MEZQUINDAD




Inventó un corazón,
heredero de toda ternura
en el jardín de su desolación.
Cartas de amor
manchadas por la arena
y lágrimas de vino
cayendo sobre el pan.
Inventó una sonrisa
que marchitaba estrellas
y unos pasos capaces
de detener el mar.
Y la lluvia una tarde
le arrancó de un tirón
pequeñas vendas
y enjuagando sus ojos
le mostró la verdad.
El desencanto entonces,
depositó su cuerpo
debajo de una piedra
y renunció a un destino
de tanta mezquindad
y agonizaba quieto,
apretujado en ella,
esperando del mundo
una simple señal;
la piedra lentamente,
fue comiendo su pierna
hasta llegar al hueso,
dejo a los escorpiones
que tallaran en oro,
las cenizas marchitas
y el abrazo final,
lo poco que quedaba
le sirvió de alimento
a los pájaros ciegos
y a los lobos hambrientos
que habitan el lugar...