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Un hombre circunspecto y de abisal perspicacia, artista de baja estatura, manos dúctiles y garganta litúrgica, así es Zeuxis. Vive anclado en su islote particular, es como un náufrago de su convulsa dinámica onírica, un hombre que inventa y transforma, una mente egregia.
Fue capaz de crear un sofisticado instrumento para medir la distancia entre las estrellas que puedan ser divisadas desde los observatorios astronómicos. También pretendió escribir un ingente libro, como un compendio de obras, pero a poco tiempo de haber principiado su escalada hacia la nueva Biblia, tuvo otra ocurrencia. En detrimento de su progreso en el libro, eligió escribir otra cosa; esculpir intelectualmente un personaje, de nombre: Epidauro. Es éste un ser con facultades sobrenaturales, grotescas para un ser humano; puede detener o ralentizar el decurso del tiempo, experimentando un gran placer.Con un esfuerzo no muy titánico, aprovechó un árido páramo para construir un vasto jardín, fértil, abigarrado y de aroma a alcanfor, que tanto gusta a Zeuxis.
A Epidauro, tal como a Zeuxis, le gusta con efervescencia la zoología fantástica, escribir acerca de animales mitológicos y además tiene la singular característica de no soñar. Hasta que un dia, dormitando en su jardín, se cumplió la excepción de la regla.
Ha soñado con un hombre llamado Apolodoro, hombre de larga barba.
Él tiene el rostro idéntico al de Epidauro y el cabello y las manos como las de Zeuxis. Es afecto a caminar con lentitud, silbando; es material de sueños de Epidauro llevado al mínimo rigor lógico.
A diferencia de los dos anteriores, Apolodoro tiene los ojos hialinos, no es tan ambicioso y es diestro en el arte del dibujo. Realiza soliloquios y pasea por el jardín de Epidauro.
Un día, algo extravagante le ocurrió a Apolodoro. Tuvo una alucinación, vio un individuo de voz grave que decía llamarse Critias y que estaba escribiendo un libro. El tal Critias se diluyó en poco tiempo, en cuestión de horas, no sin antes decir que había creado un instrumento igual que el de Zeuxis, aquél objeto astronómico.
El tiempo se ralentizaba, se aceleraba, se detenía, de forma caprichosa, y Zeuxis, perplejo y trastornado, descubrió sin creérselo que era un personaje del libro inmenso de Critias, que Apolodoro lo estaba soñando, y que era una mera alucinación de Epidauro.

Texto agregado el 05-12-2007, y leído por 173 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
30-12-2007 Cuando empecé a leer tu texto, creí que te ibas a referir a Zexius el pintor griego, a la pequeña ciudad griega llamada Epidauro, al erudito griego Apolodor y al sofista griego Critias. Sin embargo, a medida que desgranaba tus letras, me doy cuenta de que es una historia bellísima inventada por ti, en la cual decidiste seleccionar personajes y lugares alegóricos para desarrollar tu relato, y caigo en cuenta de que la historia es tan fantástica como los personajes mitológicos con los cuales te gusta crear y recrear tu mundo literario. Entiendo, ahora, cuando en tu biografía señalas: “Mis personajes conviven conmigo, forman parte intrínseca de mi vida interior, y uno, y otro, son acicate para continuar viviendo, y afilando la pluma para transferir una identidad al papel”. No eres fácil de leer, ni mucho menos de interpretarte, porque si uno no te lee detalladamente, podría confundirse y pensar que vas a escribir un tratado filosófico, sin embargo, al final uno se da cuenta de que tu historia es preciosa, mágica, bien elaborada, con un lenguaje selecto y exquisitamente decorada. Me encantó y te felicito. Un besito. Sofiama
 
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