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Inicio / Cuenteros Locales / toja / De totuma a pelo pincho (de Tacupai a Billy Punk)

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Mañana cumplo 9 años, es temprano, como las 10 de la mañana, anoche me acosté temprano también, como a las 12 de la noche. Quito la sábana de mi rostro, abro los ojos y veo los cohetes dibujados en la tela y el copete en forma de carro fórmula uno de la cama que a mi mamá le costó tanto esfuerzo comprar hace ya unos años. Miro al techo y el móvil de payasos se sigue riendo de mí. Hoy será un día diferente, vaya que si.

Salto de la cama seguro de mi mismo, y caigo de platanazo porque ya me cuesta medir la altura de esta cama de “enanos”. Eso no me detiene, me paro frente al lavamanos y miro con desdén el banquito de madera donde se supone me debo subir, lo pateo y alargo el brazo para alcanzar la pasta dental. “¡Yes!”. Me miro al espejo, mi tez morena contrasta con mi cabello lacio, negrísimo como el azabache, en un gesto casi automático aparto el flequillo de mis ojos. Las chicas aman mi cabello estilo “totuma”, pero esas mocosas no saben nada de estilo. Los chicos me llaman Tacupai, por el parecido que me da el cabello con los indios Yanomami. Hoy es día de cortarse el pelo.

Ya en la cocina, mamá dice “Bebé, sabes que hoy te llevaré a cortarte el cabello, solo las puntitas”. Me mira con cariño, y al instante surge su cara de enojo. “Bebé ¿cuántas veces te he dicho que el flequillo es para usarlo en la frente y no hacia los lados?”. Amarro la cara, y coloco la boca de frustración número treinta y tres, la más parecida a un cañón de pistolita de agua que conozco. Refunfuño entre dientes y digo “No quiero comer”.

Ya en la camioneta, camino al centro comercial, veo a los chicos malos pasearse en patineta por la calle. Miran hacia el carro y ahí estoy yo con la cara dando al vidrio como perrito faldero que sacan a pasear. Los chicos malos me hacen una seña con la mano, y no de saludo precisamente. En la radio suena una canción ochentosa, odio esa estación que escucha mamá, en mi cabeza la rapeo y le agrego algo de hip-hop. Media sonrisa se me escapa. El plan es perfecto.

Isabel, la peluquera, me espera con la misma cara de siempre, y me sienta en el sillón que simula un asiento de carrusel, con su cabeza de caballo entre las piernas. “Ya no cabes aquí corazón” - dice Isabel, y la amé por eso. Mi mamá no se separa de mí, y aunque eso me incomoda, esta vez no será la causa para que se cumpla mi gran deseo de cumpleaños. Miro a Isabel con una sonrisa pendenciera, miro a mamá por el rabillo del ojo. Dejo salir lo que tanto he anhelado desde que tengo uso de razón, lo que hará que mi vida cambie por completo, lo que me hará un verdadero hombre: “Isabel, quiero que me pases la máquina y me dejes el pelo pincho, al estilo punk”. El tiempo se detuvo en ese instante, mamá abrió la boca kilométricamente, Isabel me sonrió, como siempre.

Mientras veía caer el cabello sobre la capa iba aumentando mi sonrisa; mamá lloraba y vociferaba que había perdido a su niño, Isabel me veía con cara de satisfacción. Poco a poco pase de ser Tacupai a ser Billy Punk, con gelatina en el cabello los pinchos apuntaban al cielo y mi ego al firmamento. Salté del sillón de caballito y me despedí de él hasta siempre, me quité la correa ajustada y dejé caer mis pantalones a las caderas, sacando la camisa y aligerando el paso.

Ahora a las chicas les gusta más mi cabello, dejé la pinta de “niño de mamá” y soy popular en el colegio. Mañana soplaré la vela y pediré el deseo para el próximo año: que no me duela el pinchazo cuando me coloque el arete el artista del boulevard.

Texto agregado el 03-04-2004, y leído por 604 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
14-04-2004 Muy ameno y divertido tu cuento sobre el corte de pelo y el cambio de look de un niño que quiere dejar de serlo... pero la verdad es que todos cuando llegan a viejos quieren volver a ser niños. Un abrazo pinocho
07-04-2004 igualito que otros tantos de niño aprendi a sudar no conoci las escuelas ni supe lo que es jugar y al laito e mi papa fui creciendo en el trabajo... me sacaban de la cama por la mañana temprano con mi pura habilidad me las di de carpintero y si queres mujer; si queres yo solito te la monto la casita que queres... cheka
04-04-2004 Las transformaciones siempre vienen cargadas de emoción y algería, pero también de tristeza y añoranzas....Seguramente algun día de su vida, Billy punk quira volver a ser Tacupai. Muy bien, toja! Oliveria
 
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