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ECOS ETERNOS
G.Villarroel B.

Un suave tono en el celeste cielo servía de impecable fondo a aquella tímida luminosidad que aumentaba y se abría paso entre algodonosas nubes. Ráfagas de tibio aire revoloteaban entre árboles poseedores de matizadas hojas que reflejaban el inevitable otoño que se acercaba y el verano ya dejado atrás.
Toda una vida, Milah, anheló una vida distinta. Aflorar intermitente en un nuevo mundo; entre la fantasía y la realidad concomitante. Aquel deseo parecía arrebatarle hasta su último suspiro y lo veía acercarse a pasos agigantados cada día. Aún así, este era otro vil juego de su incontrolable imaginación.
Crecida bajo una oscuridad que cegó sus ojos desde el momento en que nació, esta joven jamás conoció el mundo que la rodeaba. Siempre fue convocada a través de las inquietudes y miedos de los seres terrenales y junto a estos fantasmas vestidos de ángeles conoció una realidad sembrada de grises flores.
Dueña de una energía vibrante y de un implacable fuego que iluminaba su alma, estaba encadenada a firmes metales que parecían obstruir sus venas, pero tal restricción física era invisible ante sus ojos, sin embargo no dejaba de ser una persistente y real sensación. Era como quien estuviese suspendido boca abajo, atado de pies y mantenido así por una eternidad, aún así, esta no molesta, ni causa dolor alguno, pues aquel ser se siente tranquilo con su realidad, quien, si bien está imposibilitado físicamente, su espíritu se encuentra libre.

Bridt, era una joven quien había vivido alrededor de 17 años sumida en un silencio ensordecedor a causa de la muerte de su padre.
A la edad de cinco años su vida parecía feliz, inmersa en un núcleo de amor, conformado por sus padres, Noah y Greta, quienes habían contraído matrimonio a las pocas semanas de haberse conocido, cegados por un misterioso y profundo amor.
Noah, era su acompañante de juegos, único amigo, y a pesar de la corta edad de la pequeña, ésta no concebía el mundo sin su padre a su lado. Desafortunadamente las risas que habían llenado el comienzo de la existencia de aquella niña se extinguieron en un segundo y fue cuando su padre había desaparecido de su vida para no volver jamás.































Era una mañana oscura, cubierta por una densa niebla que parecía derramar finas lágrimas sobre el claro rostro de Bridt y el de su madre Greta. Había toda una negra multitud tras ellas, quienes sollozaban en un profundo y colectivo dolor. Bridt posó su mirada sobre el ataúd de su padre y estando así por unos breves segundos, sus pensamientos abrumadores se apoderaron de su mente: su voz ya no afloraría otra vez, había decidido vivir en un silencio absoluto porque simplemente para ella las risas habían pasado de ser recurrentes a inalcanzables. Greta, quien desesperada notó con el pasar de los días que su hija no era la de siempre, trató de hacerle ver que lo ocurrido había sido inevitable y que ningún poder mortal lo habría evitado, pero aún así, sus intentos por arrancar su hija de un torbellino de tristezas fueron nulos. Ninguno de los cientos de médicos que visitaron aquella triste y desolada casa pudieron revertir la situación, razón por la cual, y al pasar de los meses, Greta fue sembrando misteriosas grietas en su rostro y su cabello pasó de ser de un color caramelo intenso a un blanco grisáceo. La fuerza de su corazón fue disminuyendo como la de una pobre anciana y sus claros ojos ya no irradiaban esa extraña luz que alborotaba hasta al más tranquilo ser.



Greta siempre fue una mujer aventurera y quizás esa fue la razón que envolvió a Noah dentro de un huracán de sensaciones exquisitas. Sus ojos transmitían una energía perturbadora y siempre llevaba una sonrisa dibujada en su rostro.
La tarde en que Noah vio a Greta ella lucía un vestido azul intenso que amoldaba su fina silueta, resaltaba su imponente estatura y daba delicados movimientos al caminar de gacela indomable que poseía, convirtiéndola en un ser de una dimensión desconocida.
Muchas miradas de extraños se posaban sobre ella pero nunca las notaba, era una muchacha demasiado distraída para verlas, sin embargo aquella tarde algo inusual la impulsó a alzar sus ojos hacia un punto fijo entre la multitud. Era Noah quien cautivado la seguía con la mirada y trataba de memorizar cada fino movimiento. Creyó haber sido hechizado o poseído por alguna fuerza extraña que lo mantenía rígido en medio de los ágiles transeúntes, haciendo su respiración aumentar a tal velocidad que cayó en la sensación de una explosión terminante. Greta, seguía su andar, pero también había sido estremecida por Noah y no podía explicarse como pudo ser posible entre tanta gente que concurría el lugar haberse fijado en aquel hombre de aspecto sencillo.
Mientras tanto, el joven, sosteniendo con fuerza un libro que llevaba en su mano derecha, se vio sumido en la determinación de seguirla y averiguar el por qué de su locura temporal, causada por alguien que al parecer había arrancado sus más recónditos deseos de vivir.


