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El tiempo y las vacas voladoras

En el principio era la vacuidad
Al principio era el agua. Era la mirada urgente de la vida.

… hasta que ocurrió el fulgor de la conciencia, que era una fulminación del sol en las cabezas.

Los Tiempos

Antiguamente, no había ningún hombre sobre la tierra, y cuando hubo hombre, sucedió el tiempo:

Y así, hubo una época en que "la tierra estuvo arriba y el cielo abajo", pero era tanta la ceguera del polvo que caía, que el cielo se quejó reclamando variar su ubicación, desde entonces es que el cielo es arriba y la tierra es abajo, y todo se vio luminoso. Y, en el medio, el reino del viento y la nubes. Y el reino de las aguas bajo tierra, y fueron las formas, y los colores con sus matices… y el árbol.

Y así, hubo el tiempo del árbol gigante, el que unía los mundos, allí los hombres se hicieron de alimentos, subían a la copa de la abundancia… y se hizo el fuego

Y en el turno del fuego en las manos del hombre, se quemó el gran árbol… y fue la ceniza, y el polvo y la lluvia, lamento del cielo por su hermano muerto, y el barro… y se fueron sucediendo los tiempos: el hombre en la madera, y el hombre en el hierro, y el hombre, siempre el hombre y sus estaciones.

Y se hicieron de historias y linajes, de leyendas, de letras y sonidos, y el hombre, siempre el hombre, sin alimentos del árbol abrió la tierra y regó semillas, y fue el pienso y el trigo. Y los fraternos animales, de cuatro pies sobre la tierra, miraron al hermano menor, de solo dos, como un hermano. De esa forma fue que Vancra, la primera de la especie vacuna, veneradas sean sus patas y su rabo, construyó amistad con el hermano hombre, y mamaron de sus ubres los hijos sin nodrizas, y se brindaron abrigo y compartieron el alimento. Los hijos de Vancra, Bueytrentach y Bristegh: adorados sean sus dorsos y sus grupas, bendecidas por la fuerza del Gran Vacuón, único justo y misericordioso, trabajaron la tierra, arrastrando el metal nacido de la palma con cinco dedos, y se compartía la lluvia el sol y la sombra… siete siglos buenos ocurrieron. Y se multiplicaron por millares… pero sucedió el turno de la sequía.

Y hubo el tiempo del trigo sin grano, de la hierba seca y los campos con rostro viejo y agrietado, la tierra estaba cambiando de pelaje y el sol le ayudaba con fuerza, y la luna le consolaba por las noches y el reino del cielo, respetuoso como suele ser, dejo de regarle para acelerar el proceso, para que el tiempo doloroso del cambio fuera breve... y el agua se marchó.

… y el hambre se hizo del hombre, y el hombre olvido a sus hermanos, y fue el tiempo de armas y muertes, y sucedió la sangre y el martillo, y así es como ocurrió lo del golpe en la frente y la carne en el fuego.

Las Vacas Voladoras


Duro y al centro, con fuerza y sin piedad, yo lo escuché.
- Interrumpes ¿Cómo sabes eso? -
- Yo lo ví, yo sé -
- No digas eso, nadie lo ha visto y ha vivido para contarlo -
- Pero si es verdad, yo escuché muy claras las instrucciones:

Era un hombre de barriga generosa, sudadera y pelos blancos en la cabeza y el pecho: ¡Sin miedo, no seas miedoso hombre! ¿Quieres ser el maricón de la cuadra? ¡Dale con fuerza!, le decía al joven pálido que le acompañaba. Duro y al centro, con fuerza y sin piedad le repetía una y otra vez.

Así pasaban una y otra y otra más de las hermanas, tiesas, en pánico, en corrales sin espacio para caer por lo menos, dignamente, muertas.

- ¿Ves? si vienen medias atontadas por el movimiento, como que saben que las van a trozar.- - Eso si: nada de mirar a los ojos, ¿me escuchaste?, esa mirada de muerte como que te nubla y, al principio, tirita la mano. Rápido y sin pensar, ese es el secreto -.

- ¡Duro y al centro, con fuerza y sin piedad! - le repetía. Y luego de cada repetición, ¡zas! un martillazo monumental, y el silencio.

- ¡Duro y al centro, con fuerza y sin piedad! - Lo escuche claro y fuerte justo al frente de mis ojos, y vi el rostro joven de los pies que cargaban el martillo, me miró a los ojos, le tiritó la mano dejando caer el metal sobre sus pies, y el grito, y el alboroto, y el silencio.

- ¿Y esta vaca de mierda que hace aquí? Llévenla a la lechería weones inútiles, esta mierda da leche por un buen tiempo más - dijo el hombre alto de las manos limpias.

