| Taba esperrando uña llamada por mi pinche celular, el cabrito andaba fallando y se me apagaba a cada ratón, y lo pior es que cuando recibía llamada me escamaba, pos el jijo vibraba y todavía nel taba acostumbrado. Como gorgoriaba me urgía que me llamaran, perro nanai en tripas deis.
 En la desesperancia, me pinto a guan teléfono púbico y me marco a mi mesmo, o sease a yio. Y sí, empiezó primero a meniarse, duques veces, y luego sonó.
 
 Cuando iba colgar el público…
 
 - Bueno…bueno…
 - ¡Achis! ¿Quién habla?
 - Yio güey, ¡Ah no! Perdón, tú güey.
 - ¿Cómo? ¿qué tú? o ¿qué yio?
 - Sí, yio soy tú.
 - ¿Y qué haces?
 - Pos hablando conmigo.
 - Pe…pe…pero. ¿Cómo es eso?
 - Pos, ¿No me llamaste tú?
 - Yio nomás quería probar mi celular.
 - Pos si sirve, ¿noo?
 - Lo que no entiendo es cómo es que estoy hablando conmigo.
 - Ya te dije, tú me hablaste.
 - Pero ¿Estas en mi misma época, en el futuro, en otra dimensión o qué pez?
 - No, más bien esto sería un desdoblamiento.
 - ¿Y de qué vamos a parlar?
 - El choro lo tienes que echar tú.
 - Yio no tengo que gorgorear contigo nalga.
 - ¡Uy! Pos ése es el problema, que no has parlado conmigo o contigo, como quieras y pos eso es rete malo.
 - Sí he sido neto con miguel, aunque a veces no lo pongo en el cuaderno, lo tatemo.
 - Pos mira, te lo voy a decir nomás pur que eres mi cuachi. Ahí tienes dos que tres pollos que quieren conmigo y nomás te haces nahual o ni color te das. ¡Avívate! No seas guajolote, ¡llégale a alguna! Total, no pierdes nada.
 - ¡Ooh pues! No he tenido la oportunidad pa’ decirles.
 - Nomás nos hacemos güey.
 - Tá bien pues, me voy a lanzar.
 - Lo ostro toy lombriz con tu desmadre, así que síguele, no te agüites de los choros de los demás.
 - ¡Yasvar! ¡Chido! Y hartos tanques.
 - ¡Aah! Tambor tienes que llamarle a algunos cuácharas que necesitas y que necesitan les parles.
 - Ta bueno.
 
 Yio y yio estuvimos gorgoreando; rimemberiamos hartas cocsas que nos hicieron sentirnos lombrices, molestias y gusanitos. Fueron varios mineros más hasta que bailó la tarjeta.
 Y me atreví a preguntarle:
 
 - Oye, ¿Te puedo llamar otra vez?
 - Pos Yio espero que niguas, pos se supone que ya agarraste el pedo, ¿O no?
 - Simón, tanques.
 - ¡Sale pues! Aí nos vidrios tumorro en el encarante.
 - ¡Jot kei!
 |