Había sido la primera vez en la vida del apacible Noah que se encontró convertido en un acechador misterioso y silencioso. Seguía los pasos de Greta muy ágilmente sin que ella los notara y de vez en cuando escondía su silueta tras murallas o cualquier otro objeto inanimado que aparecía en su camino para ofrecerle un refugio momentáneo. De pronto, el joven se vio perdido entre una arboleda y un laberinto minuciosamente construido, adornado de enormes mansiones con coloridos jardines y barrotes de metal tan altos que ningún ser viviente podría haberlos escalado. Su vista se perdió ante esa nueva apreciación del mundo y su espíritu acorralado logró dimensionar que su realidad no tenía relación alguna con la de aquella mujer de andar ondulante.
Comenzaba a oscurecer y Greta pareció haber llegado finalmente a su destino y fue cuando Noah agilizó el paso y se escondió tras uno de los inmensos árboles que había en el lugar. La observó buscar algo en su bolso, sacar sus llaves y abrirse paso entre un enorme jardín de las más variadas flores y arbustos perfectamente dispuestos sobre la verde hierba, mezclada de singulares violetas.



Cuando la silueta de Greta por fin se perdió, miró a su alrededor y pensó:

La ansiedad de Noah aumentó al día siguiente cuando regresó decidido a dar sentido a lo que había comenzado y con la misma determinación estuvo frete a aquella casa sacada de un cuento de hadas, rodeada de flores que expelían sus suaves y dulces aromas hasta donde él se encontraba.
Su tranquilidad disfrazada no duró demasiado y al poco tiempo comenzó a pasearse en círculos, mirando de vez en cuando entre el jardín, poniéndose de puntillas porque a pesar de su imponente estatura, la fila de arbustos no le dejaba observar bien.

Luego de unos minutos, trató de calmarse, levantó su rostro hacia el cielo, cerró sus ojos y así se mantuvo unos segundos, como si esperara alguna ayuda divina, sintiendo una suave brisa recorrer sus finos cabellos oscuros. Mientras tanto alguien se acercaba a pasos firmes.
Era Greta, quien se disponía a salir, llevaba el cabello recogido dando cabida a sus singulares rasgos. Abrió el portón y el ruido de este al abrir hizo volver en sí a Noah, quien al ver a su amada sintió un deseo impulsivo de correr lejos de aquel lugar.
La muchacha quedó estupefacta al encontrarse de frentón con aquel extraño que la observaba tan fijamente, pero pronto, sin explicación alguna su rostro se le hizo familiar recordándolo del día anterior.
Volviendo en sí preguntó con una leve sonrisa:
-¿Quién es usted? -¿Hay algo en que pueda ayudarle?
-Noah- respondió el joven rápidamente-sin poder evitar sonrojarse.
-¿Hay algo en que pueda ayudarle? -insistió ella –disfrazando sus enormes ganas de reír con una mueca en sus labios.
-Conocerla- respondió - y aunque su respuesta reflejó lo que en realidad sentía, no pudo evitar fijar su mirada en el pavimento y recriminarse por lo ya dicho.
Greta lo observó muy impresionada y confundida, pensando miles de cosas, como que tal vez el hombre que tenía en frente era un desequilibrado mental, pero la atracción que sintió hacia él la trasladó en un viaje entre lo banal y la entonces deliciosa locura, donde su misteriosa intuición, que nunca la engañaba le entregaba la confianza que los ojos de Noah irradiaban.









































