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Inicio / Cuenteros Locales / keilin / El Secuestrador capitulo IX

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Vieron dos agujeros. Nicolás se metió al izquierdo y Martín al derecho. A Nicolás le tocó ir hacia arriba, Martín le tocó suelo llano. Algo llamó su atención y recogió un arete del suelo, se emocionó y llamo a Nicolás, quien llegó más rápido que inmediatamente (incluso creo que antes). Martín le mostró el arete que había recogido del suelo.

- ¿Y esto? – dijo Nicolás - ¿Tanto por tantito? -.
- No, menso – respondió Martín – Este se lo regalé a Karina, sólo que siempre se le caían… ¡Este es el camino! Vamos, flaco -.

Comenzaron a correr por el túnel, cuando de pronto Martín ya no sintió suelo y cayó, pero siempre solidario, Nicolás lo siguió con el mismo estilo… fueron resbalando por un acueducto natural, yendo de un lado a otro de un gran cañón, penetrando en las paredes y saliendo una y otra vez hasta que fueron arrojados por un agujero en la pared; dieron vueltas en el aire y cayeron de pie.

Esperaron ver algo… lo que fuera… excepto… nada. Nada sucedió, siguieron caminando por algún rato. Llegaron a una cámara en la cual había una isla en medio de un río de lava, mas adelante, al fondo, había una gran silla, adornada con caras demoníacas y manos con garras. Avanzaron. De pronto, todo el techo de la cueva se iluminó, detrás de la silla se iluminaron los ojos del “Secuestrador”, luego, su figura se adivinó en el claroscuro, era una figura recortada en la oscuridad, mas negra que la oscuridad misma. Como haciendo una burla a las cortes de reyes, entró con magnificencia (era su reino), estaba mirándolos, burlón y retador. Se sentó en su silla cual monarca y los miró como miraría alguien a quien hizo mal y lo va a juzgar.

Nicolás y Martín quedaron mudos, no esperaban encontrarlo tan de pronto, ninguno de los dos podía decir nada… así que… Martín fue el primero en atacar, pero el “Secuestrador” sólo lo apuntó con uno de sus dedos, deteniendo su carrera y martín salió despedido por los aires, luego Nicolás trató de reaccionar, pero corrió la mima suerte de Martín. El “Secuestrador” comenzó a reírse de sus esfuerzos que para él parecían inútiles. Se levantó y señaló a su derecha… las paredes se abrieron y quedaron al descubierto: rocio, Gisela y Karina , atadas de pies y manos en rocas con forma de “X”, parecían muy débiles. Nicolás las vio.

- ¡Martín! – le gritó – Mira – las señaló - ¡Llegamos! -.
- ¿Qué? – Martín las miró desconcertado – son… son… son… ¡Son ellas! ¡Lo logramos! – se levantó – vamos, flaco, que esperas, vamos por ellas, se ve que no pueden más – corrió hacia ellas -.

El “Secuestrador” lo advirtió y en el momento en que iba a llegar Martín, levantó una pared de lava, Martín se enfrenó como pudo, Nicolás vio que el “Secuestrador” no lo veía y corrió hacia él y le asestó un golpe que dobló al “secuestrador” por lo inesperado de éste y eliminando la pared de lava, dejando pasar a Martín. Con la facilidad de quien tuviera una fuerza titánica, rompió las cadenas que las sujetaban y ellas cayeron al suelo, rendidas.

Nicolás trató de seguir golpeando al “Secuestrador” sin éxito ya, éste le hacía volar por los aires. Nicolás le aventaba piedras en su desesperación al igual que rayos de sus manos, pero todo lo detenía o lo desviaba el demonio por su parte, Martín trataba de reanimar a las chicas, se quitó el casco y les sopló lo más suave posible. Rocío comenzó a reaccionar, vio la cara de Martín y se quejó.

- ¡Rocío, Rocío! Despierta – se puso el casco – despierta, vamos, necesito de tu ayuda. Rocío, despierta -.
- ¿Qué?... ¿Quién?... ¡¿Eh?! ¿Dónde estoy? – miró a Martín - ¡AAAAAYYYYY! – se asustó al verlo - ¡Aléjate! ¿Quién eres? -.
- Un amigo – fingió Martín – necesito que despiertes a us amigas para saber si están bien, ¿Si? – asintió Rocío – bueno -.

Martín se levantó y corrió a ayudar a Nicolás que ya no podía esquivar los ataques del demonio; Martín cubrió a tiempo una ráfaga que iba dir4ecto a Nicolás con sus dos escudos. Nicolás y Martín se miraron el uno al otro y se pusieron de acuerdo con una mirada, los dos echa ron su coraje hacia fuera contra el “Secuestrador”, él había matado a su amigo, deshecho su amistad, desmoronaría a Rocío y entristecería a sus amores ¿Cómo lo podrían permitir? Les deshizo su vida, sus años, sus sueños…

Avanzaron hacia él, el “Secuestrador” les lanzaba rayos, viento y rocas, pero no los podía detener. Comenzaron a correr y al mismo tiempo brillaban y ese brillo aumentaba conforme iban confiándose más y más. Llegaron hasta él y comenzaron a golpearlo. Y luego, en un instante, desapareció. Martín y Nicolás tardaron en reaccionar un poco lo sucedido. Hubo un gran silencio. Voltearon y vieron a las chicas despertando. Corrieron a su lado.

Las tomaron en sus brazos frágilmente hasta que despertaron completamente. Ellas también se asustaron. Martín y Nicolás retiraron los cascos de sus cabezas y mayor fue aún la impresión de las chicas al verlos. Los abrazaron y los besaron, después lloraron sobre ellos.

- Ya niña. Ya – le dijo Martín a Karina – ya todo pasó – la besó en la frente -.
- ¿Y… Graham? – preguntó Rocío - ¿Y por qué tienen esos trajes tan extraños? -.
Este… - Martín miró a Nicolás – Eeeehhh… bueno, lo de los trajes te lo explico rápido: cuando se las llevó el demonio, una cosa brillante entró en Graham y nos llevó hasta una piedra, nos metimos en ella, pasamos unas pruebas, nos pusimos lo trajes, encontramos un laberinto y aquí estamos con ustedes – miró a Nicolás -.
- Sí… sí – dijo Nicolás – así es, así pasó todo -.
- ¿Y Graham? – insistió Rocío - ¿A dónde está? -.
Este… - Martín se mordió los labios – Graham… está… está… Está esperándonos… ¡En la salida! Sí, eso es, está en la salida, esperándonos – sonrió -.
- ¿Cómo? ¿No vino por mí? – se sorprendió Rocío - ¿Dónde está? -.
- Él… - se acercó Nicolás con aire triste – él está… bueno, lo diré así: si no hubiera sido por él, nosotros no estaríamos con ustedes… ahora… - calló -.
- ¡¡¿Quééé?!! - Dijo Rocío casi llorando – Él está… está… está… - no pudo terminar la frase y lloró a rienda suelta -.
- No pudimos evitarlo – dijo Martín – se enfrentó a un demonio pero ya no nos alcanzó. Pero con sus últimas palabras pudimos salvarnos… -.
- ¡¿Què?! No, no ¡No puede ser! – se abalanzó sobre Martín, golpeándolo - ¿Por qué? ¿Por qué no lo salvaron? ¿Cómo pudieron hacerle eso a ustedes, a mí… a él? – lloró sobre Martín - ¿Por qué? -.
- Lo siento mucho, Rocío – dijo Martín abrazándola tratando de consolarla -.

Se escuchó un estruendoso ruido en toda la caverna y algunas piedras comenzaron a caer, el suelo donde se encontraban comenzó a desquebrajarse. Estuvieron a punto de perder el equilibrio. Martín y Nicolás se pusieron de nuevo los cascos, Martín llevaba a Karina en brazos y a Rocío en la espaldas, Nicolás llevaba a Gisela en su espalda; corriendo a esquivando rocas, saltando grietas y golpeando rocas para que no les pegaran, era una labor delicada ya que debían no solo de defenderse ellos, si no también a las chicas. En eso, todo se detuvo tan repentinamente como comenzó y hubo tranquilidad. Dejaron a las chicas a la entrada de la cueva y se adelantaron para revisar si había alguna anomalía en la cueva.

Una explosión de lava a sus espaldas los sorprendió y el impacto los hizo caer de bruces junto a la silla demoníaca del “Secuestrador”. Volvieron a ver los ojos rojos, inyectados de sangre y de maldad del monstruo y un rugido enorme, amenazante. Se levantaron cuidadosamente y se comenzaron a alejar de la figura poco a poco. El islota en medio de la lava comenzó a hundirse lentamente dentro de la misma. Martín y Nicolás saltaron hacia atrás. La lava se endureció en cuanto el islote desapareció bajo su poder. Desde atrás del trono siniestro comenzó a salir Zathmat.
Zathmat, “El Secuestrador” era cuatro veces mayor de lo que podían recordar, media por lo menos unos 8 o 10 metros de alto. Fue saliendo las sobras, las cuales parecía dominar con su pensamiento haciéndolas retroceder o avanzar según su voluntad, conforme avanzaba iba hundiendo el piso rocoso… cuando salió a la vista de todos, buscó a los héroes que querían acabar con él, una vez que los localizó sus ojos se encendieron con el color del carbón vivo, mostró sus filosos y nauseabundos dientes coronados con 4 enormes y filosos colmillos y su viperina lengua probaba el aire meciéndose de un lado al otro. De la manera más tranquila, puso un puño frente a Nicolás y Martín como cuando se amenaza a alguien y abrió su palma hacia ellos… una terrible descarga de energía los hizo volar por los aires.

Una vez cesado el ataque, el demonio vio que Martín aún continuaba de pie frente a él, detrás de sus escudos. Martín sonrió y corrió hacia él como el relámpago y lo comenzó a golpear, también recibía golpes con la fuerza suficiente pare derribar montañas enteras, pero él se levantaba y continuaba el ataque. Nicolás se despejó la cabeza que le dio vueltas un momento, pero en cuento vio la escena, se levantó, recuperó el equilibrio en un abrir y cerrar de ojos y fue a ayudar a Martín. Atacaban por los dos lados, sin misericordia, cualquiera podía decir que era un ballet de golpes y defensa.

- ¡TU MATASTE A MI AMIGO! – gritaba Martín furioso – AHORA SABRÁS QUIÉN ES TU PÀDRE… ¡MALDITO! – lo atacaba con tal ferocidad que parecía un tigre arremetiendo con quien trata de hacerle daño a sus crías – Y NO ME RUJAS QUE TE APESTA EL HOCICO -.
- ¡SI! ¡TU LO MATASTE! – gritaba también Nicolás – NOS QUITASTE TODO. NO HAS QUITADO A… ¡GRAHAM! – lo atacaba – AHORA SABRÁS LO QUE CUESTA… ¡MATAR A UN AMIGO! – gritó mas desesperado -.

La ira que Martín y Nicolás sentían hacia el “Secuestrador”, cegó sus mentes, haciendo sus ataques cada vez menos precisos y se hicieron descuidados… solo querían matarlo…

El “Secuestrador” sintió toda esa ira y, en un reflejo, los golpeó a los dos… se veía más fuerte. Martín y Nicolás se pusieron de pie y continuaron el ataque.

Nicolás se lanzó sobre su cabeza, pero recibió un puñetazo en todo el cuerpo, el “Secuestrador” rugía con cada ataque. Por su parte, Martín trató de quebrarle al demonio una pierna, pero sintió como si le atravesara el estómago el demonio con su garra cuando lo pateó. Nicolás estaba muy lastimado y, a pesar de que el traje lo protegía, no tenía heridas, pero estaba cansado, así que ya no se movía tan veloz como antes. El “Secuestrador” se dio cuenta de eso y comenzó a solo ocuparse de Martín: avanzó hacia él y comenzó a golpearlo con bolas de lava que tomaba del piso como si recogiera helado y cuando se acercaba mucho, trataba de desgarrarlo con sus propias garras. A pesar de que Martín cubría los golpes con sus escudos, la mayoría de ellos lo golpeaban.

El “Secuestrador” tomo a Martín con su mano y trató de aplastarlo como una fruta, pero el traje protegió a Martín, así que lo aventó hacia el cuerpo de Nicolás, que venía corriendo tratando de sorprenderlo. Los dos terminaron incrustados en la pared. El “Secuestrador”, con un rugido más fuerte que todos los animales juntos, celebraba así su victoria, pero el sonido de la roca que caía lo calló… era Martín… saliendo del agujero que hicieron con él en la roca viva de la cueva. Traía a Nicolás en los brazos… las chicas no podían creer lo que veían, pero cuando Gisela reconoció que el que estaba en brazos era Nicolás en un estado inconsciente, trató de ir con él pero Karina la detuvo. Martín caminaba lento, pero firme y con gran confianza en su victoria con cada paso que daba. Su mirada traspasaba su casco y se podía sentir que lo inundaba todo. Lucía amenazante y determinado. Dejó a Nicolás en el suelo, despacio, era un rito… una ceremonia y mientras lo hacía no dejaba de mirar al “Secuestrador”.

- Me quitaste uno – le dijo directamente, pero aunque el monstruo al parecer no podía entenderlo, no hacían falta palabras para comprender el significado de sus palabras – No lo harás de nuevo -.

Comenzó a trotar hacia él, arrancó una estalactita y se la lanzó, el demonio solo la golpeó y bastó para hacerla polvo. Martín arrancaba más y más y se las seguía lanzando al tiempo que avanzaba y se acercaba al demonio. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, el demonio extendió la mano frente a Martín, quien recordó lo que pasó cuando lo hizo y voló a Nicolás por los aires y saltó, iba a pegarle en el rostro, pero el “Secuestrador” se hizo hacia adelante y Martín pasó de largo. El “Secuestrador” se volteó hacia él y lo iba a aplastar con su puño y cuando estaba a punto de asestar contra Martín, sintió un golpe en la nuca que hubiera podido matar a un elefante al instante, pero el monstruo solo se tambaleó: era Nicolás que se había unido a la lucha. Se reunió con Martín. Cuando estuvieron juntos, algo increíble pasó.

- Pobres humanos tontos – se escuchó una voz gruesa, con viento y resonante que salía de la boca del “Secuestrador” – Creen que con sus ridículas acrobacias podrán vencerme – se rió – no saben usar los poderes, pero aún así siguen luchando. Pobres tontos que creen que un sentimiento los hará triunfar -.
- Habla – pensó Martín -.
- ¿Qué hacemos, tú? – le dijo Nicolás a Martín - ¿Atacamos con luz? -.
- Sería bueno – respondió Martín sin expresión – si supiéramos cómo hacerlo ¿No? -.
- ¡Silencio! – Bramó el “Secuestrador” – No pueden hacer nada, ni por ustedes ni por ellas – señaló a las muchachas – Ahora díganme: ¿cómo quieren morir? La lava candente es mi favorita, es la que provoca más dolor… -.
- Y te deja color Martín – susurró Nicolás a Martín -.
- Dije: ¡SILENCIO! – disparó un rayo a Nicolás – le di oportunidad de escoger cómo morir y veo que no la han sabido aprovechar… primero… me voy a divertir con ustedes… -.
- No si te acabamos primero, maldito – amenazó Martín -.

Texto agregado el 27-11-2007, y leído por 82 visitantes. (0 votos)


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