TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / knecht / Cuento nocturno

[C:328429]

Ella: aunque ya tenía 25 seguía siendo una niña sensible y sincera, no fingía actitudes para aparentar madurez, ni tampoco trataba de encajar como una igual dentro de su trabajo (que a veces le parecía superfluo) donde abundaban los treintones y cuarentones que, como lo suelen hacer los treintones y cuarentones, la asechaban continuamente por ser una mujer hermosa... morena, superando la media de altura normal determinada para su genero, sus miembros estaban delineados con el fino lápiz de la naturaleza y su rostro reflejaba que su sangre llevaba la historia de un pueblo muy antiguo. Su voz entregaba esa sensación que se tiene al acariciar el terciopelo y su mirada invitaba a sonreír. Esas características generaban sentimientos de adversidad entre algunas de sus colegas (las cuales, al igual que los varones, ya eran treintonas o cuarentonas y como suele pasar con las treintonas y cuarentonas, sentían envidia no sólo por su belleza, sino también por su juventud...), pero eso a ella no le afectaba, porque en su mundo infantil no había espacio para sentimientos negativos... ya había sufrido suficiente, no sólo por la envidia, sino que también por amor. Su profesión la dejaré oculta para no incomodar a la protagonista, porque existe, y el destino puede traerla a este lugar (así como la llevó al lugar de "el"), es más, quizá usted la conoce...

El: un año mayor que nuestra protagonista, aficionado al arte de los sonidos, era una mezcla, según decían algunos que lo conocían, desde el punto de vista físico, entre la apariencia de D'Artagnan y Franco Nero, pero mucho más tímido e introvertido... en honor a la verdad, es un tanto difícil entregar un resumen de la personalidad de "el", ya que vive en varios mundos, lo que lo obliga a comportarse de diferentes maneras, pero en lo profundo de su ser es un alma solitaria y reflexiva, muy sensible a los detalles como las miradas y los tonos de voz; poseedor de ojos claros y serenos, de voz profunda y pausada, algo pasado de peso según su estatura (1,77 [m]), pero no por eso torpe en sus movimientos, en realidad posee una gran agilidad. No diré que es un tipo inteligente, porque eso es subjetivo, pero se observa que se desenvuelve bastante bien en sus funciones, al menos dentro de su trabajo, aunque, al ser una persona con un gran sentido de la ética, generalmente tiene dificultades con sus superiores cuando tratan de hacerlo partícipe de malas prácticas profesionales; ha estado enamorado, pero no ha sabido manejar esa situación, lo que le ha provocado un inmenso dolor en más de una ocasión, ya sea por ser defraudado o por defraudar.

Así son "ella" y "el", personas jóvenes desenvolviéndose en el mundo, pero estando ajenos a el; ambos perdidos en sus pensamientos, a veces felices, a veces derrotados; ambos compartiendo un impersonal espacio...

Eran diez para las ocho de la tarde de aquél último viernes de Octubre (el horario laboral de "el" se extendía desde el medio día hasta las veinte horas), miró su reloj y vio con gusto que ya llegaba esa hora bendita; pensó en lo mal que se sentía hacer ese largo viaje a casa, el cual soportaba con la compañía de buena música y profunda lectura... sus gustos eran variados: Hesse, Poe, Sünskind, Asimov... los cuales leía escuchando a los Beatles o Intiillimani o Bach o Kula Shaker... Pensó en que sería muy agradable compartir el asiento de la micro con alguna persona con quien conversar y así romper un poco el típico esquema del viaje, pero no le preocupaba que esto no pasara, primero: porque nunca pasaba; segundo: porque se había hecho acompañar por "Siddharta" y varios clásicos de Ravi Shankar, además del "Magical mistery tour" y "Strangefolk", así que el retorno ya no sería un trauma. A esa hora, "ella" se daba los últimos retoques de lápiz labial mirándose a través del espejo colgado a un costado del living; vestía jeans y zapatos bajos (para no verse tan alta), llevaba también un abrigo negro con solapa (así como los que se usan en los puertos), que apenas permitía ver el cuello de la blusa blanca. Iba bastante retrasada a la cita que tenía con sus ex compañeros de carrera, el viaje le tomaría una hora y habían quedado de juntarse a las 20:30 hrs. en un pequeño restauran llamado "Gyros", donde la especialidad eran los sándwiches griegos; se reunían para conversar acerca de su experiencia en este casi primer año laboral (habían egresado en Diciembre del año anterior), además tenían planeado bailar un poco, después de que cerraran el Gyros, en el sitio preferido de los jóvenes: la discoteca "Knokout". Había pasado bastante tiempo que no salía a divertirse y estaba entusiasmada, le hubiese gustado tener algún compañero (o compañera...) que viviera cerca para ir comentando el encuentro en el trayecto desde su casa y llegar acompañada al Gyros, pero lamentablemente estaba sola; como sea, se sentía alegre y se había predispuesto a pasar una entretenida tertulia, esperaba saber los entretelones de las vidas de sus compañeros, esperaba sentir el delicioso sabor de los sándwiches griegos, esperaba que la sacaran a bailar, quizá que la cortejaran, no le vendría mal un estímulo a su autoestima; con esas esperanzas cerró su puerta y tomó la micro interurbana... Cuando pagó el pasaje miró hacia el fondo de la micro, vio que estaban todos los asientos ocupados, pues todos salían del trabajo a esa hora, sólo quedaban disponibles cuatro asientos, dos de la segunda fila del lado del conductor y otros dos que estaban justo al lado de este, por su puesto decidió sentarse en el del lado de la ventana de la segunda fila, no se sentaría al lado del conductor porque ese lugar estaba reservado para el cobrador que, aunque estaba ausente, le pertenecía; inmediatamente encendió su reproductor de mp3 y sonrió al escuchar "Vandana" (el primer tema del Music Festival from India) abrió el pesado bolso y sacó de entre los informes ese libro mágico, estaba en la parte de la historia donde Siddharta conoce a Kamala, así que retomó la lectura con gran entusiasmo, pues Kamala le parecía una mujer muy interesante y se sentía identificado plenamente (si es que hubiese vivido la situación) con la reacción de Siddharta, estaba tan concentrado que ni siquiera sintió cuando la micro se detuvo unas cuadras más allá, "el" estaba solo... Sólo quedaban tres asientos, dos que estaban justo al lado del conductor y uno del pasillo de la segunda fila, no se sentaría en el asiento del cobrador, así que avanzó hasta la segunda fila... Sonrió al ver que en el asiento de la ventana estaba el colega más joven, pero "el" no la notó, "ella" se dió cuenta de que "el" estaba en otro lugar, así que ni siquiera intentó saludarlo, se sentó a su lado y observó la lectura de su compañero, no alcanzó a descifrar ninguna palabra pues la letra del texto era bastante pequeña, pero leyó el título del encabezado... "Kamala me recuerda un poco a "ella"" pensaba mientras avanzaba en la lectura y de pronto se distrajo, algo lo sacó de su concentración, quizá fue esa imaginación que le permitía hacer vivas las ideas, era tan grande el pensamiento que tenía puesto en "ella" que hasta sintió su olor, llevó su vista hacia la ventana, vio el paisaje lleno de pinos mezclados con casas y fábricas, pensó que no le gustaría vivir en ese sector, le deprimía el paisaje; miró hacia el pasillo y vio a "ella", pensó en que era una broma de sus sentidos, la miró largo rato hasta que creyó en que esa figura no era la imagen de "ella" sino que realmente era "ella". Tenía una expresión alegre, sus labios lo demostraban, sus ojos estaban cerrados, lo que significaba que estaba envuelta en pensamientos profundos, obviamente estaría recordando un momento placentero, por lo que no se atrevió a molestarla. En realidad no pensaba en un recuerdo, sino en los momentos que le esperaban, pensaba en que "el" le había comentado una vez, a propósito del almuerzo desabrido que compartieron en el casino de su trabajo, que le hubiese gustado comerse un Gyros (el sándwich griego), pensaba en qué haría "el" cuando llegara a su destino, si llegaría a su casa o tal vez iría justamente a degustar ese sándwich... ya no podía leer, es decir, leía, pero desconcentrado, miraba a su compañera cada cinco minutos por si la encontraba con los ojos abiertos, pero no sucedía, hasta que, cómo suele suceder en ese trayecto, el chofer de la micro tuvo que frenar bruscamente a causa de un camión que se le atravesó, todos los pasajeros hicieron ese gesto de reverencia, casi se le cae el libro, casi se golpea la cabeza por ir con los ojos cerrados... así se encontraron, un poco asustados, pero rieron al verse:

- El: jajaja... hola.
- Ella: hola, casi se te cae el libro. jajaja...
- El: sí, estaba metido en la lectura.
- Ella: ¿qué lees? - ya lo sabía, pero quería escuchar la respuesta de su compañero
- El: un clásico: Siddharta... es de Hesse, uno de mis favoritos, ¿lo conoces?
- Ella: la verdad es que no.
- El: es bueno, ojalá lo leyeras algún día. - "quizá te encuentres parecida a Kamala", pensó
. Ella: podrías prestármelo cuando termines.
- El: jajaja... si quieres te lo paso ahora, ya lo he leído varias veces...
- Ella: jajaja... vale, pero ahora no me lo pases porque lo puedo doblar...
- El: ¿a dónde vas?
- Ella: a juntarme con unos compañeros de carrera, hace tiempo que no nos vemos y tenemos hartas cosas que contarnos. Adivina dónde nos vamos a juntar.
- El: mmm... no sé, no soy muy bueno para las adivinanzas.
- Ella: jajaja... en el Gyros...
- El: jajaja... lo que quería comer hoy en el almuerzo. !Qué bien!
- Ella: ¿vas para tu casa?
- El: sí, tengo informes que revisar y además me queda harto por estudiar, la profe me dio bastante tarea y es para mañana, así que no puedo hacer ningún otro panorama – “el” tomaba clases de guitarra los sábados por la mañana y ya se lo había comentado, así que no tuvo necesidad de explicarle.
- Ella: no sé si decir “¡Qué lata!” o “¡qué bien!”. Supongo que te gusta harto la guitarra, pero igual hoy es día para pasarlo bien, no sé, salir a algún lugar con los amigos, divertirse conversando o bailando…
- El: bueno, la verdad es que no soy muy bueno para bailar – era mentira, porque bailaba muy bien, lo que realmente quería decir es que le daba vergüenza hacerlo – así que estaré entretenido estudiando – eso era muy cierto – lo fome es revisar todos estos informes…
- Ella: sí cacho…

Así de superflua fue su conversación, en realidad “el” tenía bastante tema para conversar, pero prefirió dejar que “ella” llevara el diálogo, no quería incomodarla con algún comentario que no le agradara.
Cuando la micro legó al lugar donde “ella” se bajaba, vio en el rostro de su compañero una expresión casi imperceptible de inconformidad, pero no preguntó qué le pasaba, porque en el fondo ya lo sabía y sabía además que no podía hacer nada por el; “el” también sabía que “ella” no podía hacer nada, sabía que, aunque tenían buenas relaciones, no era del tipo que le fuera a interesar; con esa sensación llegó a su casa, tiró su bolso sobre el sofá (como lo había hecho desde que era niño), saludó a su madre y sin siquiera preocuparse por los informes se fue a buscar a su más cercana compañera: su guitarra, con ella estuvo hasta altas horas de la madrugada estudiando no sólo su tarea, sino que algunos movimientos de diversas suites de Bach… Todos reían con las historias de los compañeros, todas chistosas; todos saboreaban el Gyros… Empieza la fuga... Todos se movían al ritmo frenético de la música mientras “ella” era observada por varios de los asistentes al lugar… ¡Qué hermoso este si con este fa!... Acepta bailar con el compañero que más le gustaba mientras estudiaba, este nunca se lo dijo, pero le correspondía en su sentir… Ahora empieza la tercera voz en si mientras la primera sigue en mi y la tercera en sol… Encuentra el valor necesario para decírselo al oído… ¡Cómo resuelve el mi menor en un la menor!... Todos observan gustosos el encuentro… Empieza el contratema…
Diez años después “ella” se ha convertido en una abnegada madre de tres hermosos niños, sigue en su trabajo, ahora comparte menos que cuando llegó, pues se preocupa más de no perder energía en banalidades con sus colegas y así entregarse mucho mejor a su labor. No está tan enamorada como al principio, a veces recuerda aquella noche en que fue conquistada en la reunión con sus ex compañeros y le gustaría sentirse como en esa oportunidad; pero aún así no es infeliz del todo, sigue teniendo la esperanza de volver a encontrarse con lo que alguna vez tuvo… quizá con lo que pudo tener. “El” se transformó en un nómade, vive de lo que la gente le da cuando interpreta a sus compositores en alguna calle o plaza de alguna ciudad de Europa, siempre recuerda esa noche del último viernes de Octubre y no se arrepiente de haber decidido no haber planteado otro tema… Es feliz con lo que tiene.

Texto agregado el 26-12-2007, y leído por 212 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
31-12-2007 Algo triste la historia, dos tìmidos que no se animan a expresar lo que sienten. doctora
28-12-2007 Se parece a alguien que conozco y que quiero desconocer. amon_ra
27-12-2007 Se parece a un amigo el protagonista... naiviv
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]