Noah estaba obligado a llevar a cabo cada día la misma rutina perniciosa, desde que formó una familia.
El dolor había aparecido de forma fulminante cuando las desgracias socavaron su alma al nacer, pero no se dejaba intimidar por él y luchaba como un león para sobrellevar cada minuto. Sólo vivía con su padre, del cual no se separaba y ayudaba desde que era un niño en un minúsculo puesto de periódicos que tenía ubicado en la plazoleta de la ciudad. No disponían de una vida de lujos, pero aún así, gozaban de una excelente relación y de un gran amor, lo que para ellos era fundamental.
Noah se las arreglaba para tener más de dos trabajos, de modo de verse posibilitado para pagar sus sagrados estudios- como les llamaba- y fervientes libros, lo cual no era todo, porque disponía un cierto porcentaje a su padre para que ambos pudieran llevar una vida más desahogada.
Cada tarde, se daba un merecido descanso, aprovechando que era el único momento del día que no era tan ajetreado en el puesto de su padre y salía a tomar asiento en una de las bancas tristes de la abandonada plazoleta, acompañado de un buen best seller bajo el brazo.
La tarde en que vio a Greta, él se disponía a salir para continuar con su lectura, pero su atención se había perdido en otro punto, dejando atrás su rutinaria agenda, abriéndose paso entre una fantasía totalmente arrolladora.


Poco tiempo antes que su hija Bridt naciera, consiguió un importante puesto en una empresa muy acaudalada. La primera vez que se presentó ante gerentes y jefes de aspecto altanero y desafiante, no sintió inferioridad y ya había decidido que no iba a estar dispuesto a recibir una frase con una negativa en ella. Sus implacables conocimientos y desplante inquebrantable dejaron boquiabiertos a los que lo evaluaban, siendo para ellos imposible resistirse a tenerlo entre los suyos, pues sus aspiraciones y determinaciones lo convertían en un líder.
Al salir de la oficina, el joven agradeció ferviente por el éxito obtenido, y atribuyó en parte lo ocurrido a los innumerables libros que literalmente devoraba y que se ordenaban apilados en cada uno de los rincones de su pequeña habitación. Al contrario de lo que pensaba y de sus inquietudes intelectuales, su padre nunca entendió el afán de su hijo de leer en tal demasía, ya que para él esto era una vil pérdida de tiempo.

El espíritu, préstamo más codiciado que la vida nos entrega, fue arrebatado de Noah una noche lluviosa de invierno. No supo cuando su automóvil se desbarrancó a causa de un leve descuido provocado por su monumental cansancio, el cual siempre consideró sin importancia, puesto que todo lo que deseaba era entregarle a su familia, especialmente a su hija, lo que él no había tenido.
Cayó dentro de un inminente precipicio, perdiéndose en una oscuridad eterna. Su muerte fue fugaz.


























Milah pasaba sus tardes en el jardín. Nada la distraía más que observar fijamente cada movimiento de los innumerables y coloridos pétalos de las flores del lugar. Así, enfocaba su mente hacia lo inexistente y controlaba sus pensamientos, reteniéndolos por un tiempo.
Había logrado conectarse con su mente, con lo psíquico, intangible. Podía ver y sentir lo que nadie habría imaginado existía y si hubieran tenido la certeza, no habrían dudado en reír a carcajadas, burlescos a causa de verse hundidos en la ignorancia y el miedo.


Sus fuerzas físicas estaban disminuyendo lentamente, o al menos eran más tenues que las que alguna vez tuvo. Todo su ser estaba experimentado falencias, y eso Bridt, lo sabía muy bien. Sin embargo, era feliz, sentía su espíritu flotando entre un mar interno formado principalmente por tranquilidad, y su energizante buen humor la acompañaba día a día, especialmente al atardecer, cuando continuaba con su rutina de sentarse en la acogedora terraza que tenía en su jardín, contemplar sus brillantes zapatos y vestimenta elegante y decirse a si misma: >…Siempre precavida hasta su vejez, con un fino sentido del buen vestir, tal como su madre Greta.
Aquella tarde, quiso recordar una vez más su pasado, simplemente porque era parte del ritual o tradición que llevaba a cabo, mientras observaba indiferente un punto fijo en su jardín.


