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Me rebozo la cara y comienzo la marcha, los primeros pasos fueron lentos y mesurados, pero la espesa niebla me hizo cambiar de parecer; El frió me estaba congelando el cerebro y no me dejaba pensar bien, las ideas se me entrecruzaban y el arrepentimiento me acechaba, pero era mi primer trabajo y tenía que cumplirlo a cabalidad, busco en el bolsillo de la chaqueta y encuentro el único y chamuscado cigarrillo que quedaba, lo enciendo con un fósforo húmedo y torpe, las ideas empiezan a volver a su lugar y la calma retorna.
Él me había citado en la calle que esta frente al puerto a las 4:30am, en una esquinita, que en el día se llena de animales de diversa índole, esperando que algún pescador solidario les brindara una parte prescindible de los productos del mar. Consulte mi reloj y ya eran las cuatro, el cigarro se me estaba acabando pero él frío no cesaba, un miedo incontrolable ascendía desde el pubis hasta la mandíbula, una gota de incertidumbre corría por mis venas.
El camino se hacia cada vez mas largo, ni una alma deambulada por ese angosto callejón, por mi mente se vienen imágenes de mi familia y pienso que lo que iba hacer era solamente por dinero, para así remediar el angustioso tracto que estábamos viviendo.
Al final del callejón logro vislumbrar una figura de un sujeto alto, abrigo negro y zapatos del mismo color que al verme sonrió, y erró hacia mí, yo cierro los ojos respiro profundo y me acercó, él sin pronunciar palabra alguna me paso un sobre que contenía un fardo de dinero y la foto del desdichado que tenía que asesinar, además me dotó de un revólver descargado para cometer tan ruin trabajo y sin husmearlo guardé el sobre en mi bolsillo. Aquel hombre ya estaba montado en un auto que lo aguardaba a pocos metros y en un ágil movimiento desaparecieron de mi vista, en aquel instante para el arrepentimiento ya era muy tarde; Con las manos aún temblorosas envuelvo el revólver en la bufanda que cubría mi cuello y lo guardo en mi chaqueta, luego comienzo el retorno a mi morada.
El regreso a mi casa fue cada vez más abrumador, el cerro sé hacia muy agotador de vuelta, además se sumaba el peso de mi conciencia, la larga y angustiosa caminata llegó a su fin, tomo las llaves y con las manos aún temblorosas abro la puerta, entro y lo primero que veo es a mi mujer, la compañera de mi vida lo que yo más amo en el mundo, ella esta en pijamas, esperándome, me mira y una gota de dolor cae por su mejilla, me abraza y se echa a llorar y yo junto a ella.
A la mañana siguiente despierto y estoy igual a como estaba ayer, la misma ropa, todo en su lugar, saco de mi chaqueta aquel sobre, lo abro, tomo el dinero y lo dejo encima del velador de la pieza, luego veo la foto, tomo el revólver, lo cargo, lo coloco sobre mi sien, y disparo.

Texto agregado el 01-04-2004, y leído por 153 visitantes. (1 voto)


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01-04-2004 notable scroll
 
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