- ¡Duro y al centro, con fuerza y sin piedad! Así fue, es verdad ¡Duro y al centro, con fuerza y sin piedad!¡Duro y al centro, con fuerza y sin piedad! Duro y al cent… -

- ¡Ya basta! Tranquilízate -
- Mmmuu pobre, mmmuu nunca ha podido mmmuu superado -con su calma característica dijo la vaca tres
-… Y fue el tiempo del metal sobre la frente, de la sequía y la oscuridad – continúo la vaca uno, abstraída y en un discurso a la imaginaria multitud - - Pero Vaconian vive, India le llaman los animales del martillo de la muerte, allí somos libres y vivimos en paz con los hijos del hombre, por eso es importante que recuperemos el vuelo, a volar lejos de estas tierras con olor a carne en el fuego -
- pero las vacas no volamos – se recompuso al dialogo la vaca dos
- Volábamos, antes, cuando no había hombres, debemos hacerlo nuevamente -
- ¿Mmmuu cómo los mmmuu aviones? - dijo la vaca tres y su parsimonia
- Si, como los… espera ¿Qué dijiste? -
- ¿Mmmuu que si volábamos mmmuu como los mmmuu aviones?-
- Eso es, nos iremos en avión, necesitamos disfraces, pasaportes falsos y...-
- ¿Saber escribir “India”? – le interrumpió la vaca dos
- Cierto, no será fácil, debemos
¿Hablar como los hombres?-
- Sí, pero lo mas importante es...-
- ¿Escribir nuestros nombres? Digo, para lo del pasaporte -
- Lo, más, importante... -
- ¿Tener un nombre que escribir?-
- Hum! lo más importante es que guardes silencio de una vez, es que no es posible observar cerrados tus labios ¿que no escuchas los gritos de los pequeños machos antes del martillazo en la cabeza? ¿que no recuerdas el momento en que te salvaste por nada? Debemos hacer algo para salir de aquí, debemos irnos a las tierras del buen hombre, tengo miedo, yo, tengo, ¡miedo! ¡¿Es que no sienten el olor de la carne en fuego?!-
- Mmmuu pobre, mmmuu nunca ha logrado mmmuu superarlo -

Los Tiempos

Habiéndose creado el lenguaje en los labios del humano, experimentada la pequeña parte del amor en su interior, habiendo podido domar el fuego y recuperar el árbol, no pudo libertarse de la sangre y el olor de la carne humeando.

Y aquí y ahora, es el tiempo de la jauría babosa, crecido el ente creado por el bípedo carnívoro asechando sus ciudades. Vive montado en árboles de hierro y concreto, casas sobre casas, pisando caminos cubiertos por cementos, comiéndose unos a otros, lejos del aroma a tierra húmeda, arrancándose los ojos. Es el tiempo del carnicero disoluto, del mundo hecho “gobiernos”, mandantes y mandados, de cercos sobre los ríos, de montañas hechas fronteras. El Estado, la Nación, el gran fantasma que todo lo puede, que todo lo sabe, que cubre las ranuras por donde se puedan observar las desdichas.

Y este tiempo, el de las cegueras de las diestras y las siniestras, el tiempo de los ombligos y las miradas complacientes en los espejos polvorientos, tiempo sin leyendas, sin mitos ni utopías, lejos de los sueños y los cuentos… en los huesos, de carnes desgarradas, de cuerpos sin ojos, sin almas ni espíritu que los salve. No hay dios que valga, ni mucho menos: ¡que nos aguante!


Las Vacas Voladoras

- Ensimismadas, hummuu, hummmmuu, hasta que nos vuelvan las alas y podamos planear a las tierras que llaman Indias, en donde aún quedan vivos los hombres hermanos -
- Ya, ya tengo la foto de los pasaportes, estamos las tres, solo debemos cortarles en cuadros -
- Hummuu, hummmmuu, mujan en meditación, vendrán las matriarcas, cantara Vancra y sus hijos, ungidos por la dicha de siete siglos buenos -
- ¿Y debemos aprender a usar tijeras?-
- Hummuu, hummmuu, volaremos, cierto como el agua que corre bajo tierra -
- ¿Alguna vez tuvimos palmas y cinco dedos? ¡siempre hemos sido pezuñas! -
- Hummuu, hummmuu, alejen sus mentes de la carne y el fuego -
- Y el golpe en la frente -
- Y la carne quemada de los hijos -
- Duro y al centro, el martillo -
- ¡Y el fuego!-
- ¡Y el martillo! -
...
- Mmmuu pobres mmmuu nunca han logrado mmmuu recuperarse… aún cuando mmmuu ya seamos mmmuu, silencio -

(…)


En el final era la multitud gritona, el gentío, eran los llantos. El hombre y el hambre, empobrecidos, en harapos, pelos duros y huesos atrofiados
Al final, seca el agua, gobernó la muerte.

… hasta que dejó de ser la muerte, se apagó el fulgor de la conciencia y dejó de ocurrir, el tiempo.


*****

A los indios Matocos y sus leyendas
y a los ojos de los hijos, la esperanza
con todo el amor que me queda.

Texto co-ganador del 4to reto del Club, autor: Prudente (R.I.P.)

Texto agregado el 11-12-2007, y leído por 190 visitantes. (0 votos)


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