Él día en que su padre fue despedido para siempre, se hallaba totalmente perdida y buscaba cualquier manera de sentir la presencia del ser que tanto amaba. Recordó que él siempre le había dicho que si no se hallaban juntos, ella podía cerrar sus ojos y lo encontraría en su corazón. Pero al verse cegada por la impaciencia y la desorientación, lo primero que hizo al llegar a su casa fue soltar la mano de su madre, quien la sostenía con mucha fuerza y dirigirse corriendo a su habitación, tumbarse boca arriba sobre su cama, cerrar los ojos con todas sus fuerzas, e implorar concentración para oírlo, pero al ver que no ocurría nada y que sus esfuerzos eran inútiles, lloraba desconsoladamente.

A medida que fue creciendo se dio cuenta que las palabras las había malentendido y que había sido llevada por la inquietud y por su corta edad que la privaba del equilibrio y estabilidad que necesitaba para sobrellevar ese arduo momento. Sin embargo cada día nutría su espíritu y llevaba su alma a otra dimensión.
Greta observaba a su hija con cierta desolación, y a pesar de los años que llevaba sintiendo que alguien le había arrebatado su pequeña Bridt lejos de su regazo sin habérsela devuelto jamás, su amor por ella no había cambiado en absoluto. La relación de Bridt con los demás era casi nula, vivía inmersa dentro de un aura conformado por odio. Un gesto de amabilidad proveniente de ella era menos improbable que verla sonreír y si llegaba a usar su voz, era sólo para emitir un par de palabras, que sólo brotaban de sus labios cuando sentía que era de suma urgencia hacerlo, cosa que ocurría muy poco. Al menos para su madre esto era un gran regocijo que aparecía de repente para hacerla sentir inmensamente feliz.
Al recordar esto Bridt, movió su cabeza y pensó: > y continúo...>…Aquel nombre hizo explosión en su mente suspicaz, desenterrándolo desde su confusa juventud.



Bridt sintió una presencia extraña mientras mantenía sus ojos cerrados. Un viento muy frío recorrió su espalda y revoloteó sus finos cabellos. Mantenía su cabeza inclinada hacia el suelo y así la movió levemente hacia el lado derecho, abrió uno de sus ojos y no vio nada. Frunció el ceño y volvió a la posición inicial en que estaba.
-¿Quién eres?- refunfuñó Bridt. Nadie respondió.
-Se que hay alguien ahí –continuó- no es la primera vez que te siento aquí, espiándome- dime que es lo que quieres... y… ¡te vas de una vez!-concluyó.
-No tienes para que reaccionar así... deberías tranquilizarte- respondió una voz suave – tú no eras así antes…
Bridt abrió sus ojos y a tres metros de ella se encontraba un desconocido. La joven volvió a caer en la impaciencia que tanto la caracterizaba e insistió en su pregunta pero esta vez de manera aún más descortés.
-¡Quién eres!- exclamó Bridt en voz baja, sin que ello impidiera dar a conocer su gran hastío.
-Dan -respondió el joven y continuó- Milah deberías calmarte y alegrarte de que yo esté aquí, después de todo lo que me costó encontrarte...déjame decir que no fue nada de fácil.
Bridt lo miró asombrada. Sus pensamientos desaparecían y volvían envueltos en una gran confusión que no la dejaban ver la realidad con claridad. Transcurrieron varios minutos antes que Bridt volviera a articular palabra.
-¿Milah?...no entiendo…creo que estás equivocado…mi nombre es Bridt...- volvió en si y masculló-: Vete de aquí, estás loco.
- No lo creo -respondió Dan. Veo que no te has dado cuenta. Bueno como podrías...si todo esto comenzó cuando eras tan pequeña. Tú eres Milah…mi Milah…dentro de ese cuerpo que te aprisiona, tal como siempre has estado...escondida tras desconocidos hundidos en la desesperación y en busca de auxilio. Pero está vez creo que todo es en un tanto distinto...Estás llena de odio y pesar...es más... me sorprende que hables...
-Creo que estás confundido -dijo Bridt-.La joven se acomodó el cabello, y se disponía a entrar a la casa, pero fue detenida por Dan, quien se puso de pie en frente de ella, impidiéndole el paso.
-¡Déjame pasar!..¡Que te has creído!..Sé muy bien quien eres… ¡pero no quiero verte más!..Aquí me siento bien, soy feliz y creo que hasta libre. Estuve mucho tiempo retenida haciendo lo que otros querían...lo que tú querías -lo miró con frialdad-...pero ya no...Si desaparecí y vine aquí fue porque era mi oportunidad de tener una vida...
-¿Una vida?...una vida robada querrás decir…Dices que eres... ¿feliz?..¿libre?...lo siento Milah…no lo eres…sigues tan hundida como siempre lo estuviste, y ahora, además, repleta de un odio inexplicable. Siempre pudiste huir de tu realidad pero nunca quisiste, decías que así eras feliz y yo siempre estuve a tu lado.
Los ojos de Bridt se llenaron de lágrimas e hizo un gran intento para que no cayeran hacia el infinito. Aún amaba a Dan y si en parte había huido fue porque quería desaparecer de él y de todos. El abismo oscuro que encerró a Milah el día en que Noah murió la alimentó de esperanzas enriquecedoras. Quiso volver a nacer dentro de ella, y a la vez desentrañar aquel odio que sentía por sus frustraciones, y que mejor para ella que incorporarlos en el alma de aquella niña perdida que no sabía que hacer.
Milah miró el suelo, movió lentamente sus pupilas hacia todas direcciones, para así esfumar aquellas lágrimas traviesas que desde hacía mucho tiempo querían brotar.
-Agradezco que hayas venido hasta acá -dijo al fin-, pero si lo que quieres es que vuelva, no pierdas tu tiempo, porque de aquí no me muevo. Será mejor que desaparezcas y que no regreses.
Bridt se dirigió a la casa, cerró la contrapuerta y se apoyó en ella. Dio un profundo suspiro causado por el alivio y la tristeza que se habían apoderado de ella. Se inclinó hacia la ventana que daba hacia el jardín y observó si Dan seguía allí. Pero no lo vio. Se había marchado.

Desde la cocina apareció Greta quien estaba apoyada en la pared sosteniendo una escoba entre sus manos. Observó preocupada a Bridt y le dijo:
-¿Todo bien hija?
-Sí…- respondió-. Su afirmación fue tan fugaz como su desaparición hacia su cuarto.
Greta no entendía que era lo que ocurría. Hacia 17 años que había perdido a su esposo y ahora estaba a punto de perder a su hija también. Su relación con ella era muy distante e indiferente. Se sentía agobiada de tan solo vivir y desde que Noah había desaparecido de su vida, sus fuerzas y su pasión innata disminuyeron casi completamente. Parecía como si él hubiera partido con la parte más vivaz de ella y la hubiera dejado vacía. Nunca se había atrevido a hablar con Bridt porque las palabras se perdían en el abismo que había entre ellas. Pero aquel día algo la incitó a vencer aquella barrera imaginaria y luchar por el amor de su hija. No estaba dispuesta a perder lo único que le quedaba y tampoco a que Bridt se desvaneciera en la oscuridad.














El día lucía esplendoroso y Bridt ya se había acomodado entre los deliciosas aromas de las miles de violetas. Sintió aquel viento con toques dulces recorrer suavemente su rostro. Mientras mantenía sus ojos cerrados, percibió que alguien se acercaba a pasos tímidos y silenciosos. Aun así unas hojas secas lo delataron. Bridt un tanto incómoda y temerosa alzó palabras al aire indeleble:
-Te dije que no volvieras -exclamó la joven.
-Perdón, hija... ¿Cómo dices?- respondió la dulce voz de su madre.
-Lo siento, pensé que...que era…no continuó…después de todo... ¿Que caso tenía? - -Dime… ¿que deseas mamá?..Su voz estaba llena de respeto hacia aquella mujer que admiraba y a quien tenía un inmenso cariño.
-Nada hija -respondió Greta titubeando. Tengo que hablar sobre algo contigo...Nada serio...es sólo que…Fue entonces cuando se sintió impotente, hundida en los brillantes ojos de su hija que la observaban con suma cautela y atención.
-Continúa - dijo Bridt .
Greta tomó asiento al lado de su hija decidida a decir todo lo que llevaba guardado en su corazón por tanto tiempo.
-Me preocupas Bridt. ¿Qué ha pasado contigo?..No eres la misma...Es como si…si...te hubieran cambiado por otra. Sé que la pérdida de tu padre fue tormentoso para ti, pero quiero que sepas que para mi también lo fue. No tuve mucho tiempo para compartir con él, para conocerlo mejor. Aun despierto agobiada en las mañanas, desesperada, desafiando a aquel que se atrevió a llevarlo lejos de mi…de nosotras. Sus claros ojos se inundaron de lágrimas que cayeron a su vestido blanco, dejando pequeñas manchitas sobre él.
Si es esa la razón por la que te siento tan llena de ira hija –continúo-...Bueno, la comparto contigo...pero por favor no lo hagas tu sola…eres tan joven y aun nos tenemos a ambas…Tu padre no estaría feliz de vernos tan perdidas dentro de nosotras mismas.
Dicho esto, Greta tomó las temblorosas manos de su confundida hija entre las suyas y luego la abrazó fuertemente como si se la fueran a quitar de su lado para siempre.
Mientras la mantenía fundida entre su regazo le dijo:
-Hija, no estás sola…no te sientas sola…yo sigo aquí contigo, no me he ido…sólo quiero que me disculpes si llegué un poco tarde. Las personas que te quieren te buscan sin importar donde estés, te dan fuerzas, te hacen ver cuando estuviste errada y aún más importante... te demuestran su amor. Creo que yo soy una de ellas...te busqué, un poco tarde, pero…sólo espero haberte encontrado.
Una vez finalizado, Bridt se escabulló de sus brazos, que la sostenían con suma firmeza y huyó hacia su cuarto. Allí se tumbó sobre su cama y lloró hasta que sus lágrimas se acabaron…su dolor era enorme… Quería a Greta como a una madre, pero nunca le dio a conocer su amor, al contrario, la ignoraba y peor aun le quitó lo único que poseía y tanto amaba: Su hija. Volvió a recordar cada palabra que brotó de los labios de Greta, especialmente, que quienes nos quieren nos buscan, sin importar donde estemos, nos hacen ver nuestros propios errores, y tratan de hacernos recapacitar. Luego de ello, una imagen fugaz se posó en su mente: Dan. Él la había ido a buscar y ella huyó, a pesar de aun amarlo. Luego de un instante sus ojos se clavaron en la nada que tenía delante de ella. No quería cometer más errores, quería ser libre, dar vida, concebir felicidad...Su mente divagaba entre la realidad limpia que al fin le entregaba la clave de su vida: >.

La tarde fue muy fría. Pétalos coloridos se desprendían de sus hojas, danzando hacia lo efímero. Greta aun estaba en el jardín, pensativa, con sus ojos desvanecidos ante la realidad mundana que la invadía y que no deseaba desaparecer. Dio unos pasos cortos por el lugar, para tratar de conseguir distracción. Arrancó un par de hojas secas de uno de los tantos árboles que había en el lugar. Dio una vuelta hacia la casa y se dispuso a continuar. Era una mujer repleta de paciencia.
Antes de dar el primer paso hacia su desolada casa se encontró con su hija quien la observaba con júbilo y consternación. Su mirar era distinto. Irradiaba confianza, alegría, luz, vida. Tenía sus piernas temblorosas y sus manos sudorosas. Se sentía de regreso...al fin. Estaba deseosa de abrazar a su madre y decirle cuanto la había extrañado.
Greta sintió una inmensa nostalgia, y miles de sentimientos diferentes que no había notado media hora antes, cuando estaba con su hija. Esta vez fue extraño.
Las hojas secas que había recogido del árbol fueron convertidas en pedazos imperceptibles por su mano que las liberó estrepitosamente, dejándolas esparcidas en la brisa fría que acontecía. Luego se abalanzó sobre Bridt y la abrazó muy fuerte como si así estuviera impidiendo que volviera a desparecer.

-Lo siento mamá- dijo al fin Bridt quien tenía su rostro completamente ahogado en lágrimas de desesperación.
-No, hija - balbuceó Greta- no debí dejarte sola tanto tiempo...yo...
Antes de continuar Greta fue interrumpida por su hija.
-No me sueltes mami…nunca...
-No lo haré hija…jamás…






Pasos titubeantes se dirigían en desmán de sorpresa.
-¿Qué haces abuelita?- preguntó una vocecilla intrigada
-Nada- respondió Bridt-, colocando su mano sobre la de la niña, quien la observaba con una gran sonrisa en su rostro- y continuó- sólo…recordando. ..
Bridt volvió a perder su vista entre los tulipanes y azucenas de amarillo intenso, abrazando a su nieta.

Texto agregado el 08-01-2008, y leído por 63 visitantes. (1 voto)


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