En esta noche de homicidio,
te llamo en mis sueños,
te siento, me despido
y lloro como si no estuvieras
o como si estuvieras vivo
y ya no conmigo.

¡Pero si yo te he clavado el puñal del olvido!
te he ahogado en mis lágrimas,
te ha incendiado el deseo interrumpido…
sin embargo, sigues ahí:
¡fantasía que me hace sufrir!
¿cómo me niego a dejarte morir?

En mi noche de homicidio no hay asesino,
es el tiempo que escapa y disfraza el dolor de recuerdos,
la ilusión de creer que la luz de un mensaje me espera guardando tus versos…
es un espejo de tu mirada que refleja una forma de amar,
que en lo profundo, es lo que esconde mi asfixiante soledad.

En el triste homicidio, despierto
tú ya te has ido
la luna en mi cara es testigo de que ha habido un muerto…
no fue de olvido, fue un desamor
pues al recordarte,
quien muere soy yo.