Extraño la forma en la que tus cabellos acariciaban mi rostro, un movimiento brusco, repetitivo pero placentero, este rito que precienciábamos cuando el sol desaparecía, Había mucho sudor, nos gustaba y lo expresábamos con una ligera sonrisa entre nuestros gemidos. Tu mano siempre aferrada, enredada a una de las mías, mientras la otra acariciaba circularmente tu pezón. La cama siempre nos delataba, pero no nos avergonzabamos, no existe nada mejor que vivir ese momento donde nuestros cuerpos se funden y arde ese sentimiento que todos tratan de describir pero sin llegar a ningun lado.

Mi amor, pronto estaremos juntos denuevo, anelo ese regreso y ruego por volver a juntarnos en tu aposento, donde exploto mis sentidos y el pecado se hace pasar por bendición.