| Sentado, mirando,esperando que el viento
 me llame al pasar,
 que recurra a mí
 mientras la realidad se nubla
 y lo que recuerdas vuelva a desprenderse
 mientras cae una más...
 
 cae
 y otra vez,
 cae,
 cae desde el cielo
 pintando tatuajes temporales
 que no más de unos pocos segundos
 saben durar, y saben tener
 en su frialdad...
 
 y más allá
 observabas, contemplabas las gotas en su paso,
 en la desesperación
 que se compenetra con tu alma
 aunque solo puedas gritar;
 gritar con todas tus fuerzas,
 gritar sabiendo que nadie podrá escucharte,
 gritar en la lejanía
 acompañado de la soledad...
 
 estando abandonado, en un mundo de fantasía
 logro tener una facultad: "la facultad de ver",
 de ver como todo a tu alrededor
 se inunda,
 ver como todo a tu alrededor
 tropieza perdiendo el equilibrio, y abatidos
 se resignan a perder
 
 en aquel salto contra el destino,
 encontrando una cascada celestial
 que embistió mi orgullo,
 cayendo en un hoyo, y oyendo
 el entierro de lo poco que permites decir "mío".
 
 Caes
 derribado,
 descendiendo
 por el sentido...
 
 Saludas a un crucero
 navegando en este charco,
 en tu rostro, entre tus pestañas
 y tus lágrimas
 camufladas con verdad,
 las recuerdas...
 
 recuerdas no poderte levantar
 al oír un estruendo (un choque de pensamientos),
 sonido aterrador,
 eco del conflicto
 en el interior de la luminosidad;
 
 partido el cielo, viajas al levantarte,
 al observar y soñar con volver a volar.
 
 Las lágrimas se interponen con el viento
 y se quiebran las gotas
 humedecidas sobre tu abatido cuerpo.
 
 A la deriva, perdido en el trayecto,
 en el lugar donde la corriente me quiera abandonar,
 a la deriva con mi alma, mi alma perdida
 en la búsqueda de un cambio
 que se proyecta desde el cielo,
 y ahí es donde me sueles desamparar.
 
 no buscas llegar,
 buscas
 
 encontrar...
 
 y explorando, tan resignado,
 resignado en la fuente de tu verdad,
 en el agua que fluye sobre tu piel,
 necesitas el aliento,
 necesitas descansar en tus sueños
 de un lejano ser.
 
 El horizonte carcome los poros de tu epidermis,
 el agua talla su frialdad,
 se diluye en tus respuestas,
 y toma un café con la razón...
 
 y durante el encuentro
 sigues
 
 buscando...
 
 buscas querer llegar,
 y lo que buscas,
 lo que buscas ahí esta,
 estará al abrir tus ojos,
 con el solo hecho de mirar
 donde todo comienza,
 de contemplar el universo,
 las estrellas
 y el cielo.
 
 Las gotas se congelan,
 el tiempo paralizado las observa
 y te orienta,
 se pierde con el entumecimiento de la realidad.
 
 Todo recomienza lentamente
 entre lagunas y tormentas,
 entre deseos
 y tus propias guerras,
 vuelves a extender tus alas
 para volver a soñar.
 
 Ahora puedes volar,
 te sumerges en el aire
 y el cielo gris se fusiona con tu piel,
 crees en esa simbiosis,
 en la unión de lo que el recuerdo fue.
 
 (Ser la lagrima que recorre su rostro,
 la que llega a descender hasta sus pies).
 
 Caes,
 caes
 y gritas
 como la tinta se mezcla
 en una hoja de papel.
 
 Chocas con aquella persona
 como si fueras una ínfima parte del diluvio
 de tus penas,
 como si fueras una gota derribada del cielo
 que por causas del azar se une con la atmosfera
 y frecuenta en pequeños trozos
 la melodía de tus pequeños bocetos,
 
 bocetos de tus sueños que caen
 y cayendo,
 cayendo
 en mi propio caer
 que cae,
 que cae cayendo
 y cayendo caigo
 tan lentamente contra ese mundo paralelo.
 
 Desorbitado, empapelado de verdad,
 empapado en las lágrimas
 que alguna vez rompimos
 en nuestra lluvia de palabras,
 en la lluvia de un quizás.
 
 Empalizando las lágrimas
 en el cielo,
 poniéndole cemento dentro del manto estelar,
 dentro de las estrellas
 que suelen
 caer
 derribadas
 en la propia lluvia sutil,
 gotas inocentes,
 gotas que han humedecido,
 que han caído
 y cayendo,
 cayendo caen,
 caen
 en su extraño ayer...
 y extrañamente caen,
 sin cesar en él.
 
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