de lado aquel pasado funesto, pues sabemos que ambos cumplimos un mismo objetivo.Enterremos los rencores y estrechemos los lazos de amistad, que de algún modo nos ha unido siempre.
Por lo tanto y haciendo uso de esta renovada amistad este año una sola les pediré una cosa:
Un marcapasos.
Saludos, queridos colegas.
Atentamente suyo
Santa Claus.

Texto agregado el 23-11-2007, y leído por 191 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
30-01-2008 Pues para mì no es predecible, al menos, no me esperaba que fuera papà noel el del problema. doctora
11-12-2007 Mirá, lo vuelvo a leer y todavía me parece predecible, che. No creo que pueda ayudarte a escribir algo diferente. Te tiene que salir a vos, gilgamehs. No descuides los detalles. Sé más sutil. Igual tiene méritos el texto. No te enojes. mijaila
07-12-2007 La verdad que predecible no es marBin
23-11-2007 Este cuento que se podría decir. Se ajusta para cualquier persona sedentaria, excedida de peso. Lo extraorinarioo que le toco al gordito de cara rubicunda y traje polar. Buen relato y con un final extraordinario nomade
23-11-2007 Predecible. mijaila
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