SEÑALES CONFUSAS




Ayer asesiné sin piedad
su recuerdo,
lo envolví sobre papel de diario
y lo tire a los perros;
enjuagué mis manos
y por primera vez,
asomó en mi ventana
el porvenir.
Era la hora,
de comenzar a gatear
en las alfombras
del destino;
era la hora de girar,
de subirse al barco ebrio
y desnudar las piernas,
de corretear sin fe
por los pasillos del infierno.
El ya era un muerto
en la memoria del tiempo,
una figura sin rostro,
una piedra hundiéndose
en su propio lamento.
Ahora aun nombrarlo
resultaba un tormento
de señales confusas.
Era la hora
de limpiarme los pies ,
y caminar sobre
huellas mas limpias.
Ayer asesiné
sin piedad su recuerdo,
hoy me consagro al viento
y me cubro los hombros
con el sol,
solo unos perros muertos
arruinan mi paisaje,
en este mediodia
en que escribo este adios...