| ¡Cómo mejorar tal Río!
 Las lágrimas saben saladas.
 
 Se sabe cuando besas,
 bajo unos ojos,
 y se cierran,
 y no es por no ver,
 sino para descansar,
 y para permitir que fluya
 ese remanso de aguas,
 saladas,
 que proceden de dentro,
 que son alegría y congoja,
 que se derraman dulces,
 y agradecidas.
 
 Que siguen el mismo curso,
 pero más corto.
 
 Mi boca, ávida, lo recoje.
 
 Apenas da tiempo a que el brillo húmedo de tu mirada
 se resuelva en agua,
 
 Cierra los ojos,
 y espera que recolecte,
 bajo tus párpados,
 y tus pestañas,
 cualquie mágica agua marina.
 
 Luego abre de nuevo los ojos,
 brillantes aun,
 y permite que sean,
 en una cercanía miope,
 lo que me conduzca a tus labios.
 
 Y luego...
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