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EL OTRO LADO

L.D., Málaga.

Según informan fuentes de la jefatura superior de policía, esta madrugada ha sido ingresada en el Hospital Clínico, una mujer de 33 años de edad, que responde a las iniciales de M.B.L. Su estado es crítico y presenta numerosos cortes en brazos y piernas así como una puñalada en el costado que le ha perforado el pulmón derecho y ha estado a punto de ocasionarle la muerte.
Se cree que estamos ante un nuevo caso de violencia antislamista ya que al parecer, la vìctima, a pesar de ser de nacionalidad española, y no practicar la religión musulmana, llevaba gran parte de su cuerpo tatuado con motivos árabes. Esta ha podido ser la razón del ataque, que se produjo alrededor de las tres de la mañana en la barriada donde residía la agredida.
La policía investiga entre las bandas antislamistas que, cada vez con mayor frecuencia, actúan en nuestra ciudad, pero aún no se ha podido descubrir ningún indicio que permita aclarar lo ocurrido.



Querida Rosa:
¿Cómo estas? ¿Y Sebas? Seguro que andará por ahí, destornillador en mano, buscando algo que arreglar…como si lo viera.

Bueno, ¡cómo pasa el tiempo! ¿no?. Desde que salí del hospital, es esta la primera vez que me siento delante del ordenador con intención de escribir a alguien. En parte porque me ha costado Dios y ayuda (¿o debería decir Alá y ayuda?) que me instalaran Internet en casa. No hay mucha gente en Nador que lo tenga, y ya sabéis cómo son las cosas en Marruecos: entre que yo me explico mal, ellos se enteran peor, cae el Ramadán en medio, y claro, las fiestas son las fiestas, el modem externo que no acaba de llegar a la tienda de electrónica (casi bazar de las mil y una noches)…y mi ánimo que no acaba de subir a los niveles de antes de…no sé cómo llamarlo: ¿el ataque? ¿la putada? ¿la descomunal paliza?, ¿qué mas da?, lo llame como lo llame, me va a seguir doliendo igual.

Casi me entran ganas de reír cuando recuerdo la fiesta de bienvenida que me dìsteis en vuestra casa, el día que regresé a Málaga, esa en la que Dioni me dijo, por primera vez, que tenía que tener cuidado con los tatuajes, que desde el 11-S las cosas se estaban poniendo cada vez más tensas con los musulmanes y que él se olía que aquello iba a ir a peor. ¡Cómo empezamos todos a llamarle agorero, y sonaron pitidos, y nos reìmos de él, por lo optimista! Y cómo acabamos al final, tirándolo a la piscina.
No os lo dije nunca, pero antes de acostarme aquella noche, mire mi cuerpo en el espejo y me dio cierto miedo volver a pensar a solas en las palabras de Dioni. Entonces recordé su cara, cuando caía en la piscina, medio en bolas, y me dormí sonriendo.
Y durante los primeros años, no pasó nada fuera de lo normal, bueno, lo que te pasa siempre con los tatuajes, la gente te hace algún comentario de más o menos gusto, a veces alguien los toca, como si tú no estuvieras allí, debajo de la piel…cosas que sabes que vienen en el paquete con la tinta.

Fue a raíz del 11-M, cuando noté que las cosas empezaron a ponerse más feas: en el barrio, algunos niñatos me miraban más duramente, escupían a mi paso, y alguno me gritó - ¡mora!, ¡Fuera de aquí, vete con ellos!- Intenté quitarle importancia, diciéndome que había gente pa tó, pero con el tiempo tuve que cambiar la ruta por la que volvía a casa, para no cruzar por la plaza que custodiaban los primos de Al Capone, el cuerpo paramilitar del barrio.
La cosa no mejoró, al contrario, los vecinos que al principio, le echaban valor y les daban un toque cuando se pasaban así, se vieron también en problemas y acabaron por callarse. Mientras, los chulos gritaban cada vez más alto.
A finales de Julio, una mañana, me descubrí buscando una camisa de manga larga para ir al curro: el termómetro marcaba 30 grados, y yo buscaba una camisa de manga larga que ponerme, ese día supe que había perdido la batalla.

Lo demás, ya lo sabéis: aquella noche me quedé hasta tarde en casa de Adela viendo unas pelis y charlando un rato. Cuando llegué al barrio, en la calle no había ni un alma. Tuve que dejar el coche lejos, estaba cansada, no quise dar el rodeo de precaución y al pasar por delante de la plaza, allí estaban ellos.
Que algo iba a pasar, me lo olí enseguida, o lo vi en sus caras, no lo sé, el caso es que, durante un momento me quedé parada, pensé en darme la vuelta, pero no sabía como hacerlo sin que aquello los provocara más. Decidí seguir andando sin mirarlos, entonces fue cuando la litrona se estrelló a mis pies y se acercaron a mí: -mira que bonitos tatuajes lleva la zorra esta… ¿qué pasa? ¿Te van los moros o qué?... seguro que ya se habrá follado a más de uno…si, y a más de dos también- Yo no decía nada, buscaba en mi mente la manera de salir de allí, y todo era un muro. Uno de ellos me cogió un brazo
-A ver…- tiré de él para soltarme y a partir de ese momento todo sucedió muy deprisa: un empujón, un golpe y caigo al suelo, patadas y más patadas, en una de esas, abro los ojos y veo una navaja…ya no recuerdo nada más. La siguiente vez que los abrí, estabais allí conmigo, en la habitación del hospital.

¡Os agradezco tanto que hayáis respetado mi silencio durante todo este tiempo! No pude decirle casi nada a la policía porque casi nada recordaba y he tardado en hacerlo, en reconstruir, poco a poco, aquella noche, no quería pensar en ella, y la decisión de volver a Marruecos fue también un intento de dejar atrás todo lo que pasó.

Cuando desembarqué en Nador, olí de nuevo el aroma del té que salía de los cafetines, escuché la música de cheb Khaled que sonaba en algún equipo de música infame y estuve andando entre la gente, oyéndolas hablar con ese acento áspero del Rif. Entonces sentí que la ciudad me abrazaba cálidamente, como una madre recibe a la hija que hace tiempo que no ve.
Claro que las cosas habían cambiado desde la última vez que estuve aquí, pero ¿y qué? Siempre cambian, ¿no? No me dejé desmoralizar y poco a poco, fui retomando viejas costumbres. Latía en mí la sangre de antepasados rifeños que un día, allá por el siglo IX o X, decidieron cruzar el estrecho (quién sabe por qué razones) y viajar hacia el norte. Empezaba a sentirme en casa, otra vez.

Pero ayer pasó algo. No quiero alarmarme ni desquiciar las cosas y me digo a mi misma que pudo ser fruto de mi imaginación, que todo lo que pasó ha tenido que dejar secuelas en mi mente y que quizá por eso llegué a casa temblando como un animal acorralado: Había ido al zoco a comprar hierbabuena y naranjas, y al salir de allí, los vi de nuevo, estos eran más morenos y hablaban otra lengua, pero eran los mismos chicos, jóvenes, desocupados y jodidos, buscando algo que destruir para olvidarse de que algo se está destruyendo dentro de ellos, algo grande, que no saben qué es ni quién lo rompe . Se apoyaban en el capó de un viejo Peugeot y al pasar cerca, volví la cara disimuladamente hacia otro lado, pero pude sentir sus miradas burlonas sobre mis tatuajes. Claro que no se callaron: -eh, tú ¡puta arumi!- oí en un español de esparto -¡Vuélvete a tu tierra!, ¿qué buscas aquí?-.

Nota: “arumi” es el término empleado por la población en el norte de África para referirse despectivamente a un cristiano. Se cree que proviene del término “rumi”, es decir “romano”. Vendría a ser el equivalente de “moro” al otro lado del odio.








Texto agregado el 04-01-2008, y leído por 139 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
11-01-2008 Es una lastima lo que sucede con el racismo y disturbios tan viles como ese; y que muy describes bien en tu relato. Se pueden percibir el odio y el miedo que les infundes a tus personajes. Al principio te iba a reclamar por el final -puesto que no me gustó- esperaba mucho más. Pero me doy cuenta que para lo que quieres transmitir, el relato está completo y no necesita ese final que yo quisiera. Con todo, me gustan siempre los finales en las historias... con tu permiso, haré mi propio final, si? Un saludo! raul_lsz
06-01-2008 pues qué realidad he..? yo me acuerdo de las que vi en la tv estos dias, me gusto ese aporte social reflexivo... saludos desde lima blindman
05-01-2008 "buscando algo que destruir para olvidarse de que algo se está destruyendo dentro de ellos" taxi
05-01-2008 Tremendo el problema de la discriminación en España, es un fenómeno que va creciendo y puede tener consecuencias impensables. Para acabarla de joder, la errática y racista decisión de los magistrados al "pateador del metro de Barcelona" no hace más agudizar el problema. Tu texto, además de bien escrito es un aporte a esta conflictiva social. un saludo fraterno marxtuein